Ricardo Urgoiti, ?semblanza de una ¨¦poca?
La efervescencia cultural de los a?os veinte contin¨²a siendo uno de los jalones inexcusables a la hora de abordar cualquier an¨¢lisis sobre el arte, la sociedad y la pol¨ªtica espa?olas de este siglo que termina. Tanto la llamada Generaci¨®n del 27 como otras individualidades menos proclives a las etiquetas alumbraron un esplendoroso periodo truncado en buena medida con la guerra civil. Sin embargo, la f¨¦rtil creatividad de j¨®venes como Federico Garc¨ªa Lorca, Salvador Dal¨ª o Luis Bu?uel hubiera encontrado menos espacio para su germinaci¨®n y desarrollo de no ser por canalizadores como la Residencia de Estudiantes, La Gaceta Literaria o el Cine Club Espa?ol.En ese sentido, la figura de Ricardo Urgoiti, del que se cumple este a?o el centenario de su nacimiento, supuso el singular caso (por an¨®malo y llamativo) de un empresario intelectual vinculado a dicha renovaci¨®n. Hijo de Nicol¨¢s Mar¨ªa Urgoiti, fundador de Espasa Calpe, as¨ª como de los prestigiosos diarios El Sol y La Voz, quiso alejarse de la sombra paterna para desarrollar sus propias iniciativas. Una decidida apuesta por el futuro de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n le llevar¨ªa de este modo a impulsar un conjunto de empresas culturales de comunicaci¨®n audiovisual, bajo cuyo amparo se cobijar¨ªan escritores, m¨²sicos, dibujantes o cineastas tan variopintos como Ram¨®n G¨®mez de la Serna, Enrique Jardiel Poncela, Eduardo Ugarte, Fernando Remacha, Enrique Herreros, Gustavo de Maeztu, Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia, Nemesio Sobrevila o Luis Bu?uel.
Pero, m¨¢s all¨¢ de ejercer simplemente como cualificado mecenas, Ricardo Urgoiti busc¨® integrarse de lleno en esa generaci¨®n del cine y los deportes, como la calific¨® en 1929 Luis G¨®mez Mesa. Durante toda su vida manifestar¨ªa una multiplicidad de inquietudes que le llevaron desde la direcci¨®n de largometrajes hasta la conquista de campeonatos nacionales en especialidades deportivas como el esqu¨ª, pasando por el estudio de Ingenier¨ªa de Caminos (en cuya Escuela ingres¨® con el n¨²mero 1 a los 16 a?os), la direcci¨®n de una f¨¢brica de antibi¨®ticos, la composici¨®n de partituras musicales o la escritura de ensayos divulgativos sobre astron¨¢utica en pleno aislacionismo del r¨¦gimen franquista. Todo ello pasando por la puesta en marcha, s¨®lo antes de la guerra civil, de la primera empresa nacional de radiodifusi¨®n, un sello discogr¨¢fico, un sistema pionero de sonorizaci¨®n de pel¨ªculas, un cineclub para exhibir filmes de vanguardia o una emblem¨¢tica productora y distribuidora cinematogr¨¢fica.
No obstante, dentro de este amplio abanico de actividades lo que cabe destacar es la presencia de Ricardo Urgoiti como promotor de Uni¨®n Radio y de Film¨®fono. La primera emisora en Madrid, inaugurada el 17 de junio de 1925, dar¨ªa paso a una amplia red con ramificaciones en Barcelona, Valencia, Sevilla, Santiago de Compostela, Bilbao o San Sebasti¨¢n, que, pasado el tiempo, fue el germen de lo que actualmente es la cadena SER. Mientras que Film¨®fono se convertir¨ªa desde su fundaci¨®n, a comienzos de los a?os treinta, en un referente fundamental del cine popular surgido al abrigo de la Segunda Rep¨²blica, a trav¨¦s de t¨ªtulos como Don Quint¨ªn el amargo, La hija de Juan Sim¨®n, ?Qui¨¦n me quiere a m¨ª? y ?Centinela alerta! La modernidad de muchos de sus planteamientos y la ausencia de sectarismos hicieron de Uni¨®n Radio y de Film¨®fono dos referencias fundamentales de un inquieto presente que deseaba proyectarse hacia el futuro.
Luis Bu?uel, que hab¨ªa nacido, al igual que Ricardo Urgoiti, en 1900, acab¨® convirti¨¦ndose en la mano derecha de ¨¦ste al frente de Film¨®fono, al igual que Juan Piquer lo hab¨ªa sido poco antes en el Cineclub Proa para seleccionar largometrajes sovi¨¦ticos de agitaci¨®n revolucionaria que pudieron verse en las pantallas durante la inestable etapa comprendida entre la ca¨ªda de Primo de Rivera y la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica. Bu?uel siempre recordar¨ªa este periodo como uno de los m¨¢s felices en lo personal y en lo profesional, mostrando una encomiable eficacia en el manejo de los hilos financieros y art¨ªsticos de estas pel¨ªculas castizamente populares, aunque influidas por el m¨¢s avanzado cine europeo que estaban desarrollando creadores como Ren¨¦ Clair o Georg W. Pabst.
Ricardo Urgoiti supuso en ese sentido un acicate a esta continua apertura hacia el exterior, al conocimiento de lo que se estaba haciendo fuera de nuestras eras conjugando calidad y entretenimiento, aspecto en el que coincidir¨ªa con el propio Bu?uel. Pero dicha amplitud de miras y su fidelidad a la ideolog¨ªa liberal acabaron finalmente operando en su contra al estallar la guerra civil, cuando los recelos de unos y otros hacia su indefinici¨®n le llevaron primero al exilio en Argentina y, m¨¢s tarde, a la purga de un expediente depurador que hizo posible su triste regreso en 1943.
Tras su vuelta, y con el mismo esp¨ªritu pionero que le hab¨ªa guiado en su primera ¨¦poca, pero aplicado ahora a la industria farmac¨¦utica, pone a flote, desde el Instituto Ibys y en colaboraci¨®n con empresas farmacol¨®gicas similares, la fabricaci¨®n de antibi¨®ticos en Espa?a, fundando la sociedad an¨®nima Antibi¨®ticos a comienzos de los a?os cincuenta, con tan notable ¨¦xito que dicha compa?¨ªa lleg¨® a exportar sus productos a los propios Estados Unidos.
Ello no le impidi¨®, como anta?o, que se dedicase con su vitalidad caracter¨ªstica a otras actividades e intereses tan dispares, como su preocupaci¨®n por la filosof¨ªa de la ciencia y por los usos pac¨ªficos de la energ¨ªa nuclear en plena guerra fr¨ªa, manifestada en numerosos art¨ªculos period¨ªsticos, y la continuaci¨®n de actividades deportivas, tales como la moton¨¢utica, con el prop¨®sito de llevar a cabo la circunvalaci¨®n del litoral de Espa?a en una canoa de cuatro metros de eslora con motor fuera borda o atravesar la barrera del sonido en un reactor sobre Madrid, emprendiendo ambas actividades cuando ten¨ªa ya m¨¢s de sesenta a?os.
Los ¨²ltimos a?os de su vida estuvieron marcados por el desconsuelo ante la muerte de dos de sus hijos en tr¨¢gicas circunstancias. Pese a seguir manteniendo de manera dificultosa el contacto con los antiguos amigos huidos a Hispanoam¨¦rica o a su intensa vinculaci¨®n con los ambientes culturales madrile?os frecuentados por lo que podr¨ªa calificarse como el exilio interior, Ricardo Urgoiti acabar¨ªa retir¨¢ndose para meditar desde la distancia sobre ese espacio del cosmos tan lejano a la grisura del tardofranquismo.
Luis Fern¨¢ndez Colorado es profesor de Historia del Cine en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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