Romeo Castellucci activa nuestra cuenta atr¨¢s con el ¡®R¨¦quiem¡¯ de Mozart
El ¡®r¨¦gisseur¡¯ italiano debuta en el Liceu de Barcelona con una buena acogida de su imaginativa dramatizaci¨®n de la misa de difuntos del compositor salzburgu¨¦s, en la que el coro destac¨® m¨¢s a nivel esc¨¦nico que vocal


¡°Todo acabar¨¢ en un lento desvanecimiento hacia la nada. Este mismo teatro, esta misma m¨²sica, esta realidad. Incluso La Gioconda ser¨¢ polvo alg¨²n d¨ªa¡±, as¨ª responde el r¨¦gisseur Romeo Castellucci a la pregunta de por qu¨¦ poner en escena la genial e inacabada misa de difuntos de Wolfgang Amad¨¦ Mozart en el programa de mano de R¨¦quiem. Una producci¨®n que naci¨® en el Festival de Aix-en-Provence en 2019 y que ha recorrido varios teatros de todo el mundo, incluido el Palau de Les Arts de Valencia, donde pudo recuperarse en octubre de 2021, muy influenciada entonces por los terribles ecos de la pandemia. El pasado martes 18 de febrero Castellucci debut¨® con ella en el Liceu de Barcelona, donde todav¨ªa no est¨¢ claro si podr¨¢n representarse las dos primeras partes de su inacabada producci¨®n de El anillo del nibelungo, de Wagner.
Castellucci maneja de forma admirable cualquier espect¨¢culo oper¨ªstico, con suficientes dosis de ambig¨¹edad esc¨¦nica para plasmar sus ideas filos¨®ficas y creativas. Todav¨ªa se recuerda en el Teatro Real su poderosa producci¨®n de Mois¨¦s y Aar¨®n, de Sch?nberg, aunque sus mayores ¨¦xitos suelen estar relacionados con obras sin dramaturgia. Ese es el caso de su impresionante versi¨®n de Juana de Arco en la hoguera, de Honegger, pero tambi¨¦n de este R¨¦quiem de Mozart, que tuvo su continuaci¨®n en Aix-en-Provence hace tres a?os con otra producci¨®n-instalaci¨®n centrada en la muerte titulada Resurrecci¨®n y basada en la Sinfon¨ªa n¨²m. 2 de Mahler.
En el programa de mano, el director de escena habla de R¨¦quiem como una celebraci¨®n de la vida. Sin embargo, su dramaturgia funciona, en realidad, como una gigantesca cuenta atr¨¢s hacia nuestra propia extinci¨®n. Vemos proyectada sobre el fondo de la escena una interminable enumeraci¨®n de especies, lugares y objetos que ya no existen, a la que denomina Gran Atlas de las Extinciones. La lista trasciende hasta el tiempo presente y se proyecta la extinci¨®n de lugares emblem¨¢ticos de Barcelona, incluso del teatro donde estamos sentados. Prosigue con todo lo que nos rodea a nivel material, f¨ªsico, humano, moral, intelectual y afectivo, hasta la m¨²sica que escuchamos se anuncia entre las extinciones.

Ese escalofriante momento se produjo, concretamente, al final de la repetici¨®n del contrapunto de Hosanna del Sanctus. Se trata de uno de los momentos menos logrados musicalmente de la genial misa de Mozart, obra de su alumno Franz Xaver S¨¹?mayr, que se encarg¨® de finalizarla. Pero aqu¨ª Castellucci encuentra la clave fundamental en colaboraci¨®n con el director de orquesta franc¨¦s Rapha?l Pichon, que estren¨® esta producci¨®n y le propuso a?adir un arreglo de O Gotteslamm, dein Leben, el primero de los dos bellos cantos sacros alemanes K. 343, que Mozart escribi¨® en 1787. Cantado primero en solitario por la exquisita voz de la mezzosoprano Marina Viotti y repetido como un coral luterano por los integrantes del coro tumbados como muertos sobre el escenario, fue uno de los momentos m¨¢s emotivos e inolvidables de la noche.
Hasta ese momento, Castellucci hab¨ªa ido superponiendo capas sobre el escenario en una especie de flashback con im¨¢genes brillantes, momentos din¨¢micos y otros algo m¨¢s mon¨®tonos. Escenas compuestas con sus caracter¨ªsticos elementos visuales, pero con poca conexi¨®n con la m¨²sica interpretada. Prueba de ello es su extra?a concesi¨®n a la danza popular en los pasajes m¨¢s din¨¢micos del R¨¦quiem, coreografiados por Evelin Facchini, donde pareci¨® evocar el primitivismo de la producci¨®n original de La consagraci¨®n de la primavera, de Stravinski, aunque con la intervenci¨®n del coro, que es el gran personaje de esta producci¨®n.
Todo se inicia con la muerte de una anciana que desaparece en su cama despu¨¦s de acostarse. Entonces comienza ese viaje inverso que la convertir¨¢ al final en un beb¨¦ solitario ante la inmensidad de un escenario completamente arrasado y previamente elevado hasta alcanzar la verticalidad. La m¨²sica arranca con la sencillez de dos ant¨ªfonas a canto llano, a las que sigue la primera composici¨®n de Mozart, que es una reconstrucci¨®n de la versi¨®n original para orquesta y coro de M¨²sica para un funeral mas¨®nico, K. 477. A continuaci¨®n, se escucha otro logro musical de esta producci¨®n: el temprano Kyrie en re menor, K. 90, con su texto parodiado como miserere, que conecta directamente con el Introito del R¨¦quiem, que est¨¢ en la misma tonalidad.
El resto de las inserciones musicales seleccionadas por Pichon tambi¨¦n fueron acertadas. Como fue el caso de Ne pulvis et cinis, K. Anh. 122, antes del inicio de la secuencia, una versi¨®n a lo divino de un fragmento para bajo, coro y orquesta de la m¨²sica incidental de Thamos, rey de Egipto, K. 345. La escena estaba muy lograda, con el bajo Nicola Ulivieri lanzando polvo y cenizas antes de interpretar con brillantez el Tuba mirum. La secuencia de la misa se dividi¨® en dos con la inclusi¨®n del Solfeggio en fa mayor, K. 393/2, una vocalizaci¨®n para soprano en la que destac¨® la n¨ªtida y transparente voz de David Gonz¨¢lez, ni?o cantor de la Escolan¨ªa de Montserrat. Y el ofertorio tambi¨¦n tuvo su intermedio musical con el motete Quis te comprendat, K. Anh. 110, una reelaboraci¨®n tard¨ªa y ap¨®crifa para coro y orquesta de un fragmento del tercer movimiento de la famosa Gran Partita, K. 361.
La responsabilidad musical de esta reposici¨®n barcelonesa de R¨¦quiem de Castellucci corri¨® a cargo del director italiano Giovanni Antonini. Bajo su direcci¨®n, la Orquesta Sinf¨®nica del Gran Teatre del Liceu consigui¨® unas sonoridades din¨¢micas y contrastadas de tintes historicistas. Eso s¨ª, hubo algunos desequilibrios en el balance general y tambi¨¦n con las voces. De hecho, la producci¨®n fue una verdadera prueba de fuego para el Coro del Gran Teatre del Liceu, dirigido por Pablo Assante. Superaron la parte esc¨¦nica con nota, despu¨¦s de no parar de bailar, tumbarse, levantarse, vestirse y desnudarse durante hora y media. Sin embargo, sus intervenciones vocales se empa?aron puntualmente en los momentos m¨¢s contrapunt¨ªsticos y por una cuerda de soprano con notas agudas forzadas y hasta gritadas.
Lo mejor de esta producci¨®n fueron los cuatro solistas, aparte de su constante actividad esc¨¦nica. Empezando por el timbre ¨¢gil y cristalino de la soprano anglo-austr¨ªaca Anna Prohaska, el tono aterciopelado de la mezzo suiza Marina Viotti, la exquisita ligereza del tenor sudafricano Levy Sekgapane y la riqueza arm¨®nica del bajo italiano Nicola Ulivieri. Sin olvidar las intervenciones del ni?o soprano David Gonz¨¢lez, que tambi¨¦n tuvo su momento esc¨¦nico jugando al f¨²tbol con una calavera y cerr¨® la funci¨®n cantando la ant¨ªfona de difuntos In paradisum, pues fue merecidamente quien recibi¨® las mayores ovaciones al final.
'R¨¦quiem'
Música de Wolfgang Amadé Mozart. Anna Prohaska, soprano; Marina Viotti, mezzosoprano; Levy Sekgapane, tenor; Nicola Ulivieri, bajo. David González, niño cantor de la Escolanía de Montserrat. Coro y Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. Director del coro: Pablo Assante. Dirección musical: Giovanni Antonini. Dirección de escena: Romeo Castellucci. Gran Teatre del Liceu, 18 de febrero. Hasta el 26 de febrero.
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