Tierra a la vista SERGI P?MIES
No se pierdan la exposici¨®n que hasta el pr¨®ximo d¨ªa 5 de noviembre puede verse en el palacio de la Virreina. Se titula La Terra des del cel y es como Catalunya des de l'aire pero a lo bestia y sin tanto campanario (precio: 500 pesetas). La exposici¨®n re¨²ne casi 150 fotograf¨ªas a¨¦reas realizadas por el franc¨¦s Yann Arthus-Bertrand, quien durante muchas horas de vuelo en helic¨®ptero se dedic¨® a retratar el planeta. Detr¨¢s de esta iniciativa est¨¢n la Unesco y algunos patrocinadores privados y, para darle consistencia ideol¨®gica, cuenta con la aportaci¨®n del ec¨®logo Ramon Folch, comisario del cotarro. La escenograf¨ªa de la exposici¨®n es funcional y, a pesar de ciertos gui?os discutibles (olor a incienso, colores acordes con la tem¨¢tica de seg¨²n qu¨¦ parte del recorrido, ambientaci¨®n musical digna del programa Hidrogen y una atm¨®sfera m¨¢s propia de la cadena de tiendas Natura que de una exposici¨®n), no afecta a la percepci¨®n de lo importante, que son las fotos.Lo primero que salta a la vista tras recorrer la exposici¨®n es que la Tierra es bonita, t¨². No es una conclusi¨®n demasiado brillante, lo s¨¦, pero teniendo en cuenta el catastrofismo que habita entre nosotros, no deja de ser una buena noticia saber que no todo es como buena parte de la Zona Franca. Por supuesto, esta belleza es un arma de doble filo, ya que el mensaje que el fot¨®grafo transmite viene a ser algo as¨ª como: "?Vamos a cargarnos algo tan hermoso?". En este sentido, la exposici¨®n no es neutral, sino que, con la elecci¨®n de estas -y no otras- im¨¢genes, y apostando por un esteticismo parecido al del National Geographyc (que, sin embargo, no reh¨²ye retratar la cat¨¢strofe), pone en funcionamiento un tipo de reflexi¨®n que, sintonizando con algunos planteamientos ecologistas, no se pierde en la ret¨®rica del tremendismo.
Desde la primera imagen, uno siente la tentaci¨®n de ponerse a cantar aquella copla de Manolo Escobar: "S¨®lo Dios pudo hacer tanta belleza". La globalizaci¨®n visual que propone Arthus-Bertrand ofrece diferentes niveles de lectura. Lo superficial, presentando la piel del planeta, ya sean los meandros del r¨ªo Leona en la Patagonia o un bosque dorado del Quebec. Agua, vegetaci¨®n, dunas, deltas..., el cat¨¢logo de elementos naturales es variado. Pero la cosa mejora cuando se le suman los animales: leones marinos, ibis, alcatraces... Luego, la geolog¨ªa y su monumental escenograf¨ªa sit¨²a el decorado sobre el que, m¨¢s adelante, actuar¨¢ el hombre. La perfecci¨®n geom¨¦trica de ciertas formas de agricultura queda reflejada en estas fotograf¨ªas. El secado de d¨¢tiles de un pueblo egipcio parece el taller de un dise?ador cubista de alfombras; las sinuosas l¨ªneas del cultivo de olivos tunecinos, el estampado de un vestido veraniego. Visto desde el aire, todo adquiere otra dimensi¨®n. La distancia relativiza y embellece. ?Trampa? Quiz¨¢ se trata de insinuar lo contrario, de preguntarnos si vivir a ras de suelo, obsesionados en mirar de cerca el microcosmos que nos rodea, no nos atrofia la capacidad de contemplar la perspectiva global.
Y el viaje se acelera al llegar a las ciudades. Las aglomeraciones urbanas, tan denostadas, complementan estas vast¨ªsimas extensiones de cultivos. All¨ª est¨¢n Estambul, R¨ªo, Tokio o el mercado de la playa de Dakar. Pero as¨ª como ni los ¨¢rboles ni las monta?as levantan la mirada para ver pasar el helic¨®ptero, los humanos s¨ª. Y casi siempre sonr¨ªen, como en la instant¨¢nea de una muchedumbre de Abengourou, en Costa de Marfil. No as¨ª los trabajadores de un matadero, probablemente clandestino, del que no se especifica su localizaci¨®n "por motivos diplom¨¢ticos" (se dice el pecado, pero no el pecador).
El caudal de informaci¨®n visual es tal que uno tiene que repetir para digerirlo. La fachada de un edificio de S?o Paulo o la visi¨®n, bell¨ªsima, del museo Guggenheim de Bilbao, o un cap¨ªtulo dedicado a esas formas creadas por el hombre o por la naturaleza y que s¨®lo podemos apreciar si las miramos desde el cielo completan el recorrido. En el texto que acompa?a las fotograf¨ªas, los responsables de las mismas se preguntan si no ser¨¢n mensajes a un posible dios. Yo creo que las pusieron all¨ª para que Yann Arthus-Bertrand pudiera retratarlas, una raz¨®n m¨¢s que suficiente.
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