Hawai, una emigraci¨®n con final en California
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'Peligro amarillo'
A finales del siglo pasado, la situaci¨®n de los temporeros en Andaluc¨ªa era dram¨¢tica, cuando no de pura miseria. En los latifuindios andaluces, los sueldos eran escasos y la productividad de la tierra baja. La situaci¨®n en las ciudades tampoco era mucho mejor: la industria era casi inexistente y no hab¨ªa sitio para quienes quer¨ªan huir de la miseria agraria. Ese conjunto de penurias empuj¨® a miles de familias a arriesgar sus vidas y dejar todo atr¨¢s en busca de una vida mejor conscientes de que, incluso aunque no encontraran lo que buscaban, pod¨ªa ser un viaje sin retorno.As¨ª, entre 1880 y 1930, Am¨¦rica se convirti¨® en uno de los principales destinos de cientos de esos andaluces que no encontraban salida a su miseria. Dentro de esa corriente migratoria obligada, un fen¨®meno peculiar es el de los aproximadamente 7.000 inmigrantes, familias enteras que, entre 1907 y 1913, atra¨ªdos por una poderosa campa?a publicitaria se marcharon a trabajar a la isla de Hawai, en el Oceano Pac¨ªfico.
24 d¨®lares por familia y mes
Juan Machado Grima, historiador y profesor, ha estudiado en profundidad esos a?os y esos viajes, entre otras cosas, porque uno de los que hicieron el viaje y ya nunca volvieron fue Gregorio Machado, su t¨ªo abuelo, cuya biograf¨ªa es similar a la de la mayor¨ªa de los que se fueron. Gregorio, recal¨® en Honolul¨², capital del archipi¨¦lago, en 1911, con 35 a?os y con Mar¨ªa, su mujer, y sus dos hijas, Francisca y Mar¨ªa, que muri¨® meses despu¨¦s del dif¨ªcil viaje; de all¨ª, Gregorio, nacido en La Calahorra (Granada), desencantado de lo que encontr¨®, parti¨® como tantos otros hacia California, donde trabaj¨® en varias labores, el ferrocarril entre otras, y donde, al final, se hizo granjero. Se instal¨® en Winters y tuvo cinco hijas.
?ll¨ª, en el Valle de Sacramento viven a¨²n varios nietos de Gregorio y muchos descendientes de aquellos pobres que quisieron dejar atr¨¢s la miseria. Pero, casi siempre, dejar atr¨¢s la miseria obliga a vivir situaciones casi tan duras como las que se intentan olvidar.
La historia de esos 7.000 emigrantes, sobre todo de Almer¨ªa, Granada y M¨¢laga, que sigue a continuaci¨®n es, como ocurre siempre, la historia de las promesas incumplidas y de las expectativas no alcanzadas. El excelente estudio de Juan Machado, el sobrino nieto de Gregorio, es el soporte sobre el que se construye la historia de estos aventureros a la fuerza.
Hawai era un territorio poco poblado dedicado fundamentalmente a la ca?a de az¨²car y a la pi?a tropical que se anexion¨® a Estados Unidos en 1898. La recolecci¨®n la hab¨ªan realizado en los ¨²ltimos a?os del siglo pasado los inmigrantes asi¨¢ticos, sobre todo japoneses. Ello llev¨® a que 61.000 de los 154.000 habitantes del archipi¨¦lago fueran japoneses frente a apenas 38.000 nativos. Cundi¨® entonces la idea del peligro amarillo, lo que, entre otras cosas dio pie al nacimiento en San Francisco, all¨¢ por 1905, de una asociaci¨®n anti -asi¨¢tica que lleg¨® a contar con 80.000 miembros.Contra esa supuesta invasi¨®n desde Asia, la Board Inmigration of Hawaii (Consejo de Inmigraci¨®n de Hawai) ide¨® en 1906 una campa?a para atraer mano de obra de procedencia distinta de la asi¨¢tica; as¨ª, encarg¨® una campa?a publicitaria a una compa?¨ªa londinense que distribuy¨®, sobre todo por Andaluc¨ªa, folletos con deslumbrantes descripciones de las islas y de las condiciones de trabajo y, sobre todo, insist¨ªa en que el viaje desde Espa?a hasta Hawai -53 d¨ªas de duraci¨®n media- ser¨ªa gratis para todos los menores de 45 a?os. No falt¨® eco a esa llamada: del pueblo granadino
de Capileira, por ejemplo, salieron con ese destino 25 familias, entre un 15 y un 20% de su poblaci¨®n en aquel tiempo.
El primero de los viajes tuvo su origen en el puerto de M¨¢laga. El 8 de marzo de 1907, 3.823 pasajeros, un 90% de ellos andaluces, embarcaron en un carguero. Ese fue el primero de una larga lista de incumplimientos; no eran barcos de pasajeros como se supon¨ªa, sino buques de carga en los que los emigrantes viajaban hacinados. Pocas horas despu¨¦s de dejar el puerto de M¨¢laga, el Heli¨®polis, nombre de aquel barco, volvi¨® a puerto en medio de las revueltas de la mayor¨ªa de sus pasajeros, que no aceptaban viajar as¨ª. Dos d¨ªas despu¨¦s, con 1.500 personas menos a bordo, el Heli¨®polis tom¨® rumbo a Honolul¨², donde lleg¨® 47 d¨ªas despu¨¦s, con 52 beb¨¦s nacidos en la traves¨ªa.
Hubo que esperar cuatro a?os para que zarpara una segunda expedici¨®n; sin embargo, entre 1911 y 1913, a?o en el que concluyeron los viajes, cinco expediciones m¨¢s llevaron otros casi 6.000 andaluces. Los viajes, duros de por s¨ª al hacerse en bodegas y no en camarotes, guardaban situaciones expecialmente dif¨ªciles. El segundo viaje fue especialmente dram¨¢tico: a las 58 muertes originadas por una epidemia de escarlatina hubo que a?adir 57 personas que no fueron admitidas en la isla, y tuvieron que volver a Espa?a, tras la exhaustiva inspecci¨®n sanitaria a la que fueron sometidos.
Los incumplimientos siguieron. A cada familia le correspondi¨® una vivienda pero resultaron "peque?as, levantadas sobre zancos, y sin electricidad, gas, agua o cuarto de ba?o", contaba Mar¨ªa Rodr¨ªguez, llegada de Linares (Ja¨¦n) en la tercera expedici¨®n, sobre la casa que le asignaron en la plantaci¨®n Harvey, cerca de la ciudad de Hilo, en la isla de Hawai, la mayor del archipi¨¦lago.
El trabajo no era escaso, pero s¨ª el salario; por 24 d¨®lares de la ¨¦poca por familia al mes, los inmigrantes deb¨ªan cortar ca?a o trabajar en una f¨¢brica, durante 10 o 12 horas cada d¨ªa. Machado Grima cuenta c¨®mo los trabajos se hac¨ªan en cuadrillas de 50 personas siempre vigilados por un capataz, generalmente japon¨¦s o portugu¨¦s, quienes se encargaban de que all¨ª no se perdiera un segundo charlando o liando un cigarro.As¨ª las cosas, con salarios que el propio c¨®nsul espa?ol en la isla reconoc¨ªa insuficientes, quienes hab¨ªan llegado desde las tierras espa?olas decidieron dejar la isla y poner rumbo a California. Muchos se marcharon al terminar sus contratos, pero otros se fueron antes. All¨ª, con un clima y unos cultivos parecidos a los que hab¨ªan dejado a?os atr¨¢s en su tierra natal, muchos se establecieron en San Francisco, para luego dar el salto a otras localidades.
Rocklin, un pueblo de 30.000 habitantes en California, que naci¨® para dar cobijo a emigrantes irlandeses que llegaron para construir el ferrocarril, a los que en 1870 se unieron chinos y finlandeses, fue el destino final de la gran mayor¨ªa de espa?oles procedentes del Pac¨ªfico. Seg¨²n los datos de Juan Machado, la mayor¨ªa acab¨® por convertirse en propietarios de ranchos y haciendas y acabaron por integrarse totalmente en el pa¨ªs. Hoy, ochenta a?os despu¨¦s, el club espa?ol de Rocklin sigue manteniendo el recuerdo y la cultura de quienes dejaron su hogar en busca de una dignidad que su propia tierra les negaba.
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