Hacia la tierra prometida
Resulta in¨²til, por ser superfluo, el esfuerzo de algunos competidores pol¨ªticos tratando de minimizar o desacreditar el supuesto "giro catalanista" ejecutado por el Partido Popular de Catalu?a durante el pasado fin de semana. In¨²til, ya que el m¨¢ximo exponente de esa eventual inflexi¨®n, Josep Piqu¨¦, fue bien claro al precisar, en su comparecencia dominical ante el congreso, que "no hay tal giro catalanista, s¨ª una clara l¨ªnea de continuidad".Hay continuidad, en efecto, porque no se puede cambiar en un d¨ªa, ni en un a?o, la naturaleza profunda de las cosas, menos a¨²n la de las organizaciones pol¨ªticas. La del PP catal¨¢n se manifest¨®, por ejemplo, en la c¨¢lida ovaci¨®n que arrop¨® la primera entrada en el plenario de Alejo Vidal-Quadras, interrumpiendo el discurso de Javier Arenas y obligando a ¨¦ste a saludarle con un desconcertado "buenas tardes, don Alejo, buenas tardes" cuando eran... las once de la ma?ana. Esa naturaleza aflor¨® tambi¨¦n en los aplausos fervorosos de la concurrencia cada vez que alg¨²n orador alud¨ªa al biling¨¹ismo en t¨¦rminos apolog¨¦ticos o hac¨ªa referencia a Espa?a y al sentimiento de espa?olidad.
La continuidad ha sido igualmente notoria en el suave aroma vidalquadrista de la ponencia pol¨ªtica elaborada por Dolors Nadal -el propio Vidal-Quadras la describi¨® como "una gema" frente al "pedrusco" de Piqu¨¦- y en la personalidad, el estilo y el discurso del reelegido Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz. En ese su biling¨¹ismo sincopado y grotesco, hecho de alternar una y otra vez reiterativos periodos oratorios en castellano y en catal¨¢n, al modo de los paneles de autopista donde se suceden el "precauci¨®n, niebla" y el "precauci¨®, boira". Sobre todo, en sus ideas pol¨ªticas, las m¨¢s atrevidas de las cuales son que "el PP de Catalu?a es un partido de ra¨ªz catalana y vocaci¨®n espa?ola" o que "para el PP sentirnos catalanes es nuestra mejor manera de sentirnos espa?oles, y para nosotros el catalanismo es un compromiso con Catalu?a y es un compromiso con Espa?a".
?La derrota de Vidal-Quadras? M¨¢s que de una derrota, se trata de una autoinmolaci¨®n cuidadosamente escenificada y teatralizada por su protagonista con la prodigiosa habilidad medi¨¢tica que le caracteriza. Si, m¨¢s all¨¢ del periodo de su jefatura -lo que ¨¦l llama, con modestia evang¨¦lica, "el ¨¦pico sexenio 1990-96"-, donde Alejo consigui¨® en los ¨²ltimos cuatro a?os mantenerse en el candelero institucional, recibi¨® de Aznar significativas deferencias y conserv¨® un lugar en el coraz¨®n de sus correligionarios catalanes, bien hubiese podido seguir igual despu¨¦s del noveno congreso; m¨¢xime cuando, seg¨²n Javier Arenas, ¨¦ste era el de "la renovaci¨®n sumando". Ha preferido, ¨¦l sabr¨¢ por qu¨¦, el choque y la trencadissa; tal vez crea que una aureola de v¨ªctima de las artima?as del "aparato", de m¨¢rtir del m¨¢s bajo tacticismo, puede ser rentable a medio plazo; o quiz¨¢ le ha cegado su complejo de superioridad dial¨¦ctica y ret¨®rica, esa necesidad algo enfermiza no ya de vencer, sino de humillar al contrincante.
De cualquier modo, y en t¨¦rminos objetivos, la inquina de Vidal-Quadras ha constituido para Josep Piqu¨¦ un precioso regalo. Gracias a las mordaces burlas del eurodiputado, a sus enmiendas casi injuriosas, a sus acusaciones de criptopujolismo, la ponencia que el ministro de Asuntos Exteriores prepar¨® para el congreso ha ganado una credibilidad social que seguramente no merec¨ªa, y el ponente mismo ha aparecido cual moderno Sant Jordi que abate al fiero drag¨®n espa?olista. Francamente, creo que no es para tanto. Escuchando a Piqu¨¦ en las jornadas de su consagraci¨®n, me pareci¨® m¨¢s bien que la novedad consist¨ªa en reemplazar el esp¨ªritu de cruzada ideol¨®gica caracter¨ªstico de Vidal-Quadras por un espa?olismo de la utilidad mucho m¨¢s prosaico pero no menos firme y, seguramente, mucho m¨¢s efectivo. Si el mordaz ex presidente tiene escrito que Espa?a es "una de las naciones que con m¨¢s ah¨ªnco han impulsado la historia de la humanidad", el emergente ministro habla de la Espa?a de las oportunidades, de "una Espa?a ilusionante que interesa extraordinariamente a los catalanes desde cualquier perspectiva" (el subrayado es m¨ªo). Mientras aqu¨¦l denuncia sin ¨¦xito imaginarias persecuciones ling¨¹¨ªsticas, ¨¦ste prefiere subrayar que, con 500 millones de hablantes en la era de Internet, "la lengua castellana es un activo formidable". Un activo, no una bandera; porque Piqu¨¦ no se dirige a los grup¨²sculos castellanistas, sino a las nutridas y pragm¨¢ticas filas empresariales y profesionales.
En el curso de su parlamento congresual como candidato a la reelecci¨®n, Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz se dej¨® llevar por una disculpable euforia cuando afirm¨®: "Forma parte del argot de nuestro discurso pol¨ªtico hablar de las traves¨ªas del desierto. Ahora ya no hay traves¨ªas del desierto. Ahora hemos alcanzado la tierra prometida". No, todav¨ªa no. El PP de Catalu?a se halla de momento en un confortable oasis y avizora, tras las colinas del pospujolismo, el pa¨ªs de leche y miel. Pero el Josu¨¦ que guiar¨¢ al partido hacia su conquista, el "gran dirigente" ungido por Dios, el que "tiene a Catalu?a en la cabeza y en el coraz¨®n y sabe qu¨¦ es lo m¨¢s conveniente", ¨¦se es Josep Piqu¨¦. Despu¨¦s de haber pechado con tanto desierto el joven Fern¨¢ndez, como Mois¨¦s, no llegar¨¢ a gozar de la tierra prometida.
Joan B. Culla es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la UAB.
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