La hora de la pol¨ªtica en Euskadi
A m¨¢s de uno le resultar¨¢ un contrasentido hablar de la hora de la pol¨ªtica en Euskadi cuando tantas veces hemos criticado la excesiva politizaci¨®n de todo lo referido a la sociedad vasca. M¨¢s bien parecer¨ªa que debi¨¦ramos hablar de la despolitizaci¨®n necesaria de los asuntos vascos.Y, sin embargo, creo que ha llegado la hora de la pol¨ªtica en Euskadi, aunque no s¨¦ si es la ¨²ltima hora, la und¨¦cima, antes de que lo que hemos sembrado durante muchos a?os lo recojamos como desastre ya inevitable. Espero que a¨²n estemos a tiempo, aunque vayamos contrarreloj.
En todo lo referido a los asuntos del Pa¨ªs Vasco es preciso matizar no ya una sino varias veces lo que se dice y se escribe. Para precisar, pues, lo que entiendo como la hora de la pol¨ªtica en Euskadi empezar¨¦ recordando algunas diferencias constitutivas de lo que llamamos, sin mayor precisi¨®n, la cultura moderna. Creo que ¨¦sta se constituye, entre otras cosas, gracias a la distinci¨®n que se crea entre derecho y moral, entre historia y norma, entre legitimidad y legalidad.
Hablar o escribir hoy de la necesidad de pol¨ªtica en Euskadi significa tomar en serio el valor de esas diferencias, significa colocarse en la diferencia creada por esas contraposiciones, significa dotar a la pol¨ªtica de un espacio distinto al de la ideolog¨ªa en su sentido de sustituto de la religi¨®n, significa dotar a la pol¨ªtica de un espacio propio distinto al de la moral y al de la ¨¦tica.
Si reclamo la necesidad de la pol¨ªtica, si proclamo que ha llegado la hora de la pol¨ªtica para la sociedad vasca, es porque creo que ha existido en Euskadi la tendencia a confundir pol¨ªtica con ideolog¨ªa en el sentido apuntado antes; porque en los ¨²ltimos tiempos, y por las opciones del nacionalismo democr¨¢tico, la pol¨ªtica ha estado sometida a una presi¨®n ideologizada en extremo.
Pero si reclamo pol¨ªtica, en su sentido m¨¢s secular y laico, para Euskadi, y ahora m¨¢s que nunca, tambi¨¦n es porque el no nacionalismo vasco, especialmente el Partido Popular, ha ca¨ªdo en la posici¨®n c¨®moda de confundirla con una posici¨®n ¨¦tica, con el rechazo solemne de la violencia, y de reducir la pol¨ªtica a ese rechazo, por muy necesario, importante y sincero que sea.
Pero la pol¨ªtica es m¨¢s. Curiosamente, la pol¨ªtica, definida como la actuaci¨®n responsable en el espacio entre el derecho y la moral, entre la legitimidad de la ideolog¨ªa o de la ¨¦tica y la simple legalidad -es decir, reducida a un espacio de responsabilidad muy concreto y limitado-, es m¨¢s que lo que, a primera vista, aparece como mucho m¨¢s extenso y profundo: la ¨¦tica, la ideolog¨ªa, las creencias, las legitimidades ¨²ltimas. Y lo es porque la ideologizaci¨®n en demas¨ªa o la exclusiva moralizaci¨®n de la acci¨®n p¨²blica, en el fondo, no viven m¨¢s que de reduccionismos inaceptables. Algunas decisiones del nacionalismo democr¨¢tico de los ¨²ltimos a?os han reducido todas la amplias y complejas posibilidades del planteamiento nacionalista, tal y como se reflejan en su dilatada historia -y a¨²n m¨¢s teniendo en cuenta el nuevo contexto pol¨ªtico y cultural que se est¨¢ abriendo en nuestros tiempos-, a una ¨²nica estrategia, la de la unidad nacionalista. Y ¨¦sta, a su vez, ha quedado reducida a una ¨²nica apuesta, la de Estella-Lizarra.
Y la postura adoptada por los partidos estatales o de ¨¢mbito nacional, como tambi¨¦n se les llama, ha consistido demasiadas veces en una reducci¨®n de las posibles, diversas y diferentes pol¨ªticas constitucionales y estatutarias a la proclamaci¨®n del valor ¨¦tico de la defensa de la vida como derecho fundamental. La proclamaci¨®n solemne de la moralidad propia no puede ser sustituto, en ning¨²n caso, de la acci¨®n pol¨ªtica necesaria. Y cuando llega a serlo algo grave est¨¢ sucediendo.
Los dos reduccionismos apuntados son callejones sin salida. Y lo que en estos momentos necesita la sociedad vasca es un camino hacia el futuro, camino que s¨®lo puede ser labrado desde la memoria de lo andado, o desandado, los ¨²ltimos tiempos. Pero tenemos que construir el ma?ana. Necesitamos proyectos de gobernabilidad para Euskadi. Necesitamos pol¨ªtica. M¨¢s que nunca.
La sociedad vasca ha resistido a los embates de la violencia y del terrorismo. No ha querido acostumbrarse a vivir con la presencia diaria de la violencia. La sociedad vasca ha continuado trabajando, produciendo, gozando, festejando, educando, creando cultura, en condiciones muchas veces dif¨ªciles, especialmente en los ¨²ltimos tiempos. La sociedad vasca sigue resistiendo al riesgo de ruptura, de confrontaci¨®n, de divisi¨®n civil.
La pol¨ªtica que responda a ese esfuerzo de la sociedad vasca no puede ser la de mantenerla en un callej¨®n sin salida. No se trata de la proclamaci¨®n de grandes legitimidades gen¨¦ricas, al estilo de si es leg¨ªtimo ser nacionalista en Euskadi o al estilo de si no es leg¨ªtimo querer, por mor de la democracia, la alternancia en la gobernaci¨®n de Euskadi. Todo eso puede ser, es, leg¨ªtimo.
Pero la pregunta pol¨ªtica es otra: ?c¨®mo actuamos ahora, en esta situaci¨®n concreta, con responsabilidad, para asegurar la gobernabilidad de las instituciones vascas y, desde esa gobernabilidad, comenzar a superar la grave situaci¨®n en la que nos encontramos, los graves problemas que se nos han acumulado en los ¨²ltimos tiempos, y no por circunstancias atmosf¨¦ricas adversas, sino por lo que hemos hecho unos y han dejado de hacer otros?
Creo que ha llegado la hora de la pol¨ªtica, de una pol¨ªtica secular y laica, alejada de toda prepotencia ideol¨®gica, de toda exigencia y de todo planteamiento religioso o pseudoreligioso. Y alejada tambi¨¦n, que no contraria, de la ocultaci¨®n de la incapacidad pol¨ªtica tras la solemnidad de la postura moral, de la reiteraci¨®n de principios ¨¦ticos.
La pol¨ªtica, sin embargo -sea cual sea, y ¨¦sta que reclamo tambi¨¦n-, no existe si no la ejercitan pol¨ªticos. ?Tendremos los vascos la suerte de contar con pol¨ªticos capaces de hacer frente a la responsabilidad de poner en pr¨¢ctica, para la sociedad vasca y con ella, una pol¨ªtica que sepa colocarse en ese espacio dif¨ªcil pero necesario entre el derecho y la moral, entre la historia y la norma, entre la legitimidad y la legalidad?
Joseba Arregi es escritor y parlamentario vasco del PNV.
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