No es inevitable todo lo que lo parece
El verano pasado, el Consejo de Ministros de la Uni¨®n Europea decidi¨®, por mayor¨ªa, crear una nueva categor¨ªa de documentos comunitarios: los top secret, aquellos que no se someter¨ªan a las reglas generales de la UE para garantizar la transparencia y el acceso libre a la informaci¨®n. Necesitamos esa nueva categor¨ªa de documentos -explicaron los portavoces del Consejo- porque la UE se va a ocupar cada vez m¨¢s de temas relacionados con defensa y pol¨ªtica exterior, y eso siempre ha exigido un grado mayor de confidencialidad y opacidad: v¨¦ase lo que ocurre en la OTAN.La decisi¨®n le pareci¨® desagradable a mucha gente, pero inevitable. Sin embargo, lo que parece inevitable tiene, la mayor¨ªa de las veces, importantes matices. Holanda y Suecia, por ejemplo, creen que no hay raz¨®n para que los documentos de defensa y relaciones exteriores de la UE sean clasificados sin m¨¢s como secretos. El Gobierno holand¨¦s, en concreto, anunci¨® el 22 de septiembre que denunciar¨¢ la decisi¨®n ante la Corte de Luxemburgo, porque supone un paso atr¨¢s en la obligaci¨®n de transparencia que imponen los tratados a las instituciones comunitarias. El 2 de octubre fue la ministra de Administraciones P¨²blicas de Suecia, Britta Lejon, la que explic¨® que su Gobierno se sumaba a la iniciativa holandesa. "No creemos necesario romper las reglas sobre libre acceso a la informaci¨®n. Cada documento debe ser evaluado por sus propios m¨¦ritos", afirm¨®. Suecia asumir¨¢ la presidencia de la UE en enero, y Lejon advirti¨® de que visitar¨¢ entonces todas las capitales europeas para pedir apoyo. ?Qu¨¦ har¨¢ Madrid?
La experiencia demuestra a los holandeses (y a casi todo el mundo) que en muchas ocasiones un documento p¨²blico es declarado secreto no porque afecte a la seguridad del Estado, sino porque evidencia usos incorrectos o delictivos de la Administraci¨®n, o porque afecta al prestigio e inter¨¦s de uno o varios pol¨ªticos. As¨ª que mejor no dar facilidades legales.
El problema de la transparencia en las instituciones es cada vez m¨¢s acuciante. Hace a?os, la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) provoc¨® gran indignaci¨®n (que, por otra parte, dej¨® indiferente a sus responsables) por negociar, en completo secreto, un acuerdo multilateral de inversiones. La OMC vuelve a las andadas y negocia, de nuevo con opacidad, acuerdos sobre la globalizaci¨®n de servicios (incluidos educaci¨®n y sanidad). El secretario franc¨¦s de Comercio Exterior, Huwart, se ha quejado y ha reclamado una reforma de esta instituci¨®n "a fin de que sea m¨¢s eficaz, m¨¢s leg¨ªtima y m¨¢s transparente". Quiz¨¢s es hora de empezar a pensar que es escandaloso que los Parlamentos nacionales no sepan lo que est¨¢ ocurriendo en estas decisivas negociaciones secretas, capaces de modificar nuestros sistemas p¨²blicos de salud y ense?anza.
Otra cosa interesante es la evidencia de que el secreto no est¨¢ justificado por el incremento de la eficacia. La Reserva Federal de EE UU, por ejemplo, hace p¨²blicos sus debates internos cuatro veces m¨¢s r¨¢pido que el Banco Central Europeo y nadie tiene dudas sobre la eficacia de cada cual. Claro que si se hicieran p¨²blicos los debates en algunos bancos europeos podr¨ªamos quedarnos sorprendidos. ?Alguien sabe por qu¨¦ el Bundesbank no se aplica sus recetas y ajusta su amplia plantilla (15.794 funcionarios, casi tantos como los 16.884 de la Comisi¨®n Europea en su conjunto), dado que ha perdido gran parte de sus competencias?
?Alguien se ha detenido a leer la fant¨¢stica explicaci¨®n que dio a EL PA?S el presidente del colegio de comisarios que auditan las cuentas de otra organizaci¨®n internacional, la OCDE, sobre sus problemas de contabilidad?: "Tenemos que luchar con una cultura espec¨ªfica de transmisi¨®n oral de informaci¨®n... Es dif¨ªcil, porque hay que confiar en la buena fe del funcionario [de la OCDE], en su memoria y en su permanencia en el puesto". ?C¨®mo clasificar¨ªa la OCDE a un pa¨ªs africano que aplicara esta incre¨ªble cultura contable?
solg@elpais.es
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