Misterios de las elecciones presidenciales en EE UU
Puesto que toda la pol¨ªtica seria gira en torno a "im¨¢genes", empezar¨¦ por se?alar que en sus ¨²ltimas convenciones consecutivas, los republicanos nombraron a un supuesto "conservador compasivo" y los dem¨®cratas a un supuesto "defensor de las familias trabajadoras". George Walker Bush no ha especificado a qu¨¦ se refiere con los t¨¦rminos "conservador compasivo", pero la implicaci¨®n es que las contribuciones caritativas de los pudientes temerosos de Dios har¨¢n m¨¢s por los pobres de Estados Unidos que los burocr¨¢ticos programas federales decretados por los dem¨®cratas. Al Gore ha sido mucho m¨¢s concreto. En su discurso de aceptaci¨®n de la designaci¨®n dem¨®crata, declar¨® que utilizar¨ªa el super¨¢vit presupuestario federal proyectado para incrementar el salario m¨ªnimo y para mejorar la atenci¨®n sanitaria y las oportunidades de ense?anza de los millones de familias de la clase trabajadora cuyo nivel de vida no ha mejorado en la d¨¦cada de los noventa a pesar de la notable prosperidad de la econom¨ªa nacional en su conjunto. Ambos candidatos expresaron su voluntad de que las fuerzas militares estadounidenses sean las mejor equipadas, las mejor pagadas y las mejor entrenadas del mundo. Los dos parecen compartir la fijaci¨®n tecnol¨®gica de que es posible, y deseable, construir un escudo invulnerable en el espacio para proteger a EE UU frente a los misiles de los "Estados subversivos". Creo que los dem¨®cratas se sienten algo menos atra¨ªdos por esta quimera que los republicanos, pero ser¨ªa imposible para cualquiera de los dos candidatos oponerse a esta profunda, aunque ilusoria, esperanza popular.M¨¢s reveladora que estas im¨¢genes personales fue la elecci¨®n de vicepresidente que hicieron los candidatos. Bush, a quien la prensa llama coloquialmente "W" para diferenciarlo de su padre, opt¨® por Dick Cheney, un hombre que ha tenido mucho m¨¢s ¨¦xito en los negocios del petr¨®leo que el propio "W", y que ejerci¨® como secretario de Defensa en el Gobierno del padre del candidato, el presidente George Herbert Walker Bush. Cheney ganar¨ªa indudablemente cualquier competici¨®n por el historial de votaciones m¨¢s conservadoras como miembro del Congreso: contra todas las leyes sobre derechos civiles, contra todas las leyes sobre el control de armas, contra el derecho al aborto aun en el caso de violaci¨®n, contra todas las restricciones a las perforaciones petrol¨ªferas en los parques nacionales, contra los programas Head Start en los distritos escolares pobres y con minor¨ªas ¨¦tnicas y contra una resoluci¨®n del Congreso que ped¨ªa la liberaci¨®n de Nelson Mandela cuando estaba en la c¨¢rcel. Tiene una alt¨ªsima reputaci¨®n como ejecutivo empresarial en la industria del petr¨®leo y como amigo firme de Arabia Saud¨ª y de los diversos reinos petrol¨ªferos de jeques ¨¢rabes. Est¨¢ a favor de unos presupuestos militares mucho m¨¢s elevados que los de los ¨²ltimos a?os. La designaci¨®n de Cheney es una clara se?al de que, en esencia, aunque no en imagen, un Gobierno de Bush ser¨ªa absolutamente conservador.
Al Gore eligi¨® como vicepresidente al senador Joe Lieberman, el primer jud¨ªo que ha sido designado para un cargo federal y un hombre con una reputaci¨®n excelente, tanto por sus juicios pol¨ªticos independientes como por su elevada ¨¦tica personal. Lieberman ha votado aproximadamente el 90% de las veces con la Administraci¨®n de Clinton, pero tambi¨¦n ha mostrado su desacuerdo con la pol¨ªtica dem¨®crata precisamente en ¨¢reas que han sido especialmente delicadas para los fieles del partido, como la oposici¨®n frontal a invertir la recaudaci¨®n fiscal en escuelas privadas (a menudo relacionadas con la Iglesia) y la inviolabilidad de los programas de discriminaci¨®n positiva. En los ¨²ltimos a?os, Lieberman ha alabado con reservas el movimiento a favor de las "escuelas concertadas" que permite a las escuelas organizadas a nivel privado recibir fondos fiscales siempre que cumplan ciertos criterios establecidos por ley. Tambi¨¦n ha afirmado (a pesar de su participaci¨®n activa en el movimiento a favor de los derechos civiles de 1960) que, transcurridas varias d¨¦cadas desde la promulgaci¨®n de las leyes sobre derechos civiles, deber¨ªa limitarse la continuaci¨®n de las pol¨ªticas educativas y laborales que favorecen a los negros y a los hispanos sobre la base de la "raza". Los sindicatos de profesores y el gran porcentaje de estadounidenses que defienden un sistema de ense?anza totalmente laico se oponen a todo tipo de subsidio a las escuelas privadas. Asimismo, la mayor¨ªa de las organizaciones que representan a las minor¨ªas ¨¦tnicas insisten en que las desventajas hist¨®ricas de los negros y los hispanos no han sido superadas hasta el punto de poder prescindir de los programas federales que les favorecen.
Se ha especulado mucho sobre la raz¨®n por la cual Gore eligi¨® a Lieberman. Claramente fue un gesto para atraer los votos de muchas minor¨ªas ¨¦tnicas, religiosas y de inmigrantes que tradicionalmente se han visto mucho m¨¢s beneficiadas por los Gobiernos dem¨®cratas que por los republicanos. Tambi¨¦n fue una jugada astuta desde el punto de vista pol¨ªtico en el sentido de que Lieberman, como jud¨ªo ortodoxo, resulta particularmente admirable para los cristianos fundamentalistas que no son antisemitas; y al mismo tiempo, su "modernidad" por haberse divorciado, y su historial de votaciones liberales (en el sentido estadounidense de la palabra "liberal", que significa "progresista" pol¨ªticamente) atraen a todos los liberales, jud¨ªos, cristianos o agn¨®sticos. Al mismo tiempo, los analistas que ponen en duda la sensatez de la elecci¨®n de Gore han resaltado las diferencias de opini¨®n sobre temas especialmente delicados, y tambi¨¦n han indicado que hay m¨¢s votos antisemitas en EE UU de lo que a cualquiera le gustar¨ªa reconocer abiertamente.
Creo que Gore escogi¨® a Lieberman no s¨®lo por ser un jud¨ªo liberal y una persona cuyos or¨ªgenes y carrera encarnan las oportunidades que ofrece EE UU a las minor¨ªas, sino tambi¨¦n por los elementos individuales de sus desacuerdos con el Gobierno de Clinton. Lieberman fue el primer dem¨®crata que recrimin¨® a Clinton por el asunto Lewinsky. Pero apoy¨® al presidente frente a los esfuerzos absolutamente irresponsables de destituir a un presidente elegido dos veces a causa de las embarazosas irregularidades de su comportamiento sexual privado.
Lieberman est¨¢ tambi¨¦n lo suficientemente libre de dogmas dem¨®cratas como para plantearse cosas como las propuestas republicanas sobre vales de ense?anza y recortes del impuesto sobre las plusval¨ªas. Hay suficientes fallos en el sistema de ense?anza p¨²blica y suficientes trucos en las leyes fiscales para los grupos de inter¨¦s como para que un dem¨®crata inteligente negocie con los republicanos en vez de insistir en que la actual pol¨ªtica debe mantenerse tal cual. Mucho me temo que si en los ¨²ltimos ocho a?os Gore hubiese sido un simple senador en lugar de vicepresidente, habr¨ªa podido compartir perfectamente algunos de esos posicionamientos disidentes con Lieberman.
Al mismo tiempo, Lieberman es un gran colega y admirador de los puntos fuertes personales de Gore. El vicepresidente siempre ha estado firme en la defensa de los derechos civiles y de la igualdad de oportunidades para las mujeres y las minor¨ªas ¨¦tnicas, en el trabajo duro, en aptitudes, y en honestidad a la hora de desempe?ar sus funciones p¨²blicas. ?l, m¨¢s directamente que Clinton, ha dado forma a las pol¨ªticas de la Administraci¨®n para limpiar la contaminaci¨®n industrial, con relaci¨®n al problema del calentamiento global, la b¨²squeda de fuentes de energ¨ªas limpias y renovables y la utilizaci¨®n de Internet para proporcionar a los ciudadanos, de forma gratuita, toda clase de informaci¨®n cient¨ªfica ¨²til. En estas cuestiones no s¨®lo no hay contradicciones entre los puntos de vista de los dos hombres, sino que se refuerzan mutuamente, y seguramente seguir¨¢n haci¨¦ndolo si se les eligiera presidente y vicepresidente.
Y esto me lleva a uno de los rasgos caracter¨ªsticos del comportamiento pol¨ªtico estadounidense. Si Gore es claramente m¨¢s competente y concreto en sus declaraciones de intenciones pol¨ªticas, si sus puntos de vista est¨¢n m¨¢s cercanos a los de una ligera mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica, como han reflejado los sondeos a lo largo de varios a?os, y si es correcta la creencia general de que el electorado atribuye a la Administraci¨®n federal el m¨¦rito por la prosperidad econ¨®mica, entonces ?por qu¨¦ los sondeos en la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n apuntan hacia una victoria republicana?
Hay, creo yo, varias razones para esta situaci¨®n aparentemente parad¨®jica. Una es que para el electorado estadounidense, el encanto, la confianza en uno mismo y la capacidad para obtener la cooperaci¨®n de las ¨¦lites financieras y profesionales son m¨¢s importantes que las aptitudes personales, la honestidad y la moralidad elevada. Gore puede culminar la convenci¨®n dem¨®crata con un beso apasionado, subido en el escenario, a la que ha sido su mujer durante 30 a?os, en presencia de sus cuatro apuestos hijos adolescentes, mientras los Clinton siguen siendo la pareja m¨¢s at¨ªpica en su vida p¨²blica, que al electorado le da igual. Confiaba en Franklin Roosevelt, Dwight Eisenhower, John F. Kennedy, Ronald Reagan y Bill Clinton, porque todos estos hombres pod¨ªan obtener c¨®modamente y con ¨¦xito la cooperaci¨®n de cualquier experto que necesitaran en cualquier situaci¨®n. Herbert Hoover y Jimmy Carter eran hombres brillantes con unos conocimientos cient¨ªficos impresionantes y una buena personalidad, pero no conectaban adecuadamente con las ¨¦lites pol¨ªticas, financiera y cultural.
Una segunda raz¨®n es que en EE UU, igual que en Europa, hay un gran problema de abstenci¨®n del electorado. Mucha gente con un buen trabajo y una vida c¨®moda no cree que el votar merezca la pena. Mucha gente de todas las clases sociales piensa que no importa demasiado qui¨¦n sea presidente. Los que militan activamente en causas como la discriminaci¨®n positiva y la limpieza del medio ambiente podr¨ªan estar de acuerdo en que los dem¨®cratas est¨¢n dispuestos a hacer m¨¢s que los republicanos, pero sus reivindicaciones exigen mucho m¨¢s de lo que los dem¨®cratas suelen conseguir, con lo que posiblemente se limiten a no votar, o voten a Ralph Nader.
Una tercera raz¨®n es que la gran mayor¨ªa de la clase verdaderamente capitalista en EE UU siente un odio visceral por los dos presidentes estadounidenses Franklin Roosevelt y Bill Clinton, cuya pol¨ªtica les ha salvado de sus propios desatinos. La presidencia de Franklin Roosevelt sigui¨® a un Gobierno republicano que se hab¨ªa quedado literalmente paralizado por sus propias pol¨ªticas deflacionistas. Mediante medidas keynesianas de inversi¨®n p¨²blica, y con simpat¨ªa genuina hacia los esfuerzos de gentes de todas clases por aportar sus talentos personales en todos los campos de actividad, Roosevelt y todos sus colaboradores restauraron la confianza y la diversidad de la econom¨ªa estadounidense. Sesenta a?os m¨¢s tarde, Bill Clinton hered¨® los enormes d¨¦ficit de la era Reagan, caracterizada por unos impuestos bajos y unos gastos militares gigantescos; y tambi¨¦n los problemas de estanflaci¨®n (paro e inflaci¨®n combinados) que ten¨ªan confundida, y desmoralizada, a gran parte de la clase empresarial. Siguiendo los buenos consejos de los secretarios de Hacienda Rubin y Summers, y manteniendo -frente a los ataques de Newt Gingrich y los republicanos de neandertal- los puntos b¨¢sicos del Estado del bienestar democr¨¢tico capitalista, facilit¨® las condiciones ¨®ptimas para la expansi¨®n capitalista que ha caracterizado sus dos mandatos. Puesto que los republicanos se consideran a s¨ª mismos singularmente dotados para guiar la econom¨ªa estadounidense, se han sentido enormemente irritados por los triunfos hist¨®ricos de FDR y Arkansas Bill, el marido infiel, ahora arrepentido.
Resumiendo, si los liberales, las mujeres, las minor¨ªas ¨¦tnicas, los sindicatos y los millones de trabajadores inseguros que carecen de p¨®lizas m¨¦dicas y de escuelas decentes salen a votar, el d¨²o Gore-Lieberman ganar¨¢. Si las minor¨ªas y los sindicatos deciden que no vale la pena el esfuerzo de votar, o que Bush se compenetrar¨¢ mejor con las ¨¦lites, independientemente de sus antecedentes personales o de su falta de ellos, la pareja Bush-Cheney ganar¨¢. Y, por ¨²ltimo, ?por qu¨¦ no he dicho nada de la pol¨ªtica exterior? Porque la pol¨ªtica exterior no influye en el electorado estadounidense a no ser que se produzca una crisis militar inmediata. Y aunque, naturalmente, cabe la posibilidad de que se produzca una crisis as¨ª, y hasta de que se fabrique, la campa?a girar¨¢ en torno a temas nacionales y a la construcci¨®n de im¨¢genes.
Gabriel Jackson es historiador.
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