El l¨ªder prorruso de Chechenia acusa a Mosc¨² de violar las leyes de la guerra
Vivir en Chechenia es una aventura llena de riesgos, tanto para los militares rusos como para los guerrilleros independentistas o los civiles preocupados tan s¨®lo por la supervivencia. El mufti (l¨ªder religioso musulm¨¢n) Ajmad Kad¨ªrov, jefe de la Administraci¨®n civil prorrusa, lo puso el pasado s¨¢bado de manifiesto con unas espectaculares declaraciones que presentan a las tropas federales poco menos que como un Ej¨¦rcito de ocupaci¨®n que no respeta las m¨¢s elementales leyes de guerra.
Seg¨²n Kad¨ªrov, los soldados rusos cometen toda clase de atrocidades durante las frecuentes "operaciones de limpieza", de las que ni siquiera se ven libres las "localidades leales" a Mosc¨². Entre los excesos, figuran el uso injustificado de las armas, las detenciones arbitrarias y las desapariciones. Si esa situaci¨®n persiste, a?ade el mufti, puede "empujar a los civiles hacia la b¨²squeda de m¨¦todos para defender a sus familias de la eliminaci¨®n f¨ªsica". En tal caso, a?adi¨®, ¨¦l se pondr¨¢ al lado de su pueblo.Especialmente dif¨ªcil, se?al¨® Kad¨ªrov, es la posici¨®n de decenas de miles de j¨®venes chechenos sin trabajo. Aunque s¨®lo sea por su edad, son considerados por los militares como simpatizantes o colaboradores de la guerrilla, cuando no de combatientes encubiertos. "Se encuentran entre el martillo y el yunque", a?adi¨®, "ya que los rebeldes quieren obligarles a luchar con ellos y, si no lo hacen, los militares los persiguen en el calor de las operaciones de limpieza".
El punto de vista del Ej¨¦rcito es que muchos civiles, incluso beneficiarios de una reciente amnist¨ªa, participan en operaciones subversivas y terroristas. En una guerra sin frentes claros de batalla, resulta muchas veces imposible de identificar. La impunidad por los excesos de las tropas federales es la norma. Siguen sin castigar los asesinos de decenas de civiles en tres matanzas documentadas por numerosos testimonios recogidos por organizaciones como Human Rights Watch.
Excesos de las fuerzas rusas
La existencia de un enviado especial del presidente para los derechos humanos, de una comisi¨®n de la Duma (C¨¢mara baja del Parlamento) y de otra supuestamente independiente, as¨ª como las espor¨¢dicas visitas de representantes de organismos internacionales, no impide que contin¨²en los excesos, aunque probablemente ayude a mitigarlos. La guerra no ha terminado, aunque cada vez est¨¦ m¨¢s olvidada. Ha desaparecido de las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos y de las aperturas de los telediarios pero, convertida en un conflicto de baja intensidad, engrosa d¨ªa a d¨ªa su cosecha de muertos, heridos y desaparecidos. Las tropas federales han ganado la guerra grande y, mal que bien, controlan los principales nucleos de poblaci¨®n, pero los rebeldes est¨¢n lejos de haber perdido la guerra peque?a. Siguen fuertes en las monta?as del sur y del este y conservan una capacidad de respuesta suficiente para atacar con t¨¢cticas guerrilleras al enemigo en cualquier lugar de la rep¨²blica cauc¨¢sica, sobre todo cuando cae la noche.
Los partes militares dejan caer un goteo constante de bajas propias: seis muertos el jueves en la emboscada a un convoy, cuatro m¨¢s en el ataque a una patrulla el viernes, un teniente coronel de la polic¨ªa asesinado el s¨¢bado en su casa... Las minas y las emboscadas hacen estragos durante el d¨ªa y, al llegar la noche, los efectivos rusos tienen que atrincherarse en sus acuartelamientos.
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