El Aut¨®dromo
La espectacular montonera de ayer en Monza, en la primera vuelta del Gran Premio de Italia, ha abierto de nuevo la pol¨¦mica sobre las llamadas chicanes, los cambios de trazados con los que se rompe una recta para reducir la velocidad, y ha servido para recordar lo peligroso que es este deporte, especialmente en un circuito como el Aut¨®dromo de Monza, uno de los m¨¢s mort¨ªferos de la historia del automovilismo desde su construcci¨®n en 1922.
Un accidente muy similar, tambi¨¦n en la primera vuelta de la carrera, le cost¨® la vida en 1978 al piloto sueco Ronnie Peterson, que hab¨ªa ganado en tres ocasiones la carrera italiana. Han sido muchos los pilotos que han hallado la muerte en el asfalto de Monza, donde se han corrido todo tipo de competiciones, tanto de coches como de motos. En las 49 carreras de f¨®rmula 1 celebradas en esta localidad lombarda desde que se creo el campeonato en 1950 (en 1980 el Gran Premio de Italia se celebr¨® en Imola ya que Monza estaba siendo remodelado) hay que recordar el espantoso accidente protagonizado en 1961 por el alem¨¢n Wolfgang von Trips, a bordo de un Ferrari, en el que dej¨® su vida junto a la de 12 espectadores, el citado de Peterson y el del austr¨ªaco Jochen Rindt, uno de los grandes pilotos de la historia, durante los ensayos del Gran Premio de 1970, lo que no le impidi¨® coronarse campe¨®n del mundo a t¨ªtulo p¨®stumo, gracias a la ventaja que hab¨ªa acumulado y al buen hacer de un joven brasile?o de nombre Emerson Fittipaldi, fichado por el equipo Lotus para sustituirle y asegurarse el campeonato.
El m¨ªtico circuito italiano ha estado envuelto por la pol¨¦mica pr¨¢cticamente desde su inauguraci¨®n a causa de las grandes velocidades que permit¨ªa su trazado, que ha ido variando con los a?os. Ya en 1924 los Alfa Romeo P2 sobrealimentados alcanzaban los 220 kil¨®metros por hora y las m¨ªticas motocicletas Guzzi 500 rozaban los 200. No es de extra?ar que en el Gran Premio de Italia de 1928 se produjera el accidente m¨¢s mort¨ªfero de toda la historia del circuito; el piloto italiano Emilio Materassi se lanz¨® contra la tribuna muriendo ¨¦l y 27 espectadores.
En 1933, en otro terrible accidente, murieron tres pilotos a causa de una mancha de aceite. Fue entonces cuando, por primera vez, se implantaron las llamadas chicanes para reducir la velocidad en determinados tramos, creando falsas curvas. En los ¨²ltimos a?os, quienes dirigen este deporte con total discrecionalidad para dar o quitar la organizaci¨®n a los circuitos, parecen haber tomado una afici¨®n desmedida por este tipo de trampas que crean, especialmente en las primeras vueltas, aglomeraciones de coches frenando con ritmos distintos y provocando accidentes no exentos de espectacularidad televisiva, un aspecto a tener muy en cuenta a la hora de explicarse las decisiones de Bernie Ecclestone, el gran patr¨®n de la f¨®rmula 1 y de su socio Max Mosley, presidente de la Federaci¨®n Internacional (FIA).
El tema de conversaci¨®n en Monza durante toda la semana pasada rond¨® en torno a las nuevas chicanes. Todos los pilotos esperaban que en la primera ya se produjera alg¨²n accidente masivo. Encabezados por un Michael Schumacher muy responsabilizado, se juramentaron para evitarlo. No fue en la primera, sino en la segunda. Y aunque cabe culpar al piloto de Jordan Heinz-Harald Frentzen de haber iniciado la carambola, la culpa es de las nuevas chicanes y, lo m¨¢s grave es que se perdi¨® una vida.
Entre muchos otros, el ex piloto de f¨®rmula 1 Jacques Laffite se pronunci¨® ayer sobre las chicanes. Seg¨²n Laffite, este tipo de trazados est¨¢n detr¨¢s de la mayor¨ªa de los problemas de seguridad en las carreras. Los pilotos, dijo el antiguo campe¨®n franc¨¦s, se mostraron ayer muy responsables. " Pero no me gustan las chicanes", a?adi¨®, "todos los accidentes acostumbran a suceder antes o despu¨¦s de las chicanes".
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