Plata que quema
Ha subido ya a las carteleras y parece que la cr¨ªtica la est¨¢ tratando bien. Me refiero a Plata quemada, la coproducci¨®n hispano-argentina, interpretada por Pablo Echarri, Eduardo Noriega y Leonardo Sbaraglia en los papeles principales, y dirigida por Marcelo Pi?eyro. No creo incurrir en ning¨²n dislate si digo que esta es una de las mejores pel¨ªculas de lengua espa?ola de los ¨²ltimos tiempos. Un marco de novela negra situada en el R¨ªo de la Plata y una historia de amor homosexual se imbrican y compenetran para ofrecer un producto denso, gr¨¢vido, donde suenan de manera terrible las voces genuinas del amor y la libertad.No s¨¦ qu¨¦ es eso del cine gay, como no s¨¦ qu¨¦ se entiende por literatura gay. Por eso, Plata quemada es una pel¨ªcula de amor, del amor que se atreve a gritar su nombre en nombre del amor y no en la estela de ninguna reivindicaci¨®n sectaria. No hay relaci¨®n entre ella y las obras de Fassbinder, tan amaneradas a menudo y tan restrictivas. Todo se trata con normalidad, con la normalidad excepcional, valga la contradicci¨®n, que exige hablar del aut¨¦ntico amor, aquel que est¨¢ siempre al borde de su t¨¦rmino mismo, como cant¨® Pedro Salinas en los versos que dedic¨® a su amor subterr¨¢neo. Ninguna morbosidad, ning¨²n canto parcial ni mis¨®gino. Todo discurre entre una pareja y sus sombras.
La pel¨ªcula es tambi¨¦n un discurso sobre los l¨ªmites de la sociedad capitalista y sus mecanismos de corrupci¨®n: los tres delincuentes que encarnan los papeles estelares son bastante menos corruptos que la polic¨ªa que los persigue. El amor puede brotar tambi¨¦n entre las criaturas de la marginaci¨®n, viene a decir el filme; la heterodoxia puede ser m¨¢s pura que la ortodoxia, afirma tambi¨¦n.
Hac¨ªa falta mucho talento para extraer el oro de la creaci¨®n profunda de materiales tan primarios: un asalto a una furgoneta bancaria y una historia de amor homosexual, que acaba siendo tambi¨¦n heterosexual. Filme de interiores, su ¨¢mbito claustr¨®fobico termina convirti¨¦ndose en el espacio ideal donde el amor y sus exigencias enarbolan sus derechos pero tambi¨¦n airean las atormentadas banderas de los celos y de la pasi¨®n que se sabe en los l¨ªmites.
Actores desenvueltos encarnan una doble historia de amor y de muerte, que no esquiva los perfiles m¨¢s duros ni las situaciones m¨¢s extremas. Y es una obra hecha sin pudor. Sin pudor puritano ni pudor del otro, que tambi¨¦n existe y es opresivo.
Uno sospecha hacia los ¨²ltimos tramos de la pel¨ªcula que el marco de novela negra era un pretexto para contar una historia de amor, y en cierto sentido es as¨ª, aunque la denuncia social inherente al g¨¦nero negro aliente y d¨¦ significaci¨®n tambi¨¦n al filme. Que estas obras se hagan en el ¨¢mbito de nuestra cultura es una fuente de leg¨ªtima satisfacci¨®n. Se terminaron las Argentinas de consumo y los espa?oles de ala ancha. En espa?ol, el espa?ol rioplatense de la mayor¨ªa de los actores y el espa?ol castellano de Eduardo Noriega, suenan estas voces de amor y libertad, de ternura, furia y desamparo.
Plata quemada la del dinero del asalto que desencadena el filme; plata que quema con el fulgor del arte esencial la de esta pel¨ªcula sabia, hiriente, profunda.
Babelia
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