Chillida universal
Eduardo Chillida une una admirable trayectoria art¨ªstica a una inmensa dimensi¨®n humana. Es uno de los artistas espa?oles m¨¢s relevantes y reconocidos de la segunda mitad del siglo XX. La inauguraci¨®n hoy por los Reyes del maravilloso espacio de Zabalaga, en el que el gran escultor vasco ha encontrado el lugar ideal para exhibir su vasta obra, es una excelente ocasi¨®n para recordarlo. En los dif¨ªciles a?os cuarenta, el que entonces era un estudiante de arquitectura y brillante portero de la Real Sociedad de San Sebasti¨¢n tuvo el coraje de cambiar su prometedor destino por algo tan incierto y dif¨ªcil como es el arte. Chillida se march¨® a Par¨ªs y, tras unos a?os de dura brega, alcanz¨® el primer ¨¦xito internacional con la obtenci¨®n del Gran Premio de Escultura en la Bienal de Venecia de 1958, al que inmediatamente le siguieron el Premio Carnegie de Escultura (1960) y el Premio Kandinsky (1961). Desde entonces han sido incontables los galardones nacionales e internacionales que ha recibido en justa correspondencia por su singular y apasionante evoluci¨®n creadora, que no ha cesado durante medio siglo.
Las obras de Chillida forman parte, en la actualidad, de las mejores colecciones art¨ªsticas, p¨²blicas y privadas, de todo el mundo. Pero, adem¨¢s, las encontramos emplazadas como monumentos urbanos en grandes ciudades de Am¨¦rica y Europa. Este formidable ¨¦xito nunca limit¨®, sin embargo, su independencia art¨ªstica y personal, ni sus originales b¨²squedas, aunque muchas veces le acarreasen problemas y contrariedades. En el terreno c¨ªvico, supo defender la identidad de su pueblo cuando ¨¦ste sufr¨ªa persecuci¨®n pol¨ªtica durante el franquismo, pero tambi¨¦n, en la actual etapa democr¨¢tica, ha sabido enfrentarse con los intolerantes y violentos. No por casualidad hace pocos d¨ªas visitaban Zabalaga, invitados por la familia Chillida, Ram¨®n Recalde y su esposa, Mar¨ªa Teresa Castells, las ¨²ltimas v¨ªctimas de los nazis vascos.
En 1951, Chillida cre¨® su primera escultura abstracta en hierro; se hallaba entonces instalado en Hernani, donde se ubica el espacio de Zabalaga que se inaugura casi medio siglo despu¨¦s. La mezcla de las ra¨ªces vascas y el vanguardismo cosmopolita han hecho posible una obra escult¨®rica universalmente reconocida; pero este mismo esp¨ªritu ha presidido su conducta ¨¦tica, que tambi¨¦n ha sido ejemplar.
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