Espa?a cae tras un esfuerzo ¨¦pico

"?C¨®mo se nos escap¨® este partido?", se preguntaban incr¨¦dulos y desolados los jugadores espa?oles horas despu¨¦s del encuentro. Estaban hundidos. ?Lo hab¨ªan tenido tan cerca! Al descanso se fueron con 2-0 a favor y una sonrisa de felicidad en el rostro, pero ... Un c¨²mulo de imponderables se aliaron contra Espa?a y le arrebataron el segundo oro futbol¨ªstico de su historia. Dos jugadores clave lesionados (Velamaz¨¢n y Tamudo), dos expulsados (Gabri y Jos¨¦ Mari), dos penaltis fallados (Angulo y Amaya), un ¨¢rbitro tendencioso, un calor asfixiante... y entonces la pregunta es justamente la opuesta ?c¨®mo se puede ganar as¨ª un partido?Nada, en cualquier caso, se les puede reprochar a unos futbolistas y un t¨¦cnico que lo dieron absolutamente todo cuando nadie daba un duro por ellos. Hasta el ¨²ltimo segundo de la pr¨®rroga. Hasta el ¨²ltimo penalti de la tanda. Resistieron heroicamente con nueve hombres los 30 minutos finales. Y en uno de ellos rozaron el gol de oro con un zurdazo de Capdevila. Se lo jugaron todo a una carta en los penaltis, pero la desgracia se ceb¨® ayer con el central del Atl¨¦tico Amaya: primero porque meti¨® en su propia porter¨ªa un centro de Mboma y despu¨¦s porque envi¨® al larguero el penalti definitivo.

Quiz¨¢ porque pensaron que era el equipo m¨¢s d¨¦bil, los espectadores australianos se pusieron completamente de parte de Camer¨²n. Y tambi¨¦n el ¨¢rbitro, que vio para d¨®nde soplaba el viento de la calurosa ma?ana. Puede entenderse la expulsi¨®n a Gabri por una entrada con los tacos por delante, pero resulta inexplicable la magnanimidad arbitral con Abanda, el central camerun¨¦s que golpe¨® con sa?a a Jos¨¦ Mari durante todo el encuentro. Lo m¨¢s irritante del caso es que el que acab¨® expulsado fue Jos¨¦ Mari. Primero por recibir un codazo; despu¨¦s por caer en el ¨¢rea tras un leve empuj¨®n de un defensa. Dos amarillas, claro.

Tal y como previ¨® S¨¢ez, Espa?a sac¨® tajada inicial lanzando el bal¨®n a la espalda de los defensas cameruneses, que eran una calamidad. Jos¨¦ Mari y Tamudo vencieron en cada acci¨®n por anticipaci¨®n, por picard¨ªa y por t¨¦cnica. Xavi destap¨® el partido con una falta magistral, de ¨¦sas reservadas a los futbolistas de una pieza. Unos instantes despu¨¦s, Angulo dispuso de un penalti para sentenciar, pero lanz¨® fatal. Espa?a se march¨® al descanso con dos verdades irrefutables: el instinto goleador de Gabri, que acababa de salir por el lesionado Velamaz¨¢n; y la p¨¦sima defensa de los cameruneses.

Camer¨²n, sin embargo, rectific¨® su defensabezazos, codazos y patadas a Jos¨¦ Mari, pero el calor mengu¨® a los espa?oles y agigant¨® a los africanos, cuya contundencia f¨ªsica envi¨® a Velamaz¨¢n y Tamudo a la enfermer¨ªa. Cada minuto que pasaba era un golpe de distinta naturaleza para Espa?a, que se tem¨ªa lo peor. Y, sin embargo, con todo en contra, el ¨¢rbitro incluido, el conjunto de S¨¢ez resucit¨®. Estuvieron incluso a punto de atrapar la victoria con un disparo lejano de Capdevila que escupi¨® el poste en el primer minuto de la pr¨®rroga: hubiese sido gol de oro. Pero finalmente la ruleta de los penaltis le arrebat¨® el oro a los devastados espa?oles.