Papa 'bueno' y Papa 'malo', juntos a los altares
El Vaticano suscita una nueva pol¨¦mica al beatificar hoy simult¨¢neamente a Juan XXIII y P¨ªo IX
Mientras Italia celebra con programas de televisi¨®n, libros y art¨ªculos hagiogr¨¢ficos la figura de Angelo Giuseppe Roncalli (1958-1963), la beatificaci¨®n de Giovanni Maria Mastai Ferretti (1846-1878) ha desatado cr¨ªticas tanto en el mundo cat¨®lico como en sectores jud¨ªos. El gran pecado pol¨ªtico de P¨ªo IX, su encarnizada lucha contra la unificaci¨®n de Italia, parece, sin embargo, una cuesti¨®n olvidada. La causa de beatificaci¨®n de P¨ªo IX, promovida por su sucesor P¨ªo X, ha dormido el sue?o de los justos en los archivos de la Congregaci¨®n para la Causa de los Santos durante 93 a?os. En todo ese tiempo, ocho papas diferentes han examinado y han vuelto a dejar en su sitio los documentos de la causa.
Pese a la solidaridad natural entre padres de la Iglesia, ninguno de sus sucesores parec¨ªa dispuesto a elevar a los altares al pont¨ªfice que luch¨® hasta el final contra la unificaci¨®n de Italia, excomulg¨® al rey Vittorio Emanuele II y pidi¨® a los romanos que no respaldaran con su voto la nueva realidad nacional. Pero, sobre todo, el papa del Syllabus, un ¨ªndice de errores anexo a la enc¨ªclica Quanta Cura de 1864, en el que condena sin reservas todas las doctrinas religiosas o filos¨®ficas ajenas a la propia. Desde el racionalismo (incluso el moderado) hasta el pante¨ªsmo o el naturalismo, pasando, obviamente, por el comunismo, socialismo, y hasta las sociedades secretas y las cl¨¦rico-liberales.
S¨®lo Juan Pablo II se ha sentido capaz de llevar adelante una beatificaci¨®n que, todav¨ªa hoy, despierta tanta hostilidad. El papa polaco ha aprovechado una oportunidad de oro, la que le ofrec¨ªa la doble beatificaci¨®n de Juan XXIII y P¨ªo XII. La idea inicial fue de Pablo VI, que quer¨ªa contentar a distintos sectores de la Curia romana. A los que admiraban a Eugenio Pacelli, por su firmeza anti-comunista, y a los defensores de Juan XXIII, el papa reformista que inici¨® el "deshielo" con la URSS.
Sin embargo, la causa de Eugenio Pacelli ha tropezado con demasiados obst¨¢culos. Su Pontificado, que coincidi¨® con la II Guerra Mundial, es uno de los m¨¢s discutidos de la historia de la Iglesia, no tanto porque el Papa no llegara a condenar el Holocausto, sino por su obstinaci¨®n en preservar por encima de todo los lazos con Alemania, lo que le impidi¨® condenar claramente la invasi¨®n de Polonia.
Juan Pablo II ha comprendido que el a?o del Jubileo, el del mea culpa de la Iglesia, no pod¨ªa ser el a?o de la beatificaci¨®n de P¨ªo XII. Pero ha tenido la audacia suficiente como para llenar el hueco que deja Pacelli con otra figura pol¨¦mica que en solitario no hubiera podido abrirse paso hasta los altares: P¨ªo IX, criticado por anti-semita y reaccionario, pero cuya imagen autoritaria resulta m¨¢s digerible que la de P¨ªo XII.
La historia de Giovanni Maria Mastai Ferretti, nacido en 1792, descendiente de una familia noble de Senigallia (Ancona), en la costa noreste del pa¨ªs, est¨¢ plagada de contradicciones. Elegido papa a los 54 a?os de edad, como una alternativa reformista a su reaccionario antecesor,Gregorio XVI, en los dos primeros a?os de pontificado pareci¨® ajustarse a la imagen prevista. Una de sus primeras decisiones fue abrir las puertas del gueto jud¨ªo que exist¨ªa en Roma desde el siglo XVI. Pero la implantaci¨®n de la rep¨²blica romana en 1848 marc¨® un giro brutal a su pol¨ªtica.
El Papa, que se refugi¨® en el Reino de las Dos Sicilias, no olvid¨® el episodio. A su regreso a Roma decidi¨® que era necesario un rearme moral. En 1854 promulga el dogma de la Inmaculada Concepci¨®n y, diez a?os despu¨¦s, la enc¨ªclica Quanta Cura con el mort¨ªfero Syllabus. En 1870, P¨ªo IX convoc¨® el Concilio Vaticano I, que estableci¨® el dogma de la infalibilidad del Papa, una r¨¦mora para los actuales deseos ecum¨¦nicos de la Iglesia.
El tiempo ha ido limando muchas asperezas, pero todav¨ªa hoy, mientras la intelectualidad italiana se repliega con un gesto de disgusto ante el solo nombre de P¨ªo IX, la llamada "aristocracia negra", los Ruspoli, los Borghese, los Torlonia, los Massimo dedicar¨¢n hoy un homenaje al Pont¨ªfice en la iglesia romana de San Lorenzo in Lucina.
Las autoridades vaticanas han subrayado que el propio Juan XXIII declar¨® ya su intenci¨®n de hacer beato a Giovanni Maria Mastai. Que en 1962, un a?o antes de morir, Roncalli hizo p¨²blico su aprecio rotundo por P¨ªo IX. Quiz¨¢ llevado por la solidaridad que une a todos los pont¨ªfices, en la confianza de servir a una instituci¨®n sagrada, el "Papa bueno", dicen, admiraba profundamente a su antecesor. M¨¢s all¨¢ de las muestras de cerraz¨®n ideol¨®gica y espiritual, Juan XXIII reconoc¨ªa en P¨ªo IX la fuerza de un papa decidido a salvaguardar por encima de todo el patrimonio material, cultural y espiritual de la Iglesia.
El economista Ernesto Rossi sostiene, de otra manera, la misma tesis vaticana en su libro El Syllabus y despu¨¦s, escrito hace 35 a?os y ahora reeditado. Es decir, la de que existe una coherencia ideol¨®gica profunda que liga a todos los pont¨ªfices. En el libro, Rossi se limita a recoger los anatemas, excomuniones y profec¨ªas hechos por los ocho pont¨ªfices que reinaron en el Vaticano entre 1865 y 1965 (el a?o en que public¨® el libro), con especial hincapi¨¦ en el Syllabus de P¨ªo IX, y demuestra que este ¨²ltimo est¨¢ lejos de ser una excepci¨®n. "La Iglesia cat¨®lica es por su propia naturaleza intolerante, teocr¨¢tica y totalitaria", escrib¨ªa Rossi, que incluye en su libro tambi¨¦n a Juan XXIII.
Angelo Roncalli, nacido en Bergamo, en el norte de Italia, de familia campesina, encarna el mejor lado de la Iglesia, y a ¨¦l ha encomendado Juan Pablo la tarea p¨®stuma de dar cobijo a su controvertido antecesor Giovanni Maria Mastai. Roncalli, como P¨ªo IX, convoc¨® un concilio, el Vaticano II, pero de signo completamente distinto al Vaticano I; inici¨® el "deshielo" con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y, en su enc¨ªclica Pacem in Terris, de 1963, los estudiosos del catolicismo ven el nacimiento de la moderna doctrina social de la Iglesia.
La beatificaci¨®n de Juan XXIII ha sido celebrada por la intelectualidad laica italiana con un fervor nunca visto. Y sobre su papado se han derramado toneladas de elogios. La personalidad del Papa emerge purificada de cualquier vestigio de debilidad humana, su aparente afici¨®n al tabaco y a la gastronom¨ªa. Un beato debe ser un ejemplo de una pieza. Y m¨¢s si, como en este caso, est¨¢ obligado a compensar el d¨¦ficit de afecto que despierta su compa?ero de beatificaci¨®n, el discutido P¨ªo IX.
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