Un infierno con olor a embrague
El infierno del Angliru no tiene fuego, pero huele a quemado. El mismo sitio donde una pintada advert¨ªa: "Aqu¨ª empieza el infierno", los coches de los equipos, las motos que segu¨ªan la carrera y otros veh¨ªculos de la Vuelta echaban humo. S¨ª, s¨ª. No es ret¨®rica. Humo. Empezando por el mism¨ªsimo coche del director del l¨ªder, Vicente Belda. De tanto arrimarse a Heras, de marchar a velocidades tan peque?as, el primer coche del Kelme sacaba una cortina que por poco le hace quedarse en la subida del Angliru. Al fin, lleg¨®, pero impregn¨® la explanada de la meta del olor a goma quemada.Y no s¨®lo el Kelme. La mayor¨ªa de los veh¨ªculos tambi¨¦n. "Yo iba con Olano", explic¨® Juan Manuel G¨¢rate, corredor del Lampre, en la llegada. "De repente, mi coche y el del Costa de Almer¨ªa se quedaron. Menos mal que un guardia me avis¨® y pude esquivarlos". Pero del coche del Lampre no hab¨ªa noticias arriba. Debi¨® quedarse en la cuneta.
De la moto de Jos¨¦ Enrique Cima, el ex ciclista y ahora periodista que ha escrito el primer libro sobre el Angliru, s¨ª hay noticias. El ritmo de la carrera y el de las motos que le preced¨ªan le dej¨® sin embrague y tuvo que dejarla tirada en plena subida.
Los corredores, en cambio, no se calaron. Ten¨ªan energ¨ªa extra en sus bicicletas. Todos lo admit¨ªan abiertamente. En esto, la subida al Angliru fue exactamente igual este a?o al anterior. "En los tramos m¨¢s duros, s¨ª nos ayudaban. Cuando yo he pasado por all¨ª", confesaba Rub¨¦n Oarbeaskoa, de La Pecol, "la gente ya estaba cansada de empujar. Han dado el do de pecho. Si no, m¨¢s de uno de nosotros habr¨ªa puesto el pie en tierra. Ni me imaginaba esto. No me gustar¨ªa volver aqu¨ª en competici¨®n".
Y no es que los jueces de carrera toleraran absolutamente todo. En la etapa de ayer multaron a m¨¢s ciclistas que nunca. Sobre todo a aquellos que se jugaban alg¨²n puesto importante.
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