SE ACABAR? EL CONSUMO MASIVO DE CARNE
Cuando Julio C¨¦sar hizo su entrada triunfal en Roma en el a?o 45 antes de Cristo, lo celebr¨® con un fest¨ªn en el que miles de invitados se atiborraron de aves, pescado y caza. Otras celebraciones similares, basadas en el consumo exorbitante de carne animal, han se?alado las victorias humanas desde que nuestra especie aprendi¨® a controlar el fuego. Hoy, una de las primeras cosas que hace la gente en cuanto sale de la pobreza es cambiar su dieta campesina basada en granos y legumbres a otra rica en cerdo o vaca. Desde 1950, el consumo de carne por persona en todo el mundo se ha duplicado con creces.Parece que la carne no es s¨®lo comida, sino tambi¨¦n un premio. Pero esto cambiar¨¢ en el siglo que entra. As¨ª como hemos tomado conciencia del coste de los cigarrillos, acabaremos por darnos cuenta de que no podemos seguir ignorando los costes de la producci¨®n masiva de vacuno, aves, cerdos, ovejas y peces para alimentarnos. Entre estos costes se incluye el uso ineficaz de la tierra y del agua, la enorme poluci¨®n causada por las heces del ganado, el aumento de las enfermedades degenerativas y la incesante destrucci¨®n de los bosques de los que depende la vida de nuestro planeta.
Consideremos primero el impacto en las reservas de agua. Para producir un kilo de buey cebado hacen falta siete kilos de grano, para los que son necesarios 7.000 litros de agua. Deje de tomar una hamburguesa y ahorrar¨¢ tanta agua como si se hubiera dado 40 duchas con una alcachofa de bajo flujo. A pesar de esto, en EE UU el 70% de todo el trigo, ma¨ªz y dem¨¢s granos se emplea en alimentar a animales. En todo el mundo se est¨¢ dedicando el agua para alimentar a cerdos y pollos en vez de para producir cosechas para el consumo directo. Por eso hay millones de pozos que se est¨¢n quedando secos. India, China, el norte de ?frica y EE UU sacan m¨¢s agua de los acu¨ªferos de la que la lluvia repone. Como las poblaciones en las zonas con escasez de agua se siguen expandiendo, los Gobiernos tendr¨¢n que actuar para acabar con este d¨¦ficit y dedicar el agua al cultivo de alimentos, no de pienso. La nueva pol¨ªtica elevar¨¢ el precio de la carne a niveles inasequibles.
El consumo de grano no puede proporcionar las mismas prote¨ªnas que el de la carne. Es verdad, pero los expertos en nutrici¨®n dar¨¢n fe de que la gente de los pa¨ªses ricos no necesita tantas prote¨ªnas como las que obtiene ahora de la carne, y que hay muchas fuentes vegetales que nos pueden proporcionar las prote¨ªnas necesarias.
La producci¨®n de carne se ha convertido tambi¨¦n en una fuente de poluci¨®n. En los ¨²ltimos a?os, el esti¨¦rcol del ganado ha estado implicado en muertes masivas de peces y en brotes de enfermedades. En EE UU, el ganado produce 130 veces m¨¢s excrementos que las personas. Una granja de cerdos de Utah produce m¨¢s residuos que la ciudad de Los ?ngeles. La agricultura es la causa principal de deforestaci¨®n y la creciente demanda de carne es el motor de la expansi¨®n de la agricultura.
Lo que ha demostrado ser una carga insostenible para la vida del planeta es tambi¨¦n insostenible para la especie dominante. El reciente cambio de la dieta en China hacia un mayor consumo de carne se ha visto ligado al aumento de la obesidad, enfermedades cardiovasculares, c¨¢ncer de mama y c¨¢ncer de colon y recto. Adem¨¢s, est¨¢ la preocupaci¨®n de qu¨¦ le sucede a la gente que come la carne de animales a los que se les ha llenado hasta arriba de organismos gen¨¦ticamente modificados y hormonas.
Estas preocupaciones pueden parecer antinaturales. Podr¨ªamos decir que lo natural para nosotros es comer carne. Sin embargo, cuando pasamos de la caza y la recolecci¨®n silvestre al pastoreo y al cultivo, cambiamos de forma irrevocable el equilibrio natural. El cambio nos permiti¨® producir super¨¢vit de comida, pero este super¨¢vit tambi¨¦n nos permiti¨® reproducirnos prodigiosamente.
As¨ª hemos puesto en peligro a otros grandes predadores que tambi¨¦n necesitan espacio. Los tigres y panteras puede que no sobrevivan al pr¨®ximo siglo. Nosotros, por lo menos, tenemos flexibilidad para adaptarnos y bajar en la cadena alimenticia. Podemos olvidar que hemos comido animales y descubrir la satisfacci¨®n de una dieta basada en plantas, como ya han hecho millones de personas. No estoy prediciendo el fin del consumo de carne. Se seguir¨¢ criando ganado para personas que se puedan pagar un solomillo, mientras que otros har¨¢n una excepci¨®n en comidas ceremoniales en d¨ªas especiales, como Acci¨®n de Gracias, que nos vinculan ritualmente a nuestro pasado cultural. Pero la era de la producci¨®n masiva de carne animal y su coste insostenible debe acabar antes de que termine el pr¨®ximo siglo.
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