El r¨ªo del pan
Molinos rehabilitados, patos que hacen gansadas y ¨¢rboles frondosos flanquean el cauce del Guadaira
Ni siquiera los patos del r¨ªo Guadaira tienen la elegancia de Naomi Campbell. Los patos, en general, tendr¨ªan tiempo para practicar andares estilosos -si lo han hecho, han fracasado de forma estrepitosa como especie-, pero los del r¨ªo Guadaira parecen especialmente sobrados y aburridos hasta el extremo de practicar raros contorsionismos con el cuello y las patas. Alg¨²n ejemplar intenta superarse a s¨ª mismo y, despu¨¦s de girar el cuello 360 grados y esconder el pico debajo de un ala de forma que parece un pato descabezado, prueba a mantener el equilibrio sobre una sola pata antes de caer al agua. Lo m¨¢s alejado de la elegancia que podr¨ªa verse en una pasarela, pero probablemente de lo m¨¢s parecido a una gansada que logre hacer un pato.Ciertos d¨ªas, junto al molino de Benarosa, se entabla una disputa entre patos y humanos por exhibir mayores cotas de autosatisfacci¨®n. No hay h¨¢bitos sociales muy distantes de los que practica la fauna, la verdad. Hasta el parque de Oromana, en Alcal¨¢ de Guadaira (Sevilla), acuden parejas deseosas de hacerse arrumacos bajo los pinos como t¨®rtolas primaverales, aunque el deseo humano rompa la condici¨®n estacional. Los desequilibrios de ni?os que comienzan a caminar guardan paralelismo con las rid¨ªculas contorsiones de ciertos patos. Y algunas aves, como las gentes que persiguen una reconfortante soledad, prefieren nadar sin compa?¨ªa.
El parque de Oromana, donde se encuentran varios molinos rehabilitados como el de Benarosa, est¨¢ condenado, por lo visto, a convertirse en una zona de recreo de altura. O sea, proyectan un campo de golf y un casino. De momento, aunque ya hay un hotel, es un ¨¢rea popular y merecedora de visita. El espacio, creado en paralelo al r¨ªo Guadaira en la zona sur de Alcal¨¢, se extiende a lo largo de un kil¨®metro, techado por una mara?a de ¨¢rboles antiguos, entre los que predominan pinos y eucaliptos, cuyos troncos se han perdido entre hiedras trepadoras.
El parque Oromana fue dise?ado con mimo, con senderos abiertos en diferentes niveles para aprovechar la ca¨ªda de la ladera hacia el r¨ªo y rincones proyectados para aislarse creados con madera, piedra y vegetaci¨®n natural. Proporciona una sensaci¨®n armoniosa y est¨¢ limpio, y ambas cualidades no abundan, ni siquiera por separado, en la mayor¨ªa de los jardines y parques artificiales. Invita a hacer un poco de todo: comer, correr, andar en bicicleta, pasear, leer o jugar a las t¨®rtolas. Que b¨¢sicamente es lo que practica todo el mundo cuando va al parque junto al r¨ªo Guadaira, ya sea persona o pato.
El caudal -ahora con aguas nada cristalinas, por cierto- se aprovech¨® en su d¨ªa (remoto) para moler las cosechas del entorno en varios molinos. Los m¨¢s antiguos son mud¨¦jares. Dentro del Parque de Oromana est¨¢n los de Benarosa y San Juan, que han sido rehabilitados. Alcal¨¢ de Guadaira ha sentido tal inclinaci¨®n por la molienda que lleg¨® a llamarse de los Panaderos, en homenaje a su febril producci¨®n de hogazas. Su reina del Carnaval, en realidad, recibe el t¨ªtulo honor¨ªfico de Panadera.
Antes del tren, que tambi¨¦n se bautiz¨® de igual guisa, hileras de borricos part¨ªan a diario desde la localidad hacia Sevilla para despachar panes. Cuando el ferrocarril agiliz¨® el contacto entre ambas localidades, los repartidores sub¨ªan a un vag¨®n y los pollinos se iban -solitos con sus hogazas- hacia los suyos. Parece mentira, pero hay burros m¨¢s listos que otros.
Cuando el paseo por el parque no d¨¦ m¨¢s de s¨ª, siempre le quedar¨¢ Alcal¨¢, que tiene una larga historia por contar desde la ¨¦poca Calcol¨ªtica (hay d¨®lmenes en El Gandul). De la ¨¦poca romana queda un puente en servicio, lo que atestigua una vez m¨¢s las bondades de la arquitectura de aquella ¨¦poca, funcional y duradera. De los ¨¢rabes hay numerosos restos urbanos, am¨¦n del nombre (Al Kalat Wad Aira), que significa El Castillo del R¨ªo Aira. Los patos son de estilo contempor¨¢neo.
D¨®lmenes y 'pring¨¢'
- D¨®nde. Hay un desv¨ªo hacia Alcal¨¢ de Guadaira en la A-92 (Sevilla-Granada). La ciudad est¨¢ a 16 kil¨®metros de la capital andaluza. - Cu¨¢ndo. En verano se agradece especialmente un paseo ribere?o por el frescor del parque, pero los ¨¢rboles est¨¢n m¨¢s vistosos en oto?o o primavera.
- Alrededores. A cinco kil¨®metros de Alcal¨¢ de Guadaira, junto a la carretera de Mor¨®n, est¨¢ el castillo de Marchenilla, en el que destaca la torre del Homenaje (siglo XIV, con a?adidos de hormig¨®n y ladrillos), de 27 metros de altura. El palacio de Gandul, en la carretera Sevilla-M¨¢laga, tiene elementos barrocos singulares. Cerca se halla la necr¨®polis de Gandul, un poblado megal¨ªtico con d¨®lmenes y ocho tumbas de enterramientos colectivos. En la barriada de San Agust¨ªn puede visitarse la iglesia proyectada por el arquitecto Barqu¨ªn, de estilo campero andaluz. El centro de la ciudad, a pesar de su vocaci¨®n industrial, est¨¢ repleto de edificios de inter¨¦s hist¨®rico y art¨ªstico, como el convento de las Clarisas, la iglesia de Santiago (XV-XVIII), el castillo almohade o la ermita de Nuestra Se?ora del ?guila (XIV-XVI). Platos t¨ªpicos: cocido de acelgas en colorao con pring¨¢ alcalare?a, ajo meneao, la garbanza o el albur en amarillo con papas. Postres: biscotelas y tortas de Alcal¨¢.
- Y qu¨¦ m¨¢s. Informaci¨®n en el Ayuntamiento de Alcal¨¢ de Guadaira (95 568 22 00) y en la p¨¢gina de la Diputaci¨®n de Sevilla en Internet (www.dipusevilla.es).
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