"Que se despliegue la inteligencia pol¨ªtica"

Ma?anita de plomo en la Asamblea. El consejero de Educaci¨®n, Gustavo Villapalos, mira, arrobado, la nada del techo del sal¨®n de plenos. Su compa?ero en Econom¨ªa, Luis Bl¨¢zquez, pone cara de enfurru?ado y, de vez en cuando, cierra los ojos, sumido -quiz¨¢- en profundas meditaciones.En los esca?os de la oposici¨®n, sopor. El presidente, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, empieza a mostrar alg¨²n fallo en la voz. Lleva m¨¢s de dos horas de discurso. Sin respirar. Ni un sorbito de agua se permite. Suelta cifras, n¨²meros, le salen los millones en monocorde letan¨ªa.

Los invitados han ido abandonando lentamente la tribuna. El orador dice: "Podemos terminar..." Suspiros en las bancadas. Falsa alarma. Ruiz-Gallard¨®n a?ade: "... este cap¨ªtulo diciendo que..." Pero que nadie se llame a enga?o. Lo hab¨ªa advertido desde el primer momento: "Ya les anuncio que este discurso ser¨¢ largo". Lo fue. Tres horas. Justas. Pero es que, como dijera el poeta chino Lie Yu-Si: "?C¨®mo expresar los mil pliegues del coraz¨®n?" Y ¨¦ste es el coraz¨®n de una legislatura.

El presidente insiste en su mensaje: con el PP, Madrid va bien. Un colega en la sala de prensa apostilla: "En Madrid todo va bien, menos el Atl¨¦tico". La socialista Elena V¨¢zquez resume, con una sonrisa, lo que va de discurso: "En todo somos los primeros. S¨®lo en algunos casos, los segundos". Los diputados no se sobresaltan con nada. Ni siquiera con el anuncio de que se subastar¨¢ Telemadrid. Los vicios, pues, ser¨¢n privados.

En su esca?o, Cristina Almeida, portavoz de PSOE-Progresistas, piensa que, a pesar de sus promesas, terminar¨¢ hablando de televisi¨®n. Los dioses -maldita sea- juegan siempre con el destino al margen de los deseos de los hombres.

En una salita contigua se aprovecha el debate para examinar a las aspirantes al Cuerpo de Redactores, Taqu¨ªgrafos y Estenotipistas de la C¨¢mara madrile?a. ?Qu¨¦ mejor d¨ªa? Si han superado la prueba de coger todas y cada una de las aceleradas palabras de Ruiz-Gallard¨®n, sin duda aprobar¨¢n.

Las tres en punto. El presidente concluye con una petici¨®n a los diputados: que desplieguen "el esfuerzo generoso de la inteligencia pol¨ªtica". Puede ser una nueva experiencia.