De profesi¨®n, escultor
Destacados colaboradores habituales de este peri¨®dico, con su pluma autorizada, nos han proporcionado en estas p¨¢ginas el resultado de sus reflexiones y an¨¢lisis sobre la obra de Eduardo Chillida.La convivencia de este escrito con tales trabajos me exime de cualquier tentaci¨®n de deslizarme hacia un terreno en el que mis carencias ser¨ªan manifiestas. Por esto, ?qu¨¦ puedo decir de Eduardo Chillida? Quiz¨¢ algo sobre aquello m¨¢s valioso que posee, que es su propia personalidad. Es decir, la rememoraci¨®n de algunos de los muchos momentos compartidos con ¨¦l, que me han permitido conocer la dimensi¨®n humana del escultor.
De profesi¨®n, escultor. ?se es el t¨ªtulo que he escogido para abrir estas l¨ªneas trazadas a vuelapluma con motivo de la apertura de su museo particular. No es vano decir que Chillida adora su profesi¨®n, lo cual, aunque parece obvio, no es general entre profesionales de esta disciplina, por raro que parezca. Conozco alg¨²n caso notorio.
No s¨¦ si todo el mundo, pero al menos yo s¨ª siento que el escultor est¨¢ m¨¢s cerca de la materia con la que trabaja que los cultivadores de otros g¨¦neros art¨ªsticos. No deja de ser m¨¢s que un sentimiento. Incluso, he conocido personas de alguna cultura que minusvaloraban los trabajos de aquellos escultores que realizaban obras de acero soldadas, por ejemplo, por considerar la escultura terreno exclusivo de los que trabajando sobre madera o piedra, utilizaban el cincel, la gubia o la azuela.
?Qu¨¦ es ser escultor? Quiz¨¢ tenga dificultad de definici¨®n. Contar¨¦ una curiosa an¨¦cdota. Estando en cierta ocasi¨®n Rafael Ruiz Balerdi y yo con Eduardo Chillida en su casa, nos ense?¨® las primeras lurras que hab¨ªa realizado y nos relat¨® lo siguiente: "Estando trabajando en Saint-Paul de Vence en los talleres que a nuestra disposici¨®n pon¨ªa Aime Maeght [su galerista], ve¨ªa a trav¨¦s de la ventana de mi estudio a una persona que modelaba con ese barro con el que trabajan los escultores" (sic). De ah¨ª naci¨® su deseo de experimentar con ese material y, seg¨²n sus palabras, convertirse con ello en escultor. Esa proximidad permanente a la materia y esa valoraci¨®n de la misma le hacen integrarse en su obra, casi abrazarse con ella.
Existe una fotograf¨ªa, que hace a?os se difundi¨® en diversas publicaciones y que creo es obra de mi buen amigo Jes¨²s Uriarte, en la que se ve a varios obreros de la forja de Patricio Echeverr¨ªa y al propio Chillida moviendo una gran escultura de acero en la que el conjunto, grupo y obra, recuerdan al Laocoonte. Estoy seguro que no se trata de una escenificaci¨®n, aunque si lo fuera tampoco importar¨ªa demasiado, sino de algo sentido y natural. He visto a Eduardo Chillida levantar y trasladar pesadas obras suyas con la delicadeza de quien transporta algo nacido de sus entra?as.
Esta vinculaci¨®n con la materia se refleja tambi¨¦n en el aprecio y consideraci¨®n que le merecen los artesanos, tanto aquellos que han colaborado con ¨¦l como los que si¨¦ndole desconocidos los considera colegas. En m¨¢s de una ocasi¨®n le he o¨ªdo decir: "?Te das cuenta que todos los carpinteros son buenas personas? Es por su oficio. Por tratar con la madera que tiene una personalidad propia que intima con el artesano".
Es as¨ª que esa materia, variada en su dilatada obra pero ¨²nica en su aprecio, es la que le une tambi¨¦n a aquellos que la manipulan con sus manos. Esas manos que tantos dibujos le han provocado, por cierto.
Esa valoraci¨®n de lo artesano est¨¢, sin duda, presente en la obra inicial de Chillida. Los instrumentos utilizados en su tierra para el laboreo agr¨ªcola est¨¢n presentes en aquellos hierros forjados que han conformado uno de los aspectos m¨¢s notables de su obra posterior. Basta ver el expresivo grabado tomado de una de sus esculturas presentado en la cubierta del cat¨¢logo que le dedicaron con motivo de su primera exposici¨®n individual en la Galerie Maeght. Por cierto que en el interior del cat¨¢logo, ilustrando el notable texto de Gaston Bachelar Le Cosmos du Fer, se incluyen unas bellas vi?etas, todas ellas representando herramientas de forja: tornillo de banco, martillo, tenazas y yunque.
Esos elementos simples, revestidos de sencillez y sobriedad simbolizan los instrumentos que han permitido forjar su m¨¢s depurada obra: su propia persona.
Leopoldo Zugaza es gestor cultural.
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