Culebr¨®n 'zelestial'
Como un culebr¨®n en el que se acaba liando la trama hasta que se pierde la pista a sus protagonistas. Grosso modo, ¨¦sta ser¨ªa la historia que Zeleste viene protagonizando desde los inicios de su historia en el Poblenou, barrio en el que se asent¨® en 1987 y en el que siempre ha obtenido unos resultados econ¨®micos que lo han mantenido al borde de la crisis. Finalmente, ¨¦sta se precipit¨® a comienzos del pasado mes de agosto, cuando se supo que la sala cerrar¨ªa debido a un doble frente de deudas que implicaba a los propietarios de los tres locales en los que se asienta Zeleste -a quienes la sala adeudar¨ªa en torno a los 10 millones de pesetas- y a la Seguridad Social, a la que se hab¨ªa impagado la cuota patronal por un valor de 130 millones de pesetas. El caso es que finalmente Zeleste cerrar¨¢ el pr¨®ximo 9 de octubre sin que los protagonistas del culebr¨®n, V¨ªctor Jou y los socios y gestores de Almog¨¤vers, SA, hayan aclarado su papel en la trama. Todo parece indicar que los problemas comenzaron cuando Zeleste quiso crecer. Mientras la sala se mantuvo en la calle de L'Argenteria, lugar en el que V¨ªctor Jou y Pepe Aponte la fundaron en 1973, no s¨®lo no hubo problemas econ¨®micos, sino que Zeleste promovi¨® un sello discogr¨¢fico propio, impuls¨® desde sus oficinas el Canet Rock, mont¨® una escuela de m¨²sica y dio lugar al nacimiento de una etiqueta musical que respondi¨® por sonido laietano. Superada esta etapa, Zeleste se traslad¨® en 1987 a Poblenou para ocupar las naves de dos antiguas f¨¢bricas de alfombras y estampados. Las instalaciones estaban compuestas por un escenario de 120 metros cuadrados, una platea y pista de 900 metros cuadrados y unas terrazas que sumaban otros 500 metros cuadrados. Seg¨²n dijo el propio V¨ªctor Jou entonces: "Zeleste nace como un complejo cultural que trata de impulsar toda una historia cultural nueva, dar salida a una serie de corrientes que ya existen y que est¨¢n entre la cultura, el arte y la tecnolog¨ªa". En otras palabras, Zeleste deb¨ªa ser un contenedor que ofreciese en sus 4.000 metros cuadrados restaurantes, salas de exposici¨®n, escenario para conciertos, bares y un sinf¨ªn de actividades generadas por la misma sala en la mayor parte de los casos. Eso jam¨¢s lleg¨® a ocurrir, y los n¨²meros de esta inversi¨®n se antojaron insalvables justo un a?o despu¨¦s, cuando la empresa Buster, SA, una de las que participaron en la construcci¨®n del local, interpuso una demanda en el juzgado n¨²mero 13 de Barcelona de la que result¨® la declaraci¨®n de quiebra de Zeleste. Esto supuso que se nombraran dos funcionarios que fiscalizasen la econom¨ªa de la sala, controlada todav¨ªa por V¨ªctor Jou y Almog¨¤vers. El mismo Jou rest¨® importancia a la situaci¨®n de quiebra, que por otra parte no alter¨® el funcionamiento de la sala, al manifestar "esta empresa se puso nerviosa cuando no abonamos una de las mensualidades en las que hab¨ªamos fraccionado el pago de la deuda que tenemos con ella. Estamos en conversaciones para solucionar este asunto". Pero pocos meses despu¨¦s, en febrero de 1989, el mismo juzgado n¨²mero 13 acogi¨® una reuni¨®n de los acreedores de la sala, a quienes se deb¨ªa alrededor de 120 millones de pesetas, en la que se nombr¨® a tres s¨ªndicos que les representasen frente a la sociedad gestora de Zeleste, Almog¨¤vers. Estos s¨ªndicos deb¨ªan aceptar la ejecuci¨®n de un convenio de devoluci¨®n de deuda que Almog¨¤vers ten¨ªa que presentar, am¨¦n de controlar la vida econ¨®mica del local. Tres d¨ªas despu¨¦s, los acreedores comenzaron a cuestionar p¨²blicamente la gesti¨®n de Jou al frente de Zeleste, a quien consideraban el ¨²nico escollo existente para la resoluci¨®n de los problemas que aquejaban a la sala. La presi¨®n de los acreedores llev¨® a Jou a abandonar Zeleste, en cuya direcci¨®n fue sustituido por Rafael Moll en marzo de 1989. Pocos meses despu¨¦s, en junio del mismo a?o, Moll dimiti¨® manifestando que nunca hab¨ªa visto un "caso de nepotismo tan evidente como el ejercido por dos de los tres s¨ªndicos que representan a los acreedores. Ellos son el de Construcciones Ode¨®n y el de Carpinter¨ªa Monteagudo". Estas acusaciones generaron un cruce de declaraciones en el que Llu¨ªs Ridau (Construcciones Ode¨®n) manifest¨®: "Rafael Moll ha sido destituido por ineptitud en el cargo". Claudi Feliu sustituy¨® a Moll como director art¨ªstico en agosto de 1989 y se mantuvo en el cargo hasta enero de 1994, tras superar una crisis producida por la clausura durante dos meses despu¨¦s de una inspecci¨®n policial sobre consumo de drogas. Los s¨ªndicos que controlaban Zeleste ni siquiera recurrieron contra esta sanci¨®n. El local ya no reabri¨® la sala 2, aquejada de problemas de seguridad.El 20 de diciembre de 1995 se comenz¨® a escribir el pen¨²ltimo cap¨ªtulo del gui¨®n. Tras un informe positivo sobre la viabilidad econ¨®mica de la sala emitido por Xavier Vilanova, administrador judicial nombrado por el juzgado n¨²mero 13, V¨ªctor Jou y Almog¨¤vers recobraron el control de Zeleste a cambio de devolver la deuda a los acreedores implicados en la construcci¨®n del local en un plazo de 10 a?os. Para vigilar el proceso se nombr¨® un comit¨¦ de seguimiento formado por tres representantes de empresas acreedoras (Banco Guipuzcoano, Foli Vert y Filmtel). Entonces Jou manifest¨®: "Volver a Zeleste es como si te secuestran a un hijo y te lo devuelven a?os despu¨¦s un poco desnutrido". El ¨²ltimo cap¨ªtulo se comenz¨® a escribir en agosto de este a?o, despu¨¦s de un periodo de silencio en el que se logr¨® abrir la sala 3 y reabrir la sala 2 (marzo de 2000). Una vez realizadas en esta ¨²ltima las inversiones en materia de seguridad que solventaron los problemas que llevaron a su cierre en 1995, trascendi¨® que adem¨¢s de la deuda a los proveedores exist¨ªa otra con la Seguridad Social (130 millones) y una tercera de 10 millones con los propietarios de los locales. En conjunto el pasivo, siempre seg¨²n cifras no contrastadas, alcanza los 230 millones, pero el motor del cierre lo ha determinado el impago de unos alquileres al parecer no abonados cuando se estaba invirtiendo en obras de acondicionamiento de las salas 2 y 3. El propietario del local que alberga la sala 1 inst¨® al desahucio, iniciativa a la que se sumaron los propietarios de las salas 2 y 3. Fuentes de la actual gerencia sostienen que el impago a la Seguridad Social arranca de la ¨¦poca en la que Zeleste fue controlada por los s¨ªndicos, pero estas fuentes no han aclarado qu¨¦ sentido tiene hacer obras en un local cuyo alquiler no se paga. Finalmente, y seg¨²n fuentes de la gerencia de Almog¨¤vers, la negativa de los propietarios de los locales a garantizar la renovaci¨®n del contrato de alquiler m¨¢s all¨¢ de su vencimiento (a?o 2006) ha parecido aconsejar a los rectores de la sala que no gestionen la soluci¨®n de unos problemas econ¨®micos que dejar¨¢n a Barcelona sin Zeleste.
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