La nueva agricultura
Hasta no hace mucho tiempo los campos de golf constitu¨ªan un laberinto ideal para esconderse. Entre los jugadores, el que no estaba buscado por la organizaci¨®n jud¨ªa internacional de derechos humanos, Sim¨®n Wishental, estaba requerido por Hacienda, la mafia o la Interpol. ?ste era un santuario que los fugitivos hab¨ªan reservado para s¨ª. Incluso parec¨ªa que el juego estaba dise?ado en exclusiva para sus circunstancias, con el objeto de endurecer el instinto de supervivencia y perfeccionar las artes de evadir los peligros.Primero que nada, el jugador deb¨ªa templar su pulso para llevar la pelota hasta donde hab¨ªa fijado los ojos de un golpe seco con un palo de madera driver. Si uno pose¨ªa la sangre fr¨ªa propia del gremio y estaba acostumbrado a trabajar con un guante en la mano derecha para sostener el rev¨®lver, hab¨ªa reducido las dificultades correspondientes a la m¨ªnima expresi¨®n. Lo cual, aparte de ahorrar el dinero que vale, supon¨ªa evitarse el engorro a menudo frustante del novato, que en el mejor de los casos pod¨ªa deslomarse en el movimiento brusco del swing.
Lo que segu¨ªa era una met¨¢fora de la huida que ya estaba protagonizando el jugador en su propia piel. Ten¨ªa que recorrer un terreno con obst¨¢culos naturales o artificiales en el que hab¨ªa dispuestos 18 hoyos de unos diez cent¨ªmetros de di¨¢metro, que supon¨ªan un nuevo escondrijo al que hab¨ªa que llegar sacrificando la m¨ªnima energ¨ªa posible. Aqu¨ª era determinante de nuevo la sangre fr¨ªa caracter¨ªstica del tipo acostumbrado a burlar a los que le vienen pisando los talones. Con un simple hierro del n¨²mero cinco estaba chupado. Estas longitudes medias se recorr¨ªan sin ning¨²n tipo de penalidad, ci?¨¦ndose al par prescrito en cada calle.
Al final estaba el green, que era la puerta por la que escapar. Entonces hab¨ªa que siturase lo m¨¢s cerca del hoyo posible, sacar un palo tipo putter y rozar la pelota para que rodara con suavidad hacia la libertad. Tambi¨¦n en el tramo final gozaban de ventaja, puesto que los fugitivos profesionales tienen handicap cero.
Sin embargo, ahora concurren toda clase de gentes sobre estos campos. El adelanto de la jubilaci¨®n a los 50 a?os en algunos pa¨ªses y el aumento del nivel econ¨®mico ind¨ªgena han disparado la demanda de estas instalaciones. En muchas zonas del Pa¨ªs Valenciano los campos de golf se han convertido en una nueva agricultura, y casi en el ¨²nico modo de encardinar la azada en el siglo XXI.
Muchos de los labradores que hace apenas unos a?os recog¨ªan algarrobas de costilla de asno, ahora pilotan una segadora de c¨¦sped John Deere, recortan un seto con finura de barbero o cavan un obst¨¢culo de dise?o junto tipos con visera y bermudas que cada vez huyen menos y s¨®lo tratan de entretenerse hasta que la muerte les meta en un hoyo.
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