Isabelle Huppert multiplica su talento dirigida por Chabrol
Los actores sostienen un filme de Sally Potter
Si Gracias por el cholocate, la ¨²ltima pel¨ªcula de Claude Chabrol, hubiera concursado, no supondr¨ªa ning¨²n riesgo vaticinar que su protagonista, Isabelle Huppert, ganar¨ªa de calle el premio a la mejor actriz. Como siempre que act¨²a con Chabrol, esta eminente actriz francesa saca de su m¨ªnima figura una endiablada energ¨ªa expresiva que le da arrestos para adue?arse sin esfuerzo aparente de la pantalla. Y la alt¨ªsima inteligencia del filme se multiplica gracias a ella.
Tendencia a la estampita
Desde que en 1988 ganara en este festival, con el filme dirigido por Claude Chabrol Un asunto de mujeres, el premio a la mejor interpretaci¨®n femenina, Isabelle Huppert ha vuelto a protagonizar otras cuatro pel¨ªculas dirigidas por este gran cineasta, que parece encontrar en ella a la m¨¦dium inquietante, contenida y secretamente explosiva que su discurso cinematogr¨¢fico requiere para alcanzar el m¨¢ximo de su elocuencia y de su eficacia persuasiva. Son estos filmes Madame Bovary (1991), La ceremonia (1995), No va m¨¢s (1997) y ahora esta Gracias por el chocolate, en la que la peque?a y gigantesca actriz francesa alcanza una de sus cumbres.Pocas veces se ha visto en el cine reciente una representaci¨®n tan concisa, certera, convincente y, a ratos, casi parad¨®jicamente conmovedora de la absoluta maldad de una mujer como la que alcanza a componer Isabelle Huppert en esta notabil¨ªsima -aunque no totalmente redonda, pues contiene dos graves imprecisiones en el gui¨®n, que da?an la credibilidad del personaje del marido, muy bien interpretado por Jacques Dutronc- pel¨ªcula de indagaci¨®n en los recovecos malvados de una mente erosionada por las carencias enquistadas en la sociedad que la cerca. La capacidad de la actriz para reducir a la m¨¢xima simplicidad ecuaciones muy complejas y tortuosas del comportamiento no deja lugar para la duda: es una de las m¨¢s grandes int¨¦rpretes del cine europeo, una actriz siempre inmensa pero genial cuando se mueve dentro de una imagen ideada y organizada por Chabrol, que ahora, con m¨¢s de setenta a?os y medio centenar largo de pel¨ªculas a su espalda, est¨¢ alcanzando, como su actriz, la cima de s¨ª mismo, la plena posesi¨®n de su inteligencia y su mirada.
Dice Chabrol, para radiografiar el fondo de su filme y de su personaje: "La maldad absoluta, la perversidad, es el asunto principal que propone la pel¨ªcula, y he intentado contarlo mediante la representaci¨®n del progresivo desmoronamiento de las certezas m¨¢s s¨®lidas sobre las que se sostiene nuestra sociedad: los hijos y la familia. La idea de fondo del filme es hacer comprender, o al menos hacer percibir, que las que se consideran realidades m¨¢s firmes y seguras de nuestro mundo, a medida que el tiempo pasa, se est¨¢n pulverizando literalmente". De nuevo asoma la matem¨¢tica maquinaria de la inteligencia subversiva de Chabrol. Su demoledora iron¨ªa tr¨¢gica se pone otra vez en marcha, se filtra por los poros de la pantalla de Gracias por el chocolate e Isabelle Huppert, ya due?a de esa pantalla, absorbe la inteligencia corrosiva de su director, la hace suya y, desde s¨ª misma, desde la m¨¢gica qu¨ªmica de su gesto y de su genio expresivo exacto y esponjoso, multiplica el ¨¢cido esc¨¦ptico de Chabrol con una rara suavidad, con una sorprendente dulzura que endurece a¨²n m¨¢s el duro filme.
La compleja sencillez del trabajo de Chabrol y Huppert contrasta con la complicada simploner¨ªa que la brit¨¢nica Sally Potter despliega para resolver The man who cried, que comienza muy bien, con fuerza, buen gusto y dolor l¨ªrico, pero que poco a poco -debido a la tendencia, por lo visto superior a su sentido autocr¨ªtico, de esta elegante cineasta a dejarse seducir por la tentaci¨®n de la estampita y degradar as¨ª lo bello a la condici¨®n inferior de bonito- pierde vigor, emoci¨®n y, lo que es m¨¢s grave, calidad de construcci¨®n y sentido vertebral, hasta quedarse arrugada, sin esqueleto que la sustente, en la media hora final. La pel¨ªcula se sostiene gracias a un excelente cuarteto de int¨¦rpretes: Christina Ricci, John Turturro, Johnny Depp y Cate Blanchett. Pero, pese a ellos, la bella musicalidad de este inicialmente bello y finalmente s¨®lo bonito filme acaba desembocando en el mal silencio de la mudez.
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