Retales ¨¢rabes
Al pueblo lo delatan sus calles estrechas y sus casas encaladas: son la huella de aquel pasado ¨¢rabe que con tanto celo custodia. Le precede la fama de sus coloridas jarapas y su apreciada cer¨¢mica. Le basta, simplemente, prestar su nombre y m¨¢s del 72% de la superficie de su comarca al Parque Natural de Cabo de Gata-N¨ªjar (Almer¨ªa). Con un t¨¦rmino que se extiende a lo largo de 600 kil¨®metros cuadrados, N¨ªjar es uno de los mayores municipios de Espa?a. Sus numerosos n¨²cleos de poblaci¨®n contribuyen a enriquecer su antigua identidad.Llegar hasta N¨ªjar es sencillo. Una de las opciones m¨¢s c¨®modas, partiendo de Almer¨ªa, es acceder desde la autov¨ªa del Mediterr¨¢neo. Una vez en la villa, lo mejor es prescindir del coche para disfrutar mejor del paseo por sus empinadas calles. Una primera parada obligada es la de la Glorieta, que acoge una iglesia del siglo XV construida sobre la antigua fortaleza de la mezquita. El encanto de esta plazoleta y la sombra que brindan sus frondosos ¨¢rboles invita descansar un rato antes de iniciar la subida hasta la Atalaya.
Aunque muy cerca de la plaza donde est¨¢ la iglesia hay una oficina de turismo que puede orientar al visitante en su recorrido, lo mejor es perderse entre las plazoletas con regusto ¨¢rabe y las calles angostas donde el blanco de las casas bajas de N¨ªjar ciega la vista cuando el sol se empe?a en brillar con fuerza. La estampa de vivo contraste que ofrecen las jarapas de colores colgadas sobre fachadas inmaculadas es tambi¨¦n un lujo para aquellos que gusten de la est¨¦tica de la sencillez.
Los telares en los que a¨²n se mantiene la tradici¨®n de fabricar jarapas y los talleres de ceramistas ponen la nota de color al luminoso pueblo.
Desde N¨ªjar parte la calle Camino de Huebro, que discurre, serpenteando, entre un paisaje de monta?as y vegas digno de la m¨¢s bella postal. Huebro, encajada entre rocas, es una peque?a aldea de N¨ªjar en la que apenas viven durante todo el a?o diez personas. Desde su privilegiada posici¨®n, a m¨¢s de 600 metros sobre el nivel del mar, parece erigirse en protectora vigilante de la villa a la que pertenece. Tambi¨¦n en Huebro es todo blanco y tranquilo. Un remanso de paz donde el silencio s¨®lo est¨¢ acompa?ado por el gorgoteo del agua de su manantial y el piar de p¨¢jaros.
Antes de llegar a Huebro, en la estrecha carretera de acceso, hay dos puntos de observaci¨®n que merecen una paradita para contemplar un lindo paisaje, s¨®lo profanado por la proliferaci¨®n de invernaderos, cuyos pl¨¢sticos, all¨¢ al fondo, parecen querer competir con el brillo del mar que anuncia la presencia del Cabo de Gata.
El campanario de piedra de la peque?a iglesia, con su fachada encalada, es el ¨²nico elemento que distorsiona el protagonismo blanco de las casas bajas de Huebro, la aldea que parece que la monta?a quisiera tragar. En una de las casas de la plaza de la iglesia, centro indiscutible de Huebro, una placa fechada hace 40 a?os recoge la gratitud de los aldeanos para con Rafael L¨®pez Lupia?ez, un p¨¢rroco al que los escasos habitantes quisieron rendir su sencillo homenaje. Las gentes que viven aisladas, visitadas s¨®lo por el turista en busca de rincones rec¨®nditos, saben ser honestas y agradecidas con quienes les trataron bien.
Tras admirar las vistas de la vega que ofrece la plaza de Huebro se puede tomar otra estrecha carretera que sale de la aldea hacia Turillas. No est¨¢ bien se?alizada, pero los lugare?os de Huebro se ofrecen diligentes a indicar el camino al visitante.
Con sus apenas 240 habitantes, el pueblo aparece como un balc¨®n excepcionalmente id¨®neo sobre el llano de Tabernas. Una huerta verde compite en belleza con el blanco de las edificaciones entre las que destaca la torre musulmana de la iglesia del siglo XVI. Es el final de una ruta que descubre lugares de intensa belleza, instalados en su tiempo sosegado en el interior de la provincia almeriense.
Tradici¨®n artesana y buenos guisos
- D¨®nde. Para llegar hasta N¨ªjar (15.406 habitantes) se puede tomar, desde Almer¨ªa, la autov¨ªa del Mediterr¨¢neo. La distancia entre la capital y el pueblo es de 35 kil¨®metros. Otra opci¨®n, menos c¨®moda pero m¨¢s gratificante por los paisajes, es acceder desde la N-340 por Lucainena de las Torres, recorriendo unos 25 kil¨®metros a trav¨¦s de Sierra Alhamilla. La dificultad de este trazado desaconseja su uso de noche. - Cu¨¢ndo. Verano y primavera son las mejores ¨¦pocas por el espl¨¦ndido colorido de campos y vegas. El invierno ti?e el entorno de matices dignos de ser disfrutados, pero el acceso desde N¨ªjar a Huebro o a Turrillas se puede tornar m¨¢s complicado.
- Alrededores. Realizar una peque?a excursi¨®n a pie por la vega de N¨ªjar, con sus molinos ¨¢rabes, es una buena opci¨®n. Para los que gusten de la artesan¨ªa popular, las jarapas (telas bastas de vivos colores realizadas con retales o harapos) o la caracter¨ªstica cer¨¢mica de N¨ªjar son dos productos que no debe dejar escapar. Para tomar fuerzas antes de iniciar la ruta, N¨ªjar ofrece una gran variedad gastron¨®mica, como los gurullos o el guiso de pescado con caldo de piment¨®n. Uno de los mejores lugares para comer es Casa Enriqueta (950 16 50 71), el ¨²nico restaurante de Huebro, que ofrece comidas caseras.
- Y qu¨¦ m¨¢s. Informaci¨®n y gu¨ªas en el Patronato Provincial de Turismo (950 23 06 07). Una obra interesante es la Gu¨ªa visual de N¨ªjar y su comarca, escrita por el pintor Miguel Mansanet en 1995.
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