Cucas
Cuando Linneo bautiz¨® a la cucaracha rubia con el nombre de Blattella germanica, los alemanes protestaron. Sin duda, la especificaci¨®n era injusta, y en su defensa argumentaron que a ellos les parec¨ªa m¨¢s adecuado un origen franc¨¦s. Evidentemente, los franceses pusieron el grito en el cielo; como tambi¨¦n acaeci¨® con los americanos cuando supieron que el sabio sueco les hab¨ªa obsequiado con la m¨¢s grande de todas las cucarachas, bautizada con el nombre de Periplaneta americana. El naturalista de Upsala dio de esta manera rienda suelta a sus prejuicios ¨¦tnicos, y dedic¨® a sus vecinos teutones y a los pueblos americanos aquellas dos repugnantes criaturas del Se?or. En realidad, resulta sorprendente esta subjetividad del autor del Systema Naturae, que desde hace m¨¢s de doscientos a?os obliga a los manuales entomol¨®gicos a especificar que, a pesar de sus nombres, la B. germanica no es originaria de Alemania ni la P. americana lo es de Am¨¦rica, sino que ambas proceden, en ¨²ltima instancia, de Asia. Claro que dado el car¨¢cter omn¨ªvoro de estos bichos, r¨¢pidamente, y gracias al hombre, se distribuyeron por todo el planeta, enmascarando sus or¨ªgenes. Por eso, como sugiere Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, es posible decir que hombres y cucarachas han evolucionado juntos. "El ni siquiera tom¨® aliento -escribe en Cien a?os de soledad- para explicar que las cucarachas como especie era refractaria a cualquier m¨¦todo de exterminio, pues sus 1.600 variedades hab¨ªan resistido a la m¨¢s remota, tenaz y despiadada persecuci¨®n que el hombre hab¨ªa desatado contra ser viviente alguno, hasta el extremo de que as¨ª como se atribu¨ªa al g¨¦nero humano un instinto de reproducci¨®n, deb¨ªa atribu¨ªrsele otro m¨¢s definido y apremiante, que era el instinto de matar cucarachas". En fin, amigos, mato cucarachas, luego existo.
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