Entre Pinto
Esta hoguera de vanidades que es, como todas las capitales del capitalismo, la ciudad de Madrid, est¨¢ rodeada de otros espacios (pueblos, campillos, autopistas) que vienen a ser un circuito sangu¨ªneo (venas, peque?os vasos) que trae el alimento l¨ªquido a nuestras arterias mayores y oxigena nuestro maltrecho y congestionado coraz¨®n. Vagamos por el centro de esta v¨ªscera capital buscando lo otro vital que ya no podr¨ªa proporcionarnos por s¨ª solo este ¨®rgano parad¨®jico. Seguimos vivos dentro, pero de fuera llegan los latidos peque?os, sencillos, que pueden acompasar el ritmo ensordecedor del abdomen urbano. Sucede algo nuevo en Madrid. Salimos a bailar al Mondo, al amanecer vamos al Alien; algo nos lleva hasta los clubs, algo nos une, mucho mayor que una mera diversi¨®n circunstancial. No son vanas nuestras sonrisas ofrecidas, casi indiscriminadas, no es s¨®lo fr¨ªvola la comprenetraci¨®n inmediata entre el movimiento de nuestro cuerpo y de otro cuerpo desconocido; aunque acaso fugaz, la comunicaci¨®n que establecemos viene cargada de un significado que va transformando los modos de relaci¨®n social.Vamos siendo distintos, pues no nos conformamos. Huyen, dir¨¢n. Claro que s¨ª, hu¨ªmos hacia adelante, queremos superarnos, no estamos solos, no nos gust¨® del todo lo que vimos y vislumbramos algo mejor en muchos de los otros. Es ya de d¨ªa. Nos acompa?an muchos nuevos amigos, muy recientes, hace apenas unas horas, minutos incluso que hemos visto en esos ojos ajenos el mismo amor, la misma bondad, el mismo respeto, la misma paz que busca nuestra mirada: ?qu¨¦ fracaso hist¨®rico que hayan estado en desuso estas palabras! Abrimos las puertas de la casa para que todos entren. La fiesta sigue: ?c¨®mo no celebrar el atisbo, la alegr¨ªa de un nuevo orden, humano y generoso, que nos hace m¨¢s libres? Abrimos la puerta de la casa para que entren todas esas palabras. Entonces descubrimos que entre todos esos amigos de los que no sabemos el nombre hay un par de ellos que vienen de Pinto; registramos, entonces, el nombre de un lugar, tan cercano, del que nada sabemos, remoto, casi ex¨®tico desde este coraz¨®n desorientado de Madrid. Bailamos juntos, nos tumbamos juntos, admiramos juntos la belleza del cuerpo, de la luz, de la m¨²sica.
Nos queremos, con un amor distinto, sin clases, sin conflictos, con espontaneidad, con la satisfacci¨®n de la aceptaci¨®n de la diferencia, con el gozo de la unidad: se trata, definitivamente, de un comportamiento social otro. Los de Pinto sugieren una rave en el campo. All¨ª nos esperan (encantados, dicen) sus amigos. M¨¢s amigos. En un kil¨®metro que no voy a se?alar de una carretera que no voy a delatar, a trav¨¦s de unos caminos polvorientos que puedo asegurar nos pertenecen, cruzando un t¨²nel, torciendo a la izquieda, debajo de un puente. S¨ª, se?or, debajo de un puente. Entre matojos, entre rastrojos, entre cardos y ¨¢rboles flacos: ah¨ª estaba nuestra nueva Arcadia. Brian, Iv¨¢n, Antonio, Jorge, Dani, Mamen, Gol¨ªn, Mario, Javi, Gralis... Nos esperan. Nos reciben. Nos acogen. Ofrecen todo, dan todo. Todo, digo. Hay m¨²sica para todos, coches para todos, bebidas para todos, cualquier cosa para todos, jerseis para todos, mantas para todos, sonrisas para todos, abrazos para todos, miradas buenas para todos, estrellas para todos, sol para todos, sombra para todos.
La rave es el encuentro de la bondad, la generosidad, el cari?o, la comuni¨®n. La rave es divertirse porque sucede eso. Bailar, bailar, como toda la vida aunque con una m¨²sica nueva, para celebrar que somos personas y no m¨¢quinas contribuyentes, sensibles y no gente dura y sin escr¨²pulos. Servimos para la sociedad: voy a demostrarlo repitiendo las palabras que ya he dicho: amor, paz, uni¨®n, respeto, alegr¨ªa, libertad. Servimos para una sociedad inteligente: la que se conecta con el coraz¨®n; una inteligencia bondadosa. ?Qui¨¦n puede demostrarnos que no era eso, precisamente, lo que necesitaba esta sociedad? ?Que estaba perdida esta sociedad? Bien, pues s¨ª, este coraz¨®n central y desorientado que es Madrid va ya bombeando una sangre que, mira t¨² por d¨®nde, puede que est¨¦ entre Pinto y Valdemoro.
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