La 'canonizaci¨®n' de Armani
Giorgio Armani pertenece a un restringido grupo de afortunados mortales que han conseguido ser profetas en su tierra. Desde Mil¨¢n, capital financiera y verdadero centro de poder italiano, el modista de la expresi¨®n sobria y reconcentrada ha irradiado durante el ¨²ltimo cuarto de siglo como una luminaria del buen gusto, un verdadero guru de la moda, entendida casi como filosof¨ªa art¨ªstica m¨¢s que como negocio. Pero nunca como ahora, cuando se cumple el 25? aniversario de la fundaci¨®n de su empresa modisteril, Armani, SpA, el rey Armani hab¨ªa recibido un tributo tan rendido y tan un¨¢nime por parte de sus compatriotas. Incontables entrevistas en la prensa y en la televisi¨®n y, como broche de oro, una gran exposici¨®n de su obra en el Museo Guggenheim de Nueva York. ?Hay quien d¨¦ m¨¢s?El propio dise?ador parece haber ca¨ªdo en las redes de este descomunal culto a su personalidad, extendiendo su nombre y su estilo de marca a maquillajes, muebles y accesorios, que pueden encontrarse ya a la venta en unos inmensos almacenes inaugurados la semana pasada en la c¨¦ntrica Via Manzoni, en Mil¨¢n. Son 6.000 metros cuadrados dedicados, adem¨¢s de a las colecciones de moda de la casa y del emporio Armani, a perfumes, libros y flores, y la nueva l¨ªnea de muebles y accesorios que se exhibe en el espacio Armani Casa. Los compradores tienen a su disposici¨®n dos restaurantes; uno de ellos, bautizado inevitablemente como Armani Caf¨¦.
"Era el sue?o de mi vida", ha comentado el modista, rodeado de una verdadera corte de famosos incondicionales (Sophia Loren y Robert de Niro, entre ellos), el d¨ªa de la inauguraci¨®n del invento. Armani desea imponer el sello personal, lo que los cr¨ªticos han definido con el binomio "refinamiento y sencillez", en todas las cosas de la vida. Dejar un monumento vivo de su personal visi¨®n del mundo a trav¨¦s de los objetos que nos rodean.
Los almacenes Armani responden tambi¨¦n, seg¨²n su propietario y creador, a un deseo rigurosamente democr¨¢tico. "Siempre quise hacer una moda ecum¨¦nica; me gusta dirigirme a todo el mundo, sin barreras sociales ni de edad", explica el dise?ador. Armani ha defendido siempre que el estilo "es el ¨²nico lujo que puede permitirse cualquiera, sin necesidad de tener demasiado dinero". Demasiado se convierte aqu¨ª en un t¨¦rmino crucial y a todas luces subjetivo.
Nacido en Piacenza, en el norte de Italia, el 11 de julio de 1934, en el seno de una familia de clase media, Giorgio Armani, que dej¨® colgados los estudios de medicina por la moda, su verdadera vocaci¨®n, sabe lo que cuenta el esfuerzo personal en la vida. "Cuando era joven, me levantaba a las tres de la madrugada los domingos para coger el autocar y poder ir a esquiar", explica. Su encuentro en una localidad tur¨ªstica de Toscana, en 1966, con el que ser¨ªa su socio, Sergio Galeotti, marcar¨ªa completamente su destino. Con Galeotti, 11 a?os mayor que el modista, fund¨® la Armani, SpA, en 1975, y su muerte, en 1985, a causa de una leucemia fulminante, estuvo a punto de ser tambi¨¦n el punto final de su carrera. Armani lo ha contado este a?o en otra entrevista publicada por la revista Vanity Fair, en la que revela por primera vez algo que era un secreto a voces en los c¨ªrculos modisteriles: que Galeotti fue el verdadero amor de su vida. "Todo lo que he hecho en la profesi¨®n lo he hecho por Sergio, y Sergio lo hizo todo por m¨ª", declara. Al principio, las relaciones eran de padre-hijo; despu¨¦s, algo cambi¨®. "Amor es un t¨¦rmino demasiado reducido. Ten¨ªamos una gran complicidad, tanto en las cosas de nuestra vida como del resto del mundo".
El modista confiesa tambi¨¦n, aunque con poca convicci¨®n, que ha habido mujeres en su vida, pero las relaciones con el otro sexo requer¨ªan "demasiada atenci¨®n", admite, para alguien que hab¨ªa entregado ya su vida por entero al negocio de la moda. De hecho, aunque Armani empez¨® cortando chaquetas masculinas, el verdadero ¨¦xito le lleg¨® gracias a las clientes femeninas. En 1982 era ya lo suficientemente conocido y su estilo lo bastante alabado como para merecer una portada en la revista estadounidense Time, algo que s¨®lo hab¨ªa conseguido antes Christian Dior. Pero el salto definitivo al estrellato lo consigui¨® gracias a la pel¨ªcula American gigolo, en la que Richard Gere luc¨ªa un vestuario enteramente suyo. Desde entonces, la firma Armani se ha convertido en un fil¨®n de oro inagotable que el a?o pasado alcanz¨® una facturaci¨®n de m¨¢s de 150.000 millones de pesetas.
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