Puntocom
Una amiga m¨ªa muy puesta al d¨ªa, muy actual, se va a casar en unos d¨ªas con alguien que conoci¨® chateando en Internet. Ante mi asombro, me comenta que antiguamente se invert¨ªa demasiado tiempo y esfuerzo en establecer unas relaciones cuyo resultado no estaba garantizado. Cabeceo afirmativamente pensando en todas esas veces en que he regresado a casa con los pies fr¨ªos y la cabeza caliente. Ahora, dice, es impensable conocer al hombre de tu vida en un ascensor o en una biblioteca. Y repaso mis ¨²ltimas incursiones en ascensores y bibliotecas, donde cada cual va a lo suyo y nadie mira a nadie, seguramente porque todo el mundo se reserva para la Red. C¨®modamente en casa, en zapatillas, en la m¨¢s estricta privacidad, sin tener que someterse a ning¨²n retorno, la aventura se emprende d¨¢ndole a un bot¨®n y se concluye de igual manera, y si no ha ido bien, se puede pensar que no ha ocurrido nada, porque uno no se ha movido del sitio.Ya nadie se f¨ªa de esas relaciones cuerpo a cuerpo en que se puede mentir, fingir de la manera m¨¢s vil, en que puedes enmascararte con tu propio yo, dice mi amiga. En la Red, todo es mucho m¨¢s sano. Cuando alguien enga?a al otro, s¨®lo lo enga?a respecto a qui¨¦n es, pero no respecto a quien realmente quiere ser, dice.
Nunca hasta ahora me hab¨ªa invadido la certidumbre de que el juego estaba en otra parte, y que esa otra parte no era precisamente un lugar, sino un modo, una forma. As¨ª que corro a conectarme. Me dispongo a aventurarme entre desconocidos con un gin-tonic en la mano como si estuviese en un sitio real y concreto mirando a los ojos a alguien. Tengo veinticinco a?os y me llamo Raquel, digo. Practico puenting, descenso de ca?ones y espeleolog¨ªa. Cuando no hago deporte, viajo con una c¨¢mara al hombro. Vivo de una peque?a fortuna familiar, que me permite hacer lo que quiero. El enmudecimiento de mi interlocutor me hace pensar que me he pasado, as¨ª es que pruebo con lo siguiente: Me llamo Sara, tengo treinta y cinco a?os y preparo notar¨ªas. Ten paciencia conmigo, porque soy algo t¨ªmida, me cuesta trabajo sincerarme, entregarme. ?Comprendes?, digo. Y alguien contesta: Estoy seguro de que tambi¨¦n eres muy intensa, Sara. ?Qu¨¦ m¨²sica te gusta? Me encantar¨ªa conocerte.
Resulta que tambi¨¦n en la Red el mundo sigue igual.
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