Dos tiempos
A estas alturas hay pocas cosas que nos sorprendan de la Administraci¨®n de Justicia. Raro es el d¨ªa que no nos desayunamos con decisiones que permiten discutir sus bondades. No est¨¢ lejos la sentencia que argument¨® que la minifalda pod¨ªa considerarse como una provocaci¨®n en el delito de violaci¨®n (por cierto, la primavera que viene vuelve a estar de moda la minifalda). Tambi¨¦n la sentencia del "vaso de agua" como gesto de humanidad del abusador para que la abusada -no violada- pudiera enjuagarse la boca o la que esta semana ha declarado que no le pasa nada a la intimidad de los trabajadores si se les coloca una c¨¢mara en el trabajo.Sin embargo, no es tan frecuente lo que le ha sucedido a Joaqu¨ªn Gil Carrasco, un agricultor de Los Barrios (C¨¢diz) que perdi¨® a tiros una de sus piernas. La sentencia se ha notificado a los 27 a?os de dictarse. Es una sentencia hist¨®rica. No por los 50.000 duros en los que se valora una pierna de campo. Es hist¨®rica porque se dicta en tiempos del caudillo y se notifica en democracia.
Es de dos tiempos. Uno, que permite conocer que los guardias vigilaban los cotos de caza privados para evitar el furtiveo y que su calzado no era muy all¨¢. El guardia, en el caso de Joaqu¨ªn, tropez¨® y se le escaparon ocho tiros (fueron ocho). Joaqu¨ªn se qued¨® sin pierna; no era furtivo y no le han pagado los duros.
En el segundo no le va mejor a Joaqu¨ªn. Han tardado 27 a?os en notificarle la sentencia y el Ministerio del Interior tiene que calcular el valor de una pierna de campo en democracia. Debe de estar a m¨¢s de 50.000 duros. Me imagino lo que pensar¨¢ Joaqu¨ªn de la Justicia. La ha sufrido en dos tiempos. Tal vez se pueda consolar con el Plan de Choque, que quiere dar soluci¨®n a los problemas de Justicia. Ahora se est¨¢ discutiendo si los jueces se jubilan a los 70 o a los 72 a?os.
Puede que alg¨²n d¨ªa, cuando se jubile a los 65 (es trabajador), sepa lo que vale su pierna y la edad de jubilaci¨®n de los jueces. Mientras, lo ¨²nico que sabe es que su pierna sigue sin ser valorada y que la intimidad de los trabajadores no se ve afectada porque les coloquen una c¨¢mara en el trabajo. S¨®lo se controla su productividad.
EUGENIO SU?REZ PALOMARES
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