Bofetada danesa
Los daneses rechazaron ayer integrar su moneda en el euro, dando as¨ª la espalda a la racionalidad econ¨®mica, por una parte, y a su clase dirigente, por otra. El resultado tendr¨¢ repercusiones negativas no s¨®lo para Dinamarca, sino para un euro que atraviesa dif¨ªciles momentos, y para el conjunto de Europa. Cuando el primer ministro Poul Nyrup convoc¨® la consulta en marzo, el s¨ª parec¨ªa asegurado. La debilidad del euro, la subida del precio del petr¨®leo, las dudas sobre la preservaci¨®n del modelo dan¨¦s de protecci¨®n social o los debates sobre una Europa federal han incidido en contra de la entrada de la corona en la moneda europea, pese a llevar pegada a ella o al marco alem¨¢n m¨¢s de 18 a?os. Ingresar en el euro hubiera permitido a Dinamarca participar en las decisiones, y no s¨®lo sufrir las consecuencias de las medidas del Banco Central Europeo o de los ministros de Finanzas de la eurozona.
Las razones econ¨®micas, sin embargo, no han sido determinantes en el resultado, sino las pol¨ªticas y culturales. No ha sido tampoco un voto antieuropeo, pues la UE vive sus momentos de mayor popularidad entre los daneses, seg¨²n los sondeos, sino el reflejo de un voto de temor irracional ante m¨¢s Europa por parte de la mayor¨ªa de los ciudadanos de un pa¨ªs peque?o muy cohesionado. No puede dejar de preocupar que el no haya triunfado pese a que los partidos pol¨ªticos que representan un 80% del electorado apoyaban el s¨ª, junto al mundo empresarial y la mayor parte de los medios de comunicaci¨®n. La separaci¨®n entre la clase dirigente y la ciudadan¨ªa que refleja este resultado puede servir de alerta no s¨®lo para Dinamarca, obligada ya en 1992 a rectificar el primer refer¨¦ndum por el que rechaz¨® el Tratado de Maastricht, sino para el conjunto de la UE. La construcci¨®n europea no se puede hacer de espaldas a los ciudadanos ni atendiendo ¨²nicamente a la macroeconom¨ªa, sino que debe recuperar otros valores y atender a las preocupaciones concretas de las gentes.
Los mercados tienen ahora la palabra respecto a la corona y tambi¨¦n respecto al euro, y las autoridades monetarias de los pa¨ªses del G-7 tendr¨¢n algo que decir. Salvada la coyuntura, sin embargo, se abren interrogantes a m¨¢s largo plazo. Tras el rechazo dan¨¦s, los planes para consultas similares en la vecina Suecia o en el Reino Unido pueden retrasarse de modo casi indefinido. De rebote, el proyecto de Uni¨®n Monetaria quedar¨ªa limitado a sus actuales 11 miembros (m¨¢s Grecia en enero), lo que no contribuye al clima psicol¨®gico que necesita la recuperaci¨®n del euro y su afianzamiento futuro. El no dan¨¦s deja como aspirantes a la eurozona a los pa¨ªses del Este, de econom¨ªas d¨¦biles todos ellos, una perspectiva poco alentadora.
Tampoco es el mejor ambiente para las negociaciones en curso en la UE, que han de desembocar en diciembre, sobre reformas institucionales -que justamente enfrentan a grandes y a peque?os-, y la profundizaci¨®n de la integraci¨®n en algunas ¨¢reas. Que lo ocurrido ayer no haya sido una sorpresa no quita para que la UE haya recibido un duro golpe por parte de un pa¨ªs que representa menos del 2% de su poblaci¨®n.
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