Del anatema al di¨¢logo
Resulta dif¨ªcil entender la beatificaci¨®n del papa P¨ªo IX. Y m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa que se produzca junto a la de Juan XXIII, cuando se trata de dos personalidades religiosas poco conciliables, que tuvieron actuaciones eclesi¨¢sticas en buena medida contrapuestas.Entre los rasgos que mejor identifican a P¨ªo IX cabe destacar su actitud antiliberal y su estrategia restauracionista, que llev¨® a cabo durante su largo pontificado (?32 a?os!) a trav¨¦s de la definici¨®n del dogma de la Inmaculada Concepci¨®n, la publicaci¨®n del Syllabus y la definici¨®n del dogma de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano I. Esto contrasta con la actitud tolerante y la estrategia reformadora de Juan XXIII puestas de manifiesto, entre otros hechos, con la convocatoria del Concilio Vaticano II y la enc¨ªclica Pacem in terris.
P¨ªo IX recopila en el Syllabus los "errores modernos" que ¨¦l mismo hab¨ªa condenado en multitud de ocasiones. En el terreno filos¨®fico anatematiza el naturalismo, el racionalismo -tanto el "absoluto" como el "moderado"-. En el ¨¢mbito de los derechos humanos, considera la libertad religiosa, as¨ª como las libertades de culto, opini¨®n y pensamiento, como libertades de perdici¨®n. En el aspecto religioso condena el protestantismo, el conciliarismo, las sociedades cl¨¦rico-liberales y las sociedades b¨ªblicas, que coloca al lado de las sociedades secretas. En las cuestiones pol¨ªticas se opone al liberalismo, la separaci¨®n Iglesia-Estado, la voluntad popular y la escuela laica. Sobre los modelos econ¨®micos, descalifica el comunismo y el socialismo. El Syllabus declara finalmente que el pont¨ªfice no puede ni debe reconciliarse con el progreso, el liberalismo y la civilizaci¨®n moderna.
Cien a?os despu¨¦s, Juan XXIII publica la enc¨ªclica Pacem in terris y defiende las libertades y los derechos sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos de todos los seres humanos y, muy especialmente, la promoci¨®n de la mujer, dentro del esp¨ªritu de la declaraci¨®n de los derechos humanos de la ONU. Por las mismas fechas, el Concilio Vaticano II pasaba del anatema contra la modernidad al di¨¢logo, y de la condena de la secularizaci¨®n a su acogida positiva. Asimismo, se abr¨ªa el camino hacia la Iglesia de los pobres.
Con P¨ªo IX, la exaltaci¨®n del poder papal, que se torna absoluto en el orden temporal y en el religioso, logr¨® sus m¨¢ximos hist¨®ricos. La exaltaci¨®n llega a su cenit con la definici¨®n del dogma de la infalibilidad en el Vaticano I, que tuvo en contra a numerosos padres conciliares. "Las definiciones del Romano Pont¨ªfice", declaraba el concilio, "son irreformables por s¨ª mismas y no por el consentimiento de la Iglesia".
Juan XXIII inicia un modelo de Iglesia colegial, e incluso democr¨¢tico, que tiene su ratificaci¨®n doctrinal en los documentos del Vaticano II, que marca el final de la cristiandad triunfante, del poder temporal de la Iglesia, del autoritarismo papal y de las alianzas entre el trono y el altar, y el comienzo de un nuevo paradigma: el de la Iglesia pueblo de Dios y comunidad de creyentes al servicio del mundo. ?Adem¨¢s, no define ning¨²n dogma!
En el terreno interreligioso, P¨ªo IX dif¨ªcilmente puede ser presentado como modelo de comportamiento ecum¨¦nico. Orden¨® la reconstrucci¨®n de los muros del gueto jud¨ªo en Roma y los jud¨ªos recibieron todo tipo de presiones para que abrazaran la fe cat¨®lica. Peor a¨²n: se arrebataron ni?os jud¨ªos a sus padres para bautizarlos en secreto. Por actuaciones como ¨¦stas ha pedido perd¨®n a la humanidad Juan Pablo II este a?o. ?C¨®mo puede beatificarse, unos meses despu¨¦s, a un antisemita de palabra y obra como P¨ªo IX?
Tras la beatificaci¨®n del primer papa infalible de la historia cabe recordar las palabras del P. Gioachino Ventura en el Paneg¨ªrico de Daniel O'Connel pronunciadas en Roma en 1947: "Si la Iglesia no camina al ritmo de los pueblos, no por eso dejar¨¢n de caminar los pueblos; seguir¨¢n avanzando sin la Iglesia, fuera de la Iglesia o contra la Iglesia. Yo preferir¨ªa que lo hicieran con la Iglesia. Pero con gestos como la beatificaci¨®n de P¨ªo IX, no lo veo f¨¢cil".
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