El cuarteto m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s payaso
Hubo unos Juegos en los que el podio se convirti¨® en un escenario de dignidad para la minor¨ªa negra estadounidense. M¨¦xico 68. La mano enguantada. La mirada al suelo. John Carlos. Tommie Smith. Hubo un momento ayer, 32 a?os despu¨¦s, en que pareci¨® que nada hab¨ªa valido para nada. Justo despu¨¦s de que el ex secretario de Estado Henry Kissinger les hubiera impuesto las medallas, el cuarteto del relevo corto norteamericano ya con el oro al cuello, comenz¨® a sonar el himno. Y para esc¨¢ndalo de compatriotas, colegas y dem¨¢s gentes que llenaban el estadio, Jon Drummond, Bernard Williams, Brian Lewis y Maurice Greene, el cuarteto m¨¢s r¨¢pido del mundo, continu¨® haciendo el payaso.Si a sus compatriotas ya se les hab¨ªan revuelto las tripas vi¨¦ndoles celebrar la clar¨ªsima victoria sobre Brasil y Cuba (un par de ellos, con el torso desnudo y envueltos en la bandera patria, fingiendo posturitas de forzudos de gimnasio, b¨ªceps, deltoides y dem¨¢s m¨²sculos hinchados; los dem¨¢s, haciendo como que posaban para los fot¨®grafos, miradas de inter¨¦s, como si la mism¨ªsima Annie Leibowiz estuviera detr¨¢s de una Leica, olvid¨¢ndose del p¨²blico, llen¨¢ndoseles la boca de lengua, la m¨¢s rid¨ªcula vuelta de honor jam¨¢s cometida), lo del podio ya les pareci¨® excesivo. Y mientras sonaba The Star-Spangled Banner, los cuatro, con Greene a la cabeza, otra vez payaseando, otra vez con las posturitas, otra vez la lengua de Greene brillando ante las c¨¢maras. "Las chicas est¨¢bamos pasando verg¨¹enza ajena", dijo Nanceen Perry, del relevo corto femenino. "?sa no es la imagen que queremos dar. Se pasaron. Tanta mueca pretendidamente graciosa. Vale. Puedes hacer unas cuantas caras, pero no durante el himno nacional. C¨®mo puedes esperar que nadie respete tu bandera, si t¨² no la respetas. Los extranjeros piensan que somos unos burros, y eso confirma totalmente la imagen que tienen de nosotros".
Greene y Drummond se disculparon despu¨¦s diciendo que estaban presos de la excitaci¨®n de la victoria. Un triunfo claro, por otro lado, en el que los norteamericanos s¨®lo tuvieron que asegurarse de no tirar el testigo, algo que consiguieron, para imponerse en 37,61 segundos. Drummond, miembro de un cuarteto que logr¨® el r¨¦cord mundial en 1993, logr¨® su primer oro ol¨ªmpico, y Greene se despidi¨® del estadio con el segundo de estos Juegos.
Poco despu¨¦s, se despidi¨® Michael Johnson, el hombre que cerr¨® el relevo largo con una posta lenta para sus condiciones (44,22 segundos), aunque no tanto si se piensa que se dej¨® llevar y que Estados Unidos se impuso (2.56,35 minutos, el s¨¦ptimo mejor tiempo de la historia: los otros seis tambi¨¦n son estadounidenses) con unos impresionantes 25 metros de ventaja, a Nigeria y Jamaica. A Johnson se lo dieron hecho los otros tres, los gemelos Alvin y Calvin Harrison y Antonio Pettigrew. "Estoy contento de llegar ganando y de marcharme ganando. No quer¨ªa fastidiar la ¨²ltima carrera", dijo Johnson de su segundo oro en Sydney, la que pudo haber sido su ¨²ltima competici¨®n al m¨¢ximo nivel. Seg¨²n sus pr¨®ximos, Sydney es el adi¨®s de Johnson, su ¨²ltimo esfuerzo. Johnson, de 33 a?os, dejar¨ªa as¨ª el gran escenario con cinco oros ol¨ªmpicos, nueve campeonatos del mundo, y el r¨¦cord mundial de 200, 300 y 400 metros.
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