Bloqueo europeo
Visiones demasiado dispares sobre el presente y el futuro de la Uni¨®n Europea est¨¢n dificultando seriamente las negociaciones sobre la reforma de las instituciones. La UE necesita esta reforma urgentemente, no s¨®lo para hacer posible una eventual ampliaci¨®n al Este, sino para funcionar de modo satisfactorio a quince. La reciente reuni¨®n informal de los ministros de Exteriores en ?vian ha producido m¨¢s distorsiones que claridad. Aparcado de momento el gran debate sobre el futuro profundo de Europa que franceses y alemanes lanzaron antes del verano, lo urgente es que los Quince alcancen en diciembre en Niza un acuerdo sobre nuevos sistemas de decisiones por mayor¨ªa en el Consejo de Ministros, la recuperaci¨®n por la Comisi¨®n Europea de su car¨¢cter supranacional y posibilitar de forma controlada integraciones a varias velocidades. De momento, a tres meses de esa cita, casi todos se guardan sus comodines. De no producirse un acercamiento de posturas, un fracaso en Niza podr¨ªa generar una crisis de confianza en la UE y movimientos de frustraci¨®n entre los pa¨ªses que aspiran a entrar.Detr¨¢s de la variedad de posiciones hay m¨²ltiples y contrapuestos intereses nacionales, seg¨²n l¨ªneas divisorias que vienen de lejos: grandes contra peque?os (y Espa?a, en medio); integracionistas contra soberanistas, o enfoques m¨¢s pol¨ªticos de la integraci¨®n frente a otros m¨¢s econ¨®micos, como el que parece defender el ministro espa?ol de Exteriores, Josep Piqu¨¦. Resulta dif¨ªcil llegar a un acuerdo a corto plazo con puntos de partida tan dispares.
Las chispas que han provocado las inoportunas declaraciones del comisario alem¨¢n G¨¹nther Verheugen -rectificadas ayer en la Euroc¨¢mara- han puesto de relieve no s¨®lo la cacofon¨ªa de una Comisi¨®n que Prodi no consigue liderar, sino la falta de visi¨®n clara sobre el rumbo de la ampliaci¨®n geogr¨¢fica. Verheugen lleg¨® a sugerir la posibilidad de un refer¨¦ndum sobre la ampliaci¨®n en Alemania, el ¨²nico pa¨ªs cuya Constituci¨®n no contempla estas consultas, aunque es algo que socialdem¨®cratas y verdes podr¨ªan cambiar. Su metedura de pata ha servido tambi¨¦n para poner de manifiesto que Berl¨ªn contempla la ampliaci¨®n, como pronto, para 2005, un plazo superior en dos a?os al oficial. Aunque la Europa occidental est¨¢ en deuda hist¨®rica con la oriental, no cabe minimizar los enormes problemas que plantea esta ampliaci¨®n, tanto por la falta de preparaci¨®n de los Estados candidatos como de la propia UE. A los aspirantes no puede atraerles que su entrada colapse la Uni¨®n. Ahora bien, si el calendario se retrasa, para evitar que las frustraciones generen movimientos antieuropeos, habr¨¢ que plantear nuevas v¨ªas de colaboraci¨®n e integraciones parciales y temporales con los candidatos.
Aunque de modo nada afortunado, Verheugen ha puesto de manifiesto una cuesti¨®n central: la construcci¨®n europea no puede hacerse de espaldas a las opiniones p¨²blicas, que est¨¢n digiriendo demasiados elementos a la vez, a comenzar por un euro cuya debilidad gusta m¨¢s a algunos (como Schr?der) que a otros. Justamente en refer¨¦ndum han de pronunciarse el pr¨®ximo d¨ªa 28 los daneses sobre su entrada en el euro. Un resultado negativo podr¨ªa alentar m¨¢s las dudas sobre la moneda ¨²nica en un Reino Unido donde la oposici¨®n conservadora se ha envuelto en la Union Jack frente a una supuestamente descontrolada integraci¨®n europea. Con todos estos elementos, la UE corre el riesgo de bloqueo o, cuando menos, de flacidez.
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