Rafael de Julia: "El p¨²blico estuvo fr¨ªo y s¨®lo vio los defectos"
No hubo bocadillos. Helados, s¨ª. Pero bocadillos, ni uno. La gente, claro est¨¢, lo hizo saber a voz en grito: "?Bo-ca-di-llos!". Se paseaban unas j¨®venes con neveras hasta arriba de helados, y eso, en una tarde casi invernal como la de ayer, se interpretaba como la peor de las provocaciones. "D¨ªgale al de los bocadillos que se pase", dec¨ªa una aficionada del tendido 2 al se?or de las bebidas con la insistencia de la que va a los toros con un hijo en edad de crecer. De crecer y de comer hogazas de jam¨®n como roscones de Reyes. El ni?o ten¨ªa hambre, y la madre, ganas de callar al v¨¢stago. Unos por la insistencia de la madre, la madre por la del hijo, el hijo por la del est¨®mago y el resto porque la tarde no estaba para fiestas, el caso es que parec¨ªa que hiciera m¨¢s fr¨ªo del que de verdad hac¨ªa. Nadie parec¨ªa c¨®modo. "Durante toda la tarde, el p¨²blico estuvo muy fr¨ªo y s¨®lo vio defectos", comenta un Rafael de Julia empe?ado en resumir el sentir general de la plaza.
Veterano en Las Ventas
Pese a su corta carrera, 20 a?os y s¨®lo dos como novillero con picadores, De Julia es ya un doctor en eso de interpretar el sentir de Las Ventas. Hasta nueve veces ha paseado su cuerpo de junco por la arena de Madrid. La primera vez que lo hizo cumpl¨ªa su tercera novillada desde su deb¨². Las cosas no salieron bien. Unos meses m¨¢s tarde, el 7 de agosto de este a?o, cort¨® dos orejas. ?sa fue la s¨¦ptima. "Cada tarde", comenta, "es diferente. Se hace dif¨ªcil comparar nada. Lo que me llama la atenci¨®n es que al principio, cuando apenas sab¨ªa nada, se me respetaba y se me animaba m¨¢s. Sin embargo, ahora que ya estoy mucho m¨¢s placeado, no se me pasa ni una".
Su compa?ero Luis Vilches le secunda en la argumentaci¨®n: "S¨ª. Con mi primero, que era el primero de la tarde, he notado que los tendidos cantaban todos los defectos. Le faltaba transmisi¨®n, pero, adem¨¢s, cada vez que se ca¨ªa, se armaba". Cosas de la frialdad. Vilches llegaba a Las Ventas por tercera vez. La primera fue llegar y besar al santo. La puerta grande se abri¨® a su paso a hombros. "Con mi segundo novillo", contin¨²a, "todo ha cambiado. El p¨²blico se ha entonado enseguida. L¨¢stima que el toro se ha rajado y no ha aguantado dos tandas m¨¢s. Dos veces m¨¢s que hubiera entrado por la izquierda y...". En la frase no acabada se va la temperatura tibia de algo que estuvo a punto de hervir.
Vilches se lamenta. De Julia se muestra de acuerdo. "En cualquier caso, lo importante es estar a la altura de las circunstancias y, sobre todo, por encima de los toros", comentan los dos al un¨ªsono. Mientras, en los tendidos, la moci¨®n a favor de los bocadillos segu¨ªa su curso. Terminaba la corrida y una lluvia tenue ca¨ªa fr¨ªa y amarga sobre los cuerpos mal sentados. Hac¨ªa fr¨ªo. "?Deje de vender helados, mujer!".
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