El milagrito sigue funcionando
Sandok¨¢n de gala
De nuevo la Merc¨¨ ofreci¨® su milagrito de cada a?o, y el p¨²blico de Barcelona se ech¨® a la calle para seguir el nutrido programa de su festival independiente, movi¨¦ndose m¨¢s alentado por la curiosidad que por el reclamo de nombres populares. Y eso que a primera hora de la noche del viernes, cuando la programaci¨®n arrancaba en la plaza del Rei, transitar por la calle de Ferran en ruta hacia aquel escenario supon¨ªa esquivar una tormenta de fuego y percusi¨®n orquestada por las colles de diables. Todo era m¨²sica, chispas y humo en un centro convertido en una inmensa sala de conciertos al aire libre.A buen seguro Cinnamon, el grupo sueco que abri¨® el BAM en la plaza del Rei, no esperaba contar con tanto p¨²blico ante el escenario. Es el tradicional milagrito del BAM, que otorga nutridas audiencias a grupos poco populares incluso en su pa¨ªs. Y no s¨®lo otorga eso: la tolerancia festiva hace a su p¨²blico tolerante, dispuesto a divertirse con todo. Lo de los suecos no es para tirar de espaldas: pop guitarrero y ?o?o con rubita al frente, pero los aplausos calentaron las palmas de los presentes. Mucho m¨¢s sonaron los aplausos con Baxendale, un grupo de techno-pop intrascendente dotado de un notable sentido del humor con toques autopar¨®dicos. Hab¨ªa que ver a los dos chicos haciendo coros en plan tr¨ªo La La La a la vocalista, y hab¨ªa que ver lo populares que resultan entre esa generaci¨®n indie que puso la plaza patas arriba cuando lleg¨® Music for girls, el hit de los brit¨¢nicos. Luego Mastretta cerr¨® la noche con esa m¨²sica incalificable que tanto sirve para un c¨®ctel como para una pel¨ªcula o un desfile de modas.
Pero lo que resulta incalificable es lo de Jimi Tenor, ese finland¨¦s extravagante que vaya usted a saber c¨®mo ha liado a la Banda Municipal de Barcelona para ayudarla a defender su ¨²ltimo disco. El p¨²blico llenaba la plaza de la Catedral. Ya se sabe que esta ciudad de vez en cuando da p¨¢bulo a las extravagancias con sustrato intelectual. Vestido como un Sandok¨¢n de gala, el fin¨¦s volvi¨® a despistar al p¨²blico con un concierto que recuperaba los sonidos negros de los setenta en clave orquestal. El p¨²blico se qued¨® la mar de satisfecho, y tras el concierto, la imagen que retener era la del fin¨¦s posando como una estrella ante el p¨®rtico de la catedral.Luego ya volaron las sillas desde las que se hab¨ªa seguido el recital de Jimi, pues la m¨²sica del brasile?o Otto est¨¢ hecha para bailar. La mezcla de sonidos tradicionales del Brasil y nuevas tecnolog¨ªas, eso que ya se ha venido en llamar mangobeat, fue el perfecto colof¨®n para la plaza de la Catedral, convertida ya en un mar de cuerpos cimbreantes. Lo que all¨ª pasaba era el preludio para lo que despu¨¦s llegar¨ªa en la estaci¨®n de Francia, disfrazada para el BAM de gigantesca discoteca. All¨ª se revivieron las im¨¢genes que el S¨®nar ha patentado, y entre 5.000 y 7.000 personas se abandonaron al techno-house de Carl Craig, la estrella de una noche que acab¨® de d¨ªa.
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