Thorpe desaf¨ªa a Mark Spitz
Gloriosa actuaci¨®n del joven fen¨®meno australiano en una jornada con cinco r¨¦cords mundiales de nataci¨®n
Bast¨® un solo d¨ªa para saber que los Juegos de Sydney ser¨¢n extraordinarios. Los acontecimientos se precipitaron en el Acuatic Center, donde probablemente se vivi¨® la jornada m¨¢s grandiosa en la historia de la nataci¨®n. Se disputaron cuatro finales y se consiguieron cinco r¨¦cords del mundo: Ian Thorpe (Australia) en los 400 metros libres, Michael Klim (Australia) en los 100 metros libres, el equipo australiano en los relevos 4x100 metros libres, Yana Klochkova (Ucrania) en los 400 metros estilos y el equipo femenino de Estados Unidos en el relevo 4x100 libres. En apenas dos horas de competici¨®n se super¨® la cifra de r¨¦cords de Atlanta 96, donde s¨®lo se obtuvieron cuatro.Pero estos datos dicen muy poco de lo que sucedi¨®. De repente, la nataci¨®n avanz¨® varios a?os, con registros impensables hace unos meses. En Sydney se ha precipitado una nueva era, por razones que no tienen f¨¢cil explicaci¨®n. Este a?o ha sido extremadamente pr¨®digo en r¨¦cords mundiales, tras una cierta recesi¨®n desde el Mundial de Roma 94. All¨ª aterrizaron las chinas, movieron de arriba a bajo el ranking mundial. Todas sus marcas quedaron bajo sospecha despu¨¦s. Varias de sus mejores nadadoras cayeron en los controles antidopaje. Con estos antecedentes, los c¨ªnicos pensar¨¢n que el chaparr¨®n de r¨¦cords de ayer est¨¢ sostenido por la farmacopea. Pero mientras no se demuestre lo contrario, se hace obligado pensar en un generaci¨®n espectacular de nadadores, con Ian Thorpe a la cabeza de todos.
Si cada edici¨®n de los Juegos elige a sus h¨¦roes, Sydney ha escogido a Thorpe, un muchacho nacido en un suburbio de la ciudad, t¨ªpico representante de un modo de vida que ha convertido la nataci¨®n en una cultura. El 95% de los 18 millones de habitantes de Australia vive a menos de diez minutos en coche de la costa. El clima favorece tambi¨¦n esta adhesi¨®n a los deportes acu¨¢ticos, lo mismo que el innegable esp¨ªritu competitivo de sus atletas. Es como si en Thorpe se hubieran decantado los grandes mitos de la nataci¨®n australiana: Rose, Wenden, Holland, Armstrong, Fraser, Gould, Ford... Este Frankenstein excepcional vive por delante de su tiempo. Con 17 a?os ya se ha ganado el derecho a discutir a Mark Spitz el trono de mejor nadador de la historia.
Su exhibici¨®n en la primera jornada llev¨® al asombro. En los 400 metros bati¨® el rec¨®rd del mundo, con un registro de 3.40,59 minutos, y dej¨® al segundo a tres segundos y al tercero, a siete. Pero esa victoria estaba garantizada. Lo sublime ocurri¨® en el relevo 4x100, donde Thorpe dio el triunfo y el r¨¦cord mundial a su equipo con un aceler¨®n que destroz¨® a Gary Hall. En ese momento emergi¨® Thorpe como la gran referencia de los Juegos. No era su distancia ideal, ni parec¨ªa capaz de superar a un especialista del prestigio del estadounidense, pero los m¨¢s grandes est¨¢n hechos de una pasta diferente. En el horizonte, s¨®lo aparece Marion Jones con la capacidad de disputarle el reinado de los Juegos.
El ruido que provoc¨® la actuaci¨®n del nadador australiano oculta la discreta actuaci¨®n espa?ola en la primera jornada, con un damnificado de primer orden: el gimnasta Gervasio Deferr, que no podr¨¢ defender su condici¨®n de favorito en el concurso individual de suelo. Un error de c¨¢lculo, por exceso, le cost¨® el batacazo en la clasificaci¨®n.
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