El chapuz¨®n de los minusv¨¢lidos
Jes¨²s Laguerta, de 21 a?os, estudiante de segundo curso de Ingenier¨ªa T¨¦cnica Industrial, dedica, desde 1997, y de forma altruista los veranos a la Cruz Roja de Huelva. En su d¨ªa obtuvo el t¨ªtulo de socorrista acu¨¢tico. Esta temporada trabaja en la playa de Matalasca?as durante unas nueve horas diarias para que no se produzca ning¨²n percance. Adem¨¢s, se encarga de coordinar la actuaci¨®n de otros 30 voluntarios de Cruz Roja en esa playa. "Me gusta esta labor solidaria. Yo entr¨¦ en la Cruz Roja para hacer amigos y he conseguido buenas amistades. Segu¨ª y segu¨ª. Realizo las actividades propias de mi edad, entro y salgo, me divierto como puedo, pero el tiempo libre en verano lo dedico a actividades solidarias, se lo entrego a esta instituci¨®n. Acudo all¨ª donde demandan mi asistencia", afirma.Se halla tan identificado con la solidaridad que no le parece relevante lo que hace. Aunque se entusiasma al referirse a algunas actividades de la Cruz Roja. Como un programa piloto que esta instituci¨®n ha puesto en marcha este verano: llevar a la playa, para ba?arlas, a personas minusv¨¢lidas.
Es el encuentro con el mar de muchos ancianos, de personas que han quedado relegadas a una silla de ruedas para toda la vida tras un accidente de tr¨¢fico o de quienes, por enfermedad, no pueden caminar o valerse por s¨ª mismos.
Los voluntarios de Cruz Roja se ayudan de una silla especial, que flota, adquirida por la instituci¨®n, para ba?ar a los minusv¨¢lidos. "A las personas mayores les gusta el simple hecho de estar en la playa. Eso es lo que m¨¢s les divierte, entrar en el agua ya no les atrae tanto. Los incapacitados m¨¢s j¨®venes, de 20 a?os o por ah¨ª, ven el agua y quieren que los ba?emos inmediatamente. Recuerdo un chico, con par¨¢lisis mental, al que el otro d¨ªa introdujimos en el agua y se puso a gritar de alegr¨ªa. Hubo ba?istas que se emocionaron", asegura.
Dispone de escaso tiempo para s¨ª mismo. ?Hasta cu¨¢ndo? "De momento esto es una especie de hobbie. Mi mayor preocupaci¨®n reside en terminar los estudios. Cuando vea que mi aportaci¨®n a la Cruz Roja ya no es v¨¢lida, lo dejo".
Acude todos los d¨ªas a la playa -menos los mi¨¦rcoles, que descansa- pero tiene la piel blanca. Porque su vida discurre entre el puesto de la Cruz Roja y la torre de vigilancia. Los inviernos son distintos al verano. Tiene menos tiempo para la solidaridad, pero va con sus compa?eros y con la camilla por romer¨ªas, carreteras o al estadio Colombino, por si se lesiona alg¨²n futbolista en el transcurso de un partido. Considera una suerte que nunca se ha visto obligado a intervenir en un siniestro grave. "Ha habido compa?eros que s¨ª han tenido que enfrentarse con la sangre e incluso con la muerte de alguien. He visto en la cara de algunos que se pasa mal, pero con m¨¢s o menos fuerza se sobrelleva", indica.
En el ba?ador azul y en la camiseta blanca luce la cruz roja, el emblema de la instituci¨®n. Permanecer¨¢ en Matalasca?as hasta el 10 de septiembre. Por las noches estudia para preparar los ex¨¢menes de las asignaturas pendientes. De lo que no hay nada es de la leyenda de los vigilantes de la playa, al estilo de la famosa serie televisiva. "No se liga nada. Eso de que los socorristas ligan no es cierto. Por lo menos, y desgraciadamente, en mi caso".
Pero el verano est¨¢ a punto de concluir. Jes¨²s Laguerta y los voluntarios de la Cruz Roja observan c¨®mo la playa registra cada d¨ªa la afluencia de menos ba?istas y crece un ambiente de despedida. Ayer martes fue el ¨²ltimo d¨ªa en el que los voluntarios de la Cruz Roja ayudaron a los discapacitados en su ba?o en la playa de Matalasca?as. "La llegada de estas personas no s¨®lo ha estado programada por colectivos, sino que han venido muchas familias para informarse de c¨®mo pod¨ªan traer individualmente a uno de los suyos. Se trata, sin duda, de algo a continuar", afirm¨® Jes¨²s Laguerta.
Por lo dem¨¢s, afortunadamente, todo ha transcurrido con tranquilidad en Matalasca?as. Con un ¨²nico incidente, la pasada semana: volc¨® un patinete y cayeron al agua nueve componentes de una misma familia. Finalmente no ocurri¨® nada. Jes¨²s Laguerta, a nado, recuper¨® a una de las mujeres, que se hab¨ªa agarrado a una boya. "Estaba asustada, casi hist¨¦rica", recuerda. Incidente sin importancia. Un verano azul.
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