"Ya me siento mucho mejor"
Yivan¨¦vskaia, con el tercer tiempo de las finalistas, aspira de nuevo al podio en su prueba favorita, los 200 metros espalda
Nina Yivan¨¦vskaia lo dijo antes de que se lo preguntaran: "No he ido a tope. Tengo bastante margen para mejorar en la final". Esas palabras, que tambi¨¦n pueden asumir sus principales rivales, son significativas por la humildad y la timidez que definen a la triple campeona europea hace dos meses y medallista de bronce en los 100 metros espalda. Hoy, a las 10.00 (hora espa?ola), la malague?a de Mosc¨² buscar¨¢ el podio de los 200, su prueba favorita, tras haber sido la tercera en el c¨®mputo global de las series clasificatorias y las semifinales.La desventaja de nadar de espaldas es que se ve mal la situaci¨®n de los rivales, excepto en los virajes. La ventaja est¨¢ en que se ve bien el cron¨®metro digital en la pizarra electr¨®nica gigante, lo que permite saber si uno va lo suficientemente r¨¢pido sin necesidad de controlar lo que hacen los dem¨¢s.
Los 200 metros son la distancia fuerte de Yivan¨¦vskaia, quien, adem¨¢s, disputa hoy su cuarta final ol¨ªmpica a pesar de que s¨®lo tiene 23 a?os: gan¨® el bronce para la CEI (siglas intermedias entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Rusia) en los relevos de Barcelona 92, cuando fue la s¨¦ptima en la prueba individual, y acab¨® la novena en Atlanta 96. Por lo tanto, no tuvo ayer que forzar la m¨¢quina. Con todo, sus palabras, tras la serie matutina, dejaron una estela de duda y sorpresa: "F¨ªsicamente, estoy peor que en los Campeonatos de Europa".
?C¨®mo es eso posible si el gran objetivo del a?o eran los Juegos? La espa?ola rectific¨® por la tarde tras ser la tercera en su semifinal con el mismo tiempo que la vencedora de la otra, la francesa de origen rumano Roxana Maracineanu. Es decir, Yivan¨¦vskaia comparti¨® con ella el tercer puesto de la clasificaci¨®n global, tras la asombrosa rumana Diana Mocanu y la japonesa Tomoko Hagiwara. ?sas son previsiblemente sus grandes rivales de hoy. "Ahora ya me siento mucho mejor. A medida que pasan los d¨ªas, me voy acostumbrando a este agua con tan poco cloro", dijo.
Yivan¨¦vskaia no necesit¨® utilizar el turbo, esa aceleraci¨®n en el segundo hect¨®metro que la distingue de casi todas sus rivales. Pero una de ¨¦stas, Mocanu, nad¨® sin esforzarse en la serie matutina en 2m 9,21s, una se?ora marca: la sexta de la historia, mejor que la de 2m 9,53s que ten¨ªa Yivan¨¦vskaia como la mejor de este a?o. A pesar de su antigua pertenencia al bloque del Este, Rumania carece de una tradici¨®n de nadadores como la que constituye una forma de cultura en su vecina Hungr¨ªa. Sin embargo, Mocanu es la que m¨¢s se ha acercado al eterno r¨¦cord, 2m 6,62s, logrado en 1991 por la mejor espaldista de todos los tiempos: la legendaria h¨²ngara Krisztina Egerszegi.
Mocanu s¨®lo tiene 16 a?os, siete menos que Yivan¨¦vskaia. Pero los t¨¦cnicos de la Federaci¨®n Espa?ola coinciden en que ¨¦sta tambi¨¦n es un caso asombroso, sobre todo si se tiene en cuenta que no disput¨® ninguna prueba de los 200 en tres a?os, de 1996 a 1999, y que pr¨¢cticamente abandon¨® la alta competici¨®n durante dos de los tres mientras cambiaba de residencia y nacionalidad. Su extraordinaria base de entrenamiento, labrada desde que era una ni?a en las piscinas rusas, la convierte en una apuesta fiable y con un techo a¨²n incierto.
Y, en ese contexto, surge un tema pol¨¦mico. Desde que su entrenador, Cecil Thomas Rusell, fue detenido y acusado de tr¨¢fico de drogas, Yivan¨¦vskaia sigue sus m¨¦todos pero se prepara con su marido, Francisco Medina, monitor deportivo hasta que conoci¨® a quien hoy es su esposa. La federaci¨®n supervisa, pero de lejos por voluntad de la nadadora. Su director t¨¦cnico, Luis Villanueva, deja la duda en el aire: "Rusell era un desconocido en el mundo de la nataci¨®n. Pero es cierto que nos pareci¨® un buen entrenador. Ahora bien, cabe preguntarse si una de las mejores nadadoras no subir¨ªa a¨²n m¨¢s si su trabajo se coordinase con t¨¦cnicos del nivel m¨¢s alto posible, que est¨¦n a su lado en los entrenamientos. Por otro lado, es indudable que su marido le da confianza. De modo que tampoco nos creemos en posesi¨®n de la verdad absoluta".
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