La extra?a fortaleza del yen frente a la moneda ¨²nica
"El mercado se equivoca al apostar por el d¨®lar. El yen es una inc¨®gnita para m¨ª", revel¨® el pasado martes el presidente del banco central de la zona euro, el holand¨¦s Wim Duisenberg. Las cifras le dan la raz¨®n.En la m¨¢s pura ortodoxia, el euro deber¨ªa estar ahora m¨¢s fuerte frente al d¨®lar y el yen que cuando naci¨®, en enero de 1999. Y en contra de lo que dicen los analistas, las previsiones siguen reduciendo a favor de Europa las distancias que le separan de EE UU. El muy sagrado mercado est¨¢ castigando a la zona que m¨¢s progresa, mientras premia al peor alumno, Jap¨®n, con el milagro de conjugar moneda fuerte con exportaciones.
Los analistas financieros se parecen estos d¨ªas a los malos astr¨®logos: no cesan de dar argumentos para explicar por qu¨¦ el euro se ha movido en la direcci¨®n contraria a la que hab¨ªan vaticinado. "Nuestros pron¨®sticos en materia de crecimiento se han cumplido, pero no en tipos de cambio", admite un miembro de AFI. "No hay ninguna t¨¦cnica satisfactoria que permita prever y explicar la evoluci¨®n de los tipos de cambio a corto plazo", advierte un alto cargo del Banco Europeo de Inversiones. "Pero la evoluci¨®n del euro no es tan dram¨¢tica como se est¨¢ presentando", subraya. "El problema es que acabe provocando un recalentamiento de la econom¨ªa que traiga nuevas subidas de los tipos de inter¨¦s".
Para algunos la ca¨ªda del euro destila miedo a que la UE sea incapaz de pactar en diciembre una reforma del Tratado de ?msterdam, lo que provocar¨ªa un retraso en la ampliaci¨®n al Este y abrir¨ªa una seria crisis pol¨ªtica. Otros la achacan a la falta de coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas y fiscales. Y casi todos vaticinan que esta crisis provocar¨¢ el rechazo de Dinamarca a ingresar en la moneda europea, lo que reforzar¨ªa a los euroesc¨¦pticos en Suecia y el Reino Unido.
Pero la explicaci¨®n m¨¢s habitual se refugia en la abrumadora superioridad de la econom¨ªa estadounidense desde hace muchos a?os. Sin embargo, las distancias no aumentan, bien al contrario. En enero de 1999, la zona euro crec¨ªa a una media del 2,7%, ten¨ªa una inflaci¨®n del 1,1%, un paro del 11,2% y un d¨¦ficit p¨²blico del 2%. Seg¨²n AFI y Consensus Economics de Londres, a final de este a?o el crecimiento ser¨¢ del 3,6%, la inflaci¨®n del 2,2%, el paro del 9,1% y el d¨¦ficit del 0,7%. En todos esos datos la zona euro mejora su diferencial respecto a Estados Unidos, aunque es cierto que la econom¨ªa norteamericana sigue claramente por delante.
Los datos de Jap¨®n son los que m¨¢s contrastan con la fortaleza de su moneda. El PIB crecer¨¢ este a?o un 1,6% y un 1,9% el pr¨®ximo mientras el d¨¦ficit pasar¨¢ del 7,9% al 7,3%. El crecimiento de la deuda ha provocado incluso que Moody's rebaje la fiabilidad del Gobierno imperial.
La fortaleza del yen contradice todas las leyes tradicionales: en teor¨ªa, un pa¨ªs fundamentalmente exportador como Jap¨®n necesita una moneda d¨¦bil para vender m¨¢s y acelerar la actividad. Los analistas explican la fuerza del yen por la repatriaci¨®n de capitales que empez¨® en la crisis de 1997 y que se habr¨ªa acelerado en las ¨²ltimas semanas al abandonar posiciones en Europa por la debilidad del euro.
Todo ello pone de relieve que las contradicciones del mercado hunden a la divisa europea, alzan a los cielos a la japonesa y consagran cada vez m¨¢s como hegem¨®nico el modelo americano. Los m¨¢s ortodoxos aprovechan la crisis de confianza en el euro para recetar la misma medicina de siempre: m¨¢s reformas estructurales y m¨¢s mercado. Aunque el mercado se equivoque. Quiz¨¢ el pecado de Europa es que su mercado no tiene el patriotismo que obliga al yen a volver Jap¨®n en tiempos de crisis y permite al d¨®lar reforzarse en v¨ªsperas de elecciones. Y es que, en Europa, el mercado no tiene una sola patria.
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