El principio del fin del comunismo
"Ma?ana empieza la vida de nuestros nuevos sindicatos. Preocup¨¦monos de que permanezcan siempre independientes y autogestionados y de que trabajen siempre para todos nosotros y para el bien del pa¨ªs, Polonia. La huelga ha terminado".Con estas palabras, pronunciadas por Lech Walesa aquel 31 de agosto, hace ahora 20 a?os, concluy¨® en el astillero de Gdansk la huelga de m¨¢s de dos semanas. Los presentes se pusieron en pie y cantaron el himno nacional, cuya primera estrofa reza: "Todav¨ªa no est¨¢ perdida Polonia".
Acababa de nacer, reconocido por primera vez en un r¨¦gimen del llamado socialismo real, un sindicato independiente con el nombre de Solidaridad. Los huelguistas del astillero de Gdansk consiguieron adem¨¢s que el r¨¦gimen comunista reconociese el derecho de huelga, del que los obreros polacos hicieron abundante uso en los meses que siguieron a aquel hist¨®rico 31 de agosto.
Ni los obreros en huelga del astillero de Gdansk, ni los intelectuales llegados de Varsovia para asesorarlos, ni los representantes del partido comunista, ni los periodistas all¨ª reunidos pod¨ªan imaginarse que aquel 31 de agosto se acababa de poner el primer hito hacia el desmoronamiento del comunismo y la liquidaci¨®n de la divisi¨®n de Europa y del orden impuesto en Yalta, desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
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