El reino del pino laricio
Desde Segura de la Sierra parte la ruta que se adentra en la mayor variedad de ecosistemas del parque natural
Como un remanso de paz y tranquilidad se presenta ante el viajero el valle de R¨ªo Madera. Este pulm¨®n verde de Ja¨¦n atesora la principal masa forestal del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, adem¨¢s de una inigualable variedad de ecosistemas. Desde el peque?o municipio de Segura de la Sierra, hoy venido a menos tras un pasado esplendoroso, marcado por su condici¨®n de se?or¨ªo de la Orden de Santiago en el siglo XIII, parte una sinuosa y carretera que accede hasta las cotas m¨¢s altas de la Sierra de Segura y que tiene como principal compa?ero de viaje al pino laricio o salgare?o.El laricio, una especie arb¨®rea dominante a partir de los 1.200 metros de altitud y resistente a la sequ¨ªa y a las bajas temperaturas, encuentra en el valle de R¨ªo Madera su m¨¢s genuina expresi¨®n hasta el punto de convertirse en una de las principales reservas de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Se trata de ejemplares que sobrepasan los 40 metros de altura, de corteza suave, un recto tronco y, en ocasiones, con forma de bandera, por ser ¨¦sa la forma que adquieren al sufrir los azotes del viento y la nieve de los duros inviernos serranos.
Valorada es tambi¨¦n su madera como eje de la explotaci¨®n forestal de la comarca. De hecho, estos pinares jugaron un papel fundamental en el siglo XVIII, cuando Fernando VI constituye la llamada Provincia Mar¨ªtima de Segura de la Sierra, cuya finalidad no fue otra que el aprovechamiento de esta materia prima segure?a para la construcci¨®n de los barcos de la Armada Invencible. A pesar de los efectos perniciosos de esa pol¨ªtica naval, la Sierra de Segura ha logrado conservar, gracias a posteriores campa?as de repoblaci¨®n, su hegemon¨ªa en el reino del laricio.
Pero lo que hace a¨²n m¨¢s grandioso el paisaje en este parte del parque natural es la conjunci¨®n de la abrupta vegetaci¨®n con las aguas cristalinas del r¨ªo Madera, llamado as¨ª porque la madera que se extra¨ªa de estas sierras para la construcci¨®n de buques de la Armada se transportaba aprovechando el curso del r¨ªo.
Serpenteando entre calares altivos y majestuosos picos donde se asoman las cabras monteses y anidan los buitres, el r¨ªo Madera se encuentra, a la altura de la aldea de Huelga de Utrera (ya en el municipio de Santiago-Pontones), con el r¨ªo Segura, que riega un buen n¨²mero de peque?as y rec¨®nditas aldeas de la comarca antes de emprender su camino hacia la huerta murciana.
Atravesando esos peque?os n¨²cleos, donde el tiempo parece que pasa imperceptiblemente y donde se conservan a¨²n costumbres ancestrales, se llega hasta la presa de Las Anchuricas, que aparece por sorpresa ante los ojos del viajero rodeada de extensas concentraciones de pinares. Es una presa peque?a de aguas cristalinas y apacibles e ideal para la pr¨¢ctica de deportes n¨¢uticos sin motor.
Muy cerca de all¨ª est¨¢ la encantadora aldea de La Toba, llamada as¨ª por estar encaramada sobre una gran formaci¨®n calc¨¢rea que ha ido modelando a lo largo de los siglos su cascada de agua. No menos sugestiva resulta la visita a la Cueva del Agua, un manantial fastuoso donde el agua fluye de una forma mansa entre las rocas y al que se accede por una pista forestal desde la aldea de Huelga Utrera.
Retomando el camino de vuelta hacia R¨ªo Madera, donde el viajero puede hacer una parada para degustar la esmerada cocina serrana, nada mejor que recrearse la vista desde la atalaya del monte El Yelmo, el m¨¢s emblem¨¢tico de la comarca y aut¨¦ntica torre vig¨ªa del acontecer de los pueblos y aldeas. En ese mirador privilegiado, a 1.800 metros de altitud, recibe la visita del ¨¢guila real que sobrevuela de forma majestuosa estas sierras, junto a otras aves como el buitre leonado o el cern¨ªcalo. El Yelmo se ha convertido en centro de operaciones de un din¨¢mico club de parapente que atrae a deportistas de todos los rincones del pa¨ªs.
Y, casi sin darse cuenta, el viajero despide al pino laricio en la carretera de Las Acebeas, otro para¨ªso de la Sierra de Segura que atesora la principal reserva de acebo de Espa?a. Su visita resulta ideal en oto?o, pues la elevada pluviometr¨ªa de la zona le permite mantener un ecosistema de excepcional belleza. La ruta concluye en el inicio, en Segura de la Sierra, uno de los conjuntos arquitect¨®nicos mejor conservados de la provincia de Ja¨¦n y que conserva una singular plaza de toros rectangular, adem¨¢s de unos ba?os ¨¢rabes, la casa donde naci¨® el poeta Jorge Manrique y un entramado urbano que mantiene la huella de su esplendor durante la Reconquista.
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