La cultura del respeto
Con la palabra "respeto" comenzaba la breve cr¨®nica publicada en EL PA?S SEMANAL del pasado 3 de septiembre, referida al apartado que la Bienal de Venecia dedic¨® a la arquitectura. En la informaci¨®n se afirmaba que en el transcurso de la Bienal se aportaron varias "propuestas" y algo calificado como "presentaciones radicales". Todo en el contexto de una terminolog¨ªa convencional y escasamente definida.Tras la cita de algunos nombres relevantes a nivel internacional en la profesi¨®n, y dentro de una penosa horfandad de razonamientos, el art¨ªculo terminaba avis¨¢ndonos de un sigiloso tr¨¢nsito desde la est¨¦tica a la ¨¦tica, cosa no f¨¢cil de entender.
Porque la ¨¦tica es una disciplina filos¨®fica que se ocupa de los juicios de valor, cuando en ellos se distingue el bien del mal. Y la est¨¦tica no va por ah¨ª. Es dif¨ªcil pues que se pueda pasar de la una a la otra, a favor de querer teorizar con algo m¨¢s que palabras. Pero fuera fortuna que la cosa hubiera quedado en lo dicho. Porque luego, por radio y prensa, nos lleg¨® el conocer los exabruptos dirigidos contra la obra, la imagen y la dignidad de nuestra arquitectura y de nuestro urbanismo en la Comunidad Valenciana. Calificaciones y descalificaci¨®n insultantes. Un verdadero alarde de ignorancia y de atentado en la "cultura del respeto".
Un grupo de supuestos arquitectos holandeses intentaron publicitarse mediante el conocido sistema de la provocaci¨®n grosera y desmedida. Citaron Benidorm, -evidentemente sin conocerlo en absoluto- y le superpusieron ideas nacidas en la inmadurez de su dise?o por autocad, tanto como en las carencias de una aut¨¦ntica capacidad y de una m¨ªnima capacitaci¨®n.
Ser¨ªa muy f¨¢cil denunciar las obras de tales individuos y caer con ello a posiciones de su mismo nivel, pero es proceder que no veo correcto en ning¨²n caso. Estamos en una situaci¨®n que no admite personalizaciones. Es un momento en lo social que cuestiona las opiniones y lo opinable como subordinado a la informaci¨®n. Y la informaci¨®n nace en este caso en una evidente irregularidad de comportamiento por parte de la Gerencia de esa Bienal de Arte veneciana.
Parece imposible que la elegancia y el cuidado exquisito que siempre caracteriz¨®, en Italia, los comportamientos gerenciales en la organizaci¨®n y desarrollo de este tipo de convocatorias, no haya estado presente, en este caso, para impedir que lo que ahora es objeto de comentario y disgusto, se haya producido en forma tan desafortunada.
Porque los ciudadanos, arquitectos o no, que hemos vivido y sentido la evoluci¨®n de una arquitectura con caracter¨ªsticas propias y definidas, no podemos tolerar ni admitir juicios de valor irresponsables. Ni afirmaciones inciertas. Al llegar a este punto, anecd¨®ticamente, parece que se produzca una confluencia con lo se?alado al principio sobre ¨¦tica y est¨¦tica.
El respeto nace para la consideraci¨®n expresa de lo estimable como bueno y de lo que no consideramos como tal. Es un ¨ªndice de cultura indudablemente. Lo que pudi¨¦ramos llamar, coloquialmente, "buena educaci¨®n", tal vez pudiera interpretarse como un cobarde absentismo en la opini¨®n y como falta de sinceridad o de libertad.
Pero el soporte v¨¢lido de esa cultura del respeto, que me he permitido enunciar como propuesta al principio de este comentario, ha de ser necesariamente la verdad. Y nuestra verdad necesaria significa rechazar en¨¦rgicamente esas irresponsables "propuestas", esos falsos juicios de valor y, como as¨ª utilizados, intolerables.
Jos¨¦ Casas Hern¨¢ndez es doctor arquitecto.
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