Sobre Sobrequ¨¦s MIQUEL BARCEL?
En la segunda mitad del mes de julio pasado se conoci¨® el nombramiento del doctor Jaume Sobrequ¨¦s como nuevo director del Museo de Historia de Catalu?a (MHC). Este nombramiento pareci¨®, en un principio, remover las cr¨ªticas de fondo que la existencia misma del museo hab¨ªa tanto tiempo suscitado. ?Ten¨ªan que ser, forzosamente, los directores del extra?o museo gente peculiar del oficio? Al de historiador, me refiero. El hecho de que un grupo distinguido de catedr¨¢ticos de Historia Contempor¨¢nea decidieran manifestar su buena opini¨®n profesional sobre el dimitido anterior director indica, quiz¨¢, que entre ciertos sectores de la academia se percib¨ªa como necesario el amistoso dictamen.Es, por otra parte, plausible pensar, aunque no haya prueba formal de ello, que entre muchos sectores acad¨¦micos y suburbiales de la academia, el nombramiento del doctor Sobrequ¨¦s ha gustado poco. Es posible que algunos lleguen a considerar este nombramiento algo cercano al esperpento. Incluso entre quienes piensan que el museo es un artefacto conceptualmente informe, el nombramiento del doctor Sobrequ¨¦s parece resultar m¨¢s insoportable que la perduraci¨®n misma del museo. Hablo, claro, de o¨ªdas. Nadie del oficio se ha pronunciado, por ahora, ni individual ni colectivamente, sobre ello.
En los medios locales el doctor Sobrequ¨¦s dijo -el 26 de julio, por ejemplo- lo que ten¨ªa que decir: "Mi obsesi¨®n ser¨¢ reflejar la historia de Catalu?a desde la pluralidad". Se postulaba as¨ª para ser el director de todos. Y seguramente as¨ª se entendi¨®. Es m¨¢s, quedaba insinuado que todas las perspectivas historiogr¨¢ficas ser¨ªan igualmente consideradas; que no hay, de hecho, entre ellas distingos de calidad. Y record¨® tambi¨¦n que desde la Edad Media, Catalu?a, "siempre ha sido una encrucijada de culturas". Aunque la conocida consigna no quiera decir absolutamente nada ni haga referencia concreta a nada conocido, resulta, entre los del oficio, innegablemente tranquilizadora. El doctor Sobrequ¨¦s se ofreci¨®, al menos en esta entrevista, como c¨®mplice de todos y de todo. Y en esencial tambi¨¦n del anterior director. No pod¨ªa ser de otra manera y el doctor Sobrequ¨¦s, en principio, se regir¨¢ por el criterio general de "reflejar la pluralidad" de perspectivas y de intereses profesionales. Y este cuidado va mucho m¨¢s all¨¢ de la discreci¨®n pol¨ªtica de atender con equidad las relaciones de fuerza entre los partidos pol¨ªticos. Se trata de no inmiscuirse en la mec¨¢nica con la que se produce el objeto espec¨ªfico de la Catalu?a historiogr¨¢fica y que proporciona los referentes informes, sensibles al tacto, moldeables, en fin, de la identidad o, menos dram¨¢ticamente, del reconocimiento exacto de en qu¨¦ consiste. Solo de forma muy general y con referencias estereotipadas -la de "encrucijada de culturas" medieval que tambi¨¦n sirve para mencionar los problemas de asimilaci¨®n de inmigrantes contempor¨¢neos- se alude a ello. Sin duda, el doctor Sobrequ¨¦s garantiza la seguridad del secreto mecanismo. La recepci¨®n contenidamente hostil a su nombramiento parece, pues, inoportuna o sin fundamento. La capacidad profesional del doctor Sobrequ¨¦s, como recalc¨® el conseller que lo nombrara, est¨¢ fuera de duda. ?Lo est¨¢? S¨ª, lo est¨¢. Por los procedimientos valorativos acad¨¦micamente en uso, la actividad profesional del doctor Sobrequ¨¦s ha sido la correcta en un profesional que decidi¨®, como otros, seguir una carrera pol¨ªtica que iba a limitar su dedicaci¨®n de oficio. El lector debe tener presente que estos procedimientos valorativos no son nada triviales en la profesi¨®n. Determinan el estatuto docente y los sueldos -el doctor Sobrequ¨¦s es catedr¨¢tico de la UAB-, el acceso a fondos de investigaci¨®n, la participaci¨®n en comisiones que seleccionan al profesorado y, menos formalmente, la credibilidad ante instituciones y editores de quien dependen encargos remunerados, colecciones, historias, exposiciones, consultas o la direcci¨®n de museos. Y es evidente que el doctor Sobrequ¨¦s ha hecho los m¨¦ritos acad¨¦micos necesarios. Otra cosa, sin embargo, es que puedan existir en la profesi¨®n formas de valoraci¨®n por las que se llega a resultados y fisonom¨ªas acad¨¦micas muy diferentes, sino contrarias, a las, digamos, oficiales. Pero son estas ¨²ltimas las que cuentan y las que, por generaciones, determinan el contenido y vigencia de las pr¨¢cticas, historiogr¨¢ficas en este caso, de la academia. Cuando la disparidad es extrema, cuando las dos fisonom¨ªas resultan inconciliables, se ve con claridad que ello es posible porque la academia ha optado en su ejercicio por prescindir de la cr¨ªtica de sus propios supuestos y de las actividades investigadoras y docentes de sus miembros. El origen y las causas de esta suspensi¨®n de la cr¨ªtica tienen mucho que ver con la Universidad espa?ola desde 1939 y, a la vez, con la mec¨¢nica, espec¨ªficamente local, de producci¨®n del escurridizo sujeto de la narraci¨®n de Catalu?a. La doblez aqu¨ª, en Catalu?a, es, pues, mayor. La celebraci¨®n reciente de la aparici¨®n del n¨²mero 250 de la revista L'Aven?, de cambiantes subt¨ªtulos, podr¨ªa incitar, justamente, a iniciar el imposible debate. No se har¨¢.
Es posible que el doctor Sobrequ¨¦s haya sido objeto, no ¨¦l solo, de un desdoblamiento del tipo que he descrito antes. Su cargo en la junta del anterior presidente del FC Barcelona Josep Llu¨ªs N¨²?ez puede haber contribuido a un descr¨¦dito acad¨¦mico, formalmente inmerecido. Tuvo la mala suerte de ser fotografiado llev¨¢ndole el paraguas al se?or presidente. Ciertamente, pues, lo hizo. Pero yo conozco a gente en el oficio que ha llevado admin¨ªculos de uso m¨¢s reiterado a poderosos m¨¢s obscuros y limitados sin que quede rastro gr¨¢fico de ello.
La suspensi¨®n de la cr¨ªtica hace posible todo el embrollo de equ¨ªvocos, la mezcla constante de im¨¢genes contradictorias por debajo del relieve acad¨¦mico formal que es el que, de verdad, funciona y del que nadie, claro, quiere hablar. En este sentido todos los del oficio somos Sobrequ¨¦s. No me extra?ar¨ªa que muchos, quiz¨¢ la mayor¨ªa, rechacen la identificaci¨®n. Yo no tengo reparo alguno en mirarme en el espejo, hip¨®crita lector, mi semejante, mi hermano. Yo tambi¨¦n soy Sobrequ¨¦s.
Miquel Barcel¨® es catedr¨¢tico de Historia Medieval de la UAB.
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