Combinaciones picassianas
JOSU BILBAO FULLAONDOEsta semana el Photomuseum abre una exposici¨®n sobre Andr¨¦ Villers (Francia, 1930) con el titulo Escenarios. Son fotomontajes cargados de evocaciones po¨¦ticas, elaborados sobre composiciones propias y retazos extra¨ªdos de la obra de Picasso. Lejos de quedarse en fr¨ªa labor notarial, el autor penetra en el mundo del personaje elegido para extraer esencias ¨ªntimas que arrastran con vigor hacia un nuevo universo de sensaciones. Paisajes y bodegones se ven interrumpidos por peque?as figurillas picassianas que, en contraste profundo con el escenario adjudicado, hablan de otros mundos de ensue?o y fantas¨ªa.
Este fot¨®grafo franc¨¦s naci¨® en Beaucourt, en el territorio de Belfort, junto a la frontera Suiza. Las pr¨®ximas aguas del Rhin, las cepas de los vinos de Alsacia y las ofertas de la vecina Basilea, centro neur¨¢lgico y escaparate distinguido del arte mundial, estimularon su sentido visual. Despu¨¦s de estudiar fotograf¨ªa, se deja inspirar por las corrientes surrealistas. Practica el fotomontaje, la solarizaci¨®n o las sobreimpresiones. Encuentra as¨ª la manera de crear im¨¢genes so?adas a trav¨¦s de encuentros fortuitos de elementos dispares, una manera de escandalizar mostrando el objet trouv¨¦ incoherente. Amante de la literatura, ilustr¨® con frecuencia a poetas y escritores. Sus obras figuran en colecciones de museos y galer¨ªas. Entre otros, es de rese?ar, el museo Nicephoro Ni¨¦pce, en Chal¨®n sur S?one, dedicado al precursor del medio.
El resultado de su trabajo puede verse ahora en Zarautz, gracias a la cesi¨®n temporal de la Galer¨ªa Metta de Madrid, gestora de un n¨²mero importante de la obra de este autor galo. La serie que se presenta en la tercera planta de Villa Manuela se relaciona exclusivamente con Picasso. Conoci¨® al pintor en 1953 y vivieron una amistad que dur¨® veinte a?os. Esta relaci¨®n dio pie a la realizaci¨®n de numerosos retratos mientras el pintor malague?o trabajaba en su estudio. Pudo sentir en directo las figuras y fantas¨ªas que surgieron de aquellos pinceles. Todo este mundo est¨¢ plasmado en sus composiciones con iron¨ªa y minuciosidad. Se busca un encuentro entre el naturalismo fotogr¨¢fico con los experimentos m¨¢s vanguardistas sobre formas y vol¨²menes para generar nuevas sensaciones.
De esta manera, un pl¨¢cido paisaje de monta?a se ve interferido en un lateral por el dibujo de un rocambolesco personaje. De cabeza deforme, desproporcionada con respecto al cuerpo, y rasgos faciales exagerados en extremo, sostiene una espada y una flor entre sus manos. Parece ser guardi¨¢n de un territorio donde en medio de un arbolado se erigen las arm¨®nicas formas de un solitario y austero palacete medieval. Resulta jocoso el resultado de esa interferencia entre dos mundos que se dicen diferentes pero que finalmente se superponen para conformar una sola entidad repleta de emociones contrapuestas. Lo mismo ocurre con las figurillas que representan a un hombre arrodillado ante una mujer que se tapa los ojos con una mano, mientras sobre ellos una especie de Cupido sostiene un farol de forma esf¨¦rica queriendo alumbrar el amor. El escenario de esta intervenci¨®n es la fachada de un austero museo de la fotograf¨ªa ?Qu¨¦ interpretar? Todo queda abierto a la imaginaci¨®n individual en un reconfortante juego de especulaciones. Un fen¨®meno que se repite con el resto de fotomontajes colgados.
Para m¨¢s adelante quedan en la trastienda otras colecciones tanto o m¨¢s interesantes. No debemos olvidar que Villiers tambi¨¦n conoci¨® a Chagall, Le Corbusier, Giacometti, L¨¨ger o incluso a Dal¨ª. Toda una bater¨ªa de notables artistas de los que aprendi¨® multitud de conceptos para incorporar en sus creaciones. Es la suya una f¨®rmula art¨ªstica enriquecida desde las vivencias personales, con una perspectiva diferente, que rechaza la monoton¨ªa de lo cotidiano, pero siempre desde una intimidad fascinante.
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