Prodi se declara "muy satisfecho" y conf¨ªa en que la UE no vuelva a vivir un caso semejante

El presidente de la Comisi¨®n Europea, Romano Prodi, se mostr¨® anoche "muy satisfecho" con el levantamiento de las sanciones y declar¨® que la Comisi¨®n "nunca ha querido aislar a Austria"; sin embargo, puntualiz¨®, "la Uni¨®n debe permanecer vigilante con los casos de extremismo y xenofobia all¨ª donde ocurran en Europa". Dijo tambi¨¦n que la UE debe aprender de esta crisis: "Conf¨ªo en que reexaminaremos los instrumentos que tenemos a nuestro alcance. Debemos mejorar el tratado a fin de evitar que casos como ¨¦ste vuelvan a suceder de nuevo".

La UE ha cerrado as¨ª, como mejor ha podido, el atolladero en el que se meti¨® el 1 de febrero, cuando los 14 socios de Austria decretaron las sanciones. ?stas buscaban el aislamiento diplom¨¢tico de Viena y el recordatorio de que, por encima de todo, la Europa unida se asienta en la democracia y el respeto de los derechos humanos. Bajo la direcci¨®n del primer ministro portugu¨¦s, Ant¨®nio Guterres, entonces presidente de turno de la UE, los Catorce se pusieron r¨¢pidamente de acuerdo para castigar el atrevimiento austriaco.Francia, con el presidente Jacques Chirac a la cabeza, convertido en blanco de los insultos del ultraderechista austriaco J?rg Haider, y B¨¦lgica fueron las que m¨¢s presionaron para aplicar un correctivo, pensando en clave interna, para frenar el auge de la extrema derecha en sus pa¨ªses. El Gobierno belga insinu¨® que retirar¨ªa a su embajador en Viena e invit¨® a los dem¨¢s a hacer lo mismo. Al final se dej¨® aparcada tal acci¨®n.

La nota aprobada por los Catorce especificaba que a partir de ese momento quedaban suspendidos los contactos pol¨ªticos, que los embajadores austriacos s¨®lo ser¨ªan recibidos para consultas t¨¦cnicas y que ning¨²n austriaco ser¨ªa apoyado para un cargo en un organismo internacional.

Tales medidas no significaron que Austria no pudiera asistir a las reuniones de ministros de la UE. Supusieron, eso s¨ª, desaires diplom¨¢ticos como evitar la foto de familia de los dem¨¢s l¨ªderes con el canciller Wolfgang Sch¨¹ssel o las ausencias de algunos ministros cuando hablaba su colega austriaco en alguna reuni¨®n.

Los Catorce no consultaron la decisi¨®n con la Comisi¨®n Europea. El presidente Romano Prodi qued¨® al margen de todo. El Ejecutivo comunitario opt¨® por una posici¨®n neutral. Aun manifestando repulsa por la situaci¨®n en uno de los Estados miembros, Bruselas subray¨® que como guardiana de los tratados no pod¨ªa ir m¨¢s all¨¢, y adelant¨® que mantendr¨ªa relaciones con Viena. Prodi felicit¨® a Sch¨¹ssel y recibi¨® al canciller el pasado julio. Se comprometi¨® a ayudar a Viena y m¨¢s tarde se sincer¨® al confesar que ¨¦l habr¨ªa actuado con prudencia y di¨¢logo. Al llegar al poder, en una declaraci¨®n de principios, el Gobierno austriaco dio garant¨ªas de que respetar¨ªa los valores comunes europeos.

Conforme pasaba el tiempo, a Bruselas llegaban de Viena se?ales cada vez m¨¢s preocupantes. S¨®lo una fue positiva, y se interpret¨® como resultado de las presiones de la UE: la dimisi¨®n de J?rg Haider como presidente de su Partido Liberal (FPO) para dedicarse de lleno a su puesto de gobernador de Carintia. Las inquietantes noticias hablaban de un inicial crecimiento de la popularidad del FP? y luego de los conservadores del canciller Sch¨¹ssel, as¨ª como de veladas amenazas de Viena de bloquear la Conferencia Intergubernamental (CIG), puerta imprescindible para la ampliaci¨®n al Este, si los dem¨¢s socios persist¨ªan en su actitud.

Los populares europeos acordaban, al principio de la primavera, congelar la presencia de los conservadores austriacos en su club pol¨ªtico. Meses despu¨¦s, a finales de junio, daban de nuevo la bienvenida a Sch¨¹ssel. Para entonces se hab¨ªan abierto ya profundas fisuras dentro de la Uni¨®n, sobre todo por parte de los pa¨ªses n¨®rdicos y por la postura cada vez m¨¢s comprensiva de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.

Portugal intent¨® sin ¨¦xito cerrar el caso, antes del fin de su presidencia, sugiriendo una suspensi¨®n temporal de las medidas con un control de vigilancia. Chirac se neg¨®, al tiempo que los dem¨¢s socios europeos mostraban irritaci¨®n y preocupaci¨®n por el anuncio austriaco de convocar un refer¨¦ndum sobre las sanciones en oto?o. A iniciativa portuguesa, se opt¨® este verano por llevar el problema al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y encargar a su presidente la designaci¨®n de tres expertos (Martti Ahtisaari, Marcelino Oreja y Jochen Frowein), quienes en un tiempo r¨¦cord elaboraron un informe en el que recomiendan el levantamiento de las sanciones y advierten de que puede ser contraproducente mantenerlas.

De qu¨¦ han servido las sanciones es algo sobre lo que no todos coinciden. Para algunos, de bien poco; para otros, por el contrario, de mucho. Por dos razones: reiterar que Europa es mucho m¨¢s que un club comercial y modificar cuanto antes el art¨ªculo 7 del Tratado, que contemple un procedimiento claro a seguir cuando se produzcan claras violaciones a los principios y valores de la Uni¨®n.