Yemas de San Leandro para un laurel singular
Nadie dir¨ªa que el laurel de indias (ficus microcarpa) de la plaza de San Leandro tiene s¨®lo 55 a?os. Su majestuosidad, 15 metros de di¨¢metro y m¨¢s de 20 de altura, con una imponente copa, hacen de este ejemplar un ¨¢rbol singular, al mismo tiempo que un s¨ªmbolo ¨²nico para el barrio y para el entorno de la plaza.El llamado "¨¢rbol que anda" por los habitantes del sureste asi¨¢tico, Malasia e isla de Java (pa¨ªses de donde es aut¨®ctono), llega a tener, en la edad adulta, ra¨ªces a¨¦reas que cuelgan hasta al suelo. A ¨¦ste, eso no le ocurrir¨¢; el de San Leandro no vivir¨¢ m¨¢s de 300 a?os, que viene a ser la mitad de lo que suele vivir cualquier ¨¢rbol que crece en su medio natural.
De crecimiento r¨¢pido, este fucus, de la misma familia que las higueras, ha tenido, a lo largo de su corta vida, graves problemas de salud. Ya en 1983 los jardineros municipales tuvieron que hacer pozos alrededor y drenarlos para que no se muriese.
Elegido como mascota por la hoy desaparecida asociaci¨®n de vecinos de La Morer¨ªa, sigue siendo, sin embargo, una referencia arb¨®rea importante en el casco antiguo sevillano. A este laurel no le gusta el fr¨ªo. De hoja perenne y peque?a, tiene una piel lisa y una madera quebradiza. El color es verde oscuro brillante. Sus frutos son globosos amarillentos o rojizos. Prefiere una situaci¨®n soleada y le molesta el cemento. Los mejores ejemplares sevillanos de esta especie se encuentran en los jardines del Palacio de San Telmo y en el parque de Mar¨ªa Luisa.
Situado frente al convento que da nombre a la plaza, muy famoso por sus yemas, quiz¨¢ se alimente del olor que ¨¦stas desprenden. Aunque el aroma, quiz¨¢, no le sea suficiente porque, ¨²ltimamente, ha vuelto a enfermar. El responsable municipal de Parques y Jardines, Jos¨¦ El¨ªas, ya est¨¢ preparando una nueva terapia. "El empedrado lo asfixia. Si no queremos que muera, tenemos que volver a abril los pozos, abonarlo y procurar que respire". Mientras tanto, la reci¨¦n restaurada fuente de la Pila del Pato, lo alegra con sus chorros.
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