?Mejores tiempos?
Con el bombo y platillo habitual por parte de la ACB, la competici¨®n nacional de baloncesto se pone en marcha. Como cada temporada, nos encontramos en la hora de los buenos deseos. Lo de los Juegos Ol¨ªmpicos, desagradable contratiempo inicial, se olvidar¨¢ r¨¢pidamente. Los eternos aspirantes a la victoria (Tau, Estudiantes, Pamesa, CSF, etc¨¦tera) plantar¨¢n cara a los dos poderosos, que sufrir¨¢n como nunca. La liga regular no ser¨¢ simplemente un largo aperitivo hasta llegar a la hora decisiva de los playoffs. Tenemos nuevas y bendecidas reglas que aunque llegan con a?os de retraso sobre el horario deseable, anuncian el fin del basket-control, conocido por todos menos por sus defensores como basket-co?azo. Aterrizan nuevos jugadores, algunos tan llamativos como el afamado Rony Seikaly, pero la masiva afluencia de extranjeros no eclipsar¨¢ al producto nacional. Vale.Resulta comprensible este ambiente cercano a la euforia, pero hace falta algo m¨¢s para contrarrestar el negativo efecto Sydney. Son siempre bienvenidas las reglas que ayuden a dotar al juego de mayor viveza y atractivo, pero al final la responsabilidad recae en jugadores y sobre todo en entrenadores, en su mayor¨ªa nada libres de estar bajo sospecha a tenor de lo visto en las ¨²ltimas temporadas. Es magn¨ªfico y necesario intentar trasladar al aficionado la idea de una competici¨®n abierta, incierta, con grandes fichajes, presupuestos multimillonarios y pabellones abarrotados. Pero tambi¨¦n cabe el an¨¢lisis no tan esperanzador de estar ante algo a lo que ya hab¨ªamos asistido: el dinero, las estrellas y el t¨ªtulo apuntan hacia los dos de siempre, Madrid y Bar?a. A tenor de lo ocurrido en verano, la base del planteamiento resulta m¨¢s s¨®lida que nunca.
Ambos equipos se han reforzado sobradamente. Como mandan las exigencias de las grandes plantillas, el que no ha funcionado se ha ido a la calle. Y los que llegan son de los de no pasar desapercibidos. Ra¨²l L¨®pez, Milic y el armario Zidek apuntalan al Madrid y s¨®lo la lesi¨®n de Herreros ensombrece el panorama. El Bar?a se ha traido el lujo (Seikaly) una de las figuras de los Juegos (Jasikevicius, el del ¨²ltimo tiro ante el Pesadilla Team) y recupera a Karnisovas. A su tremendo potencial deportivo hay que a?adir el factor morboso por lo ocurrido el a?o pasado. La necesaria rivalidad entre los dos gigantes se debe alimentar con episodios pol¨¦micos y supuestas afrentas. La historia m¨¢s reciente habla de Djordjevic vestido de blanco levantando los brazos en el Palau y Aito y Scariolo, los dos t¨¦cnicos, tir¨¢ndose los trastos a la cabeza.
Directivos, entrenadores, ¨¢rbitros y jugadores se muestran esperanzados. Hablan de m¨¢s espect¨¢culo, m¨¢s ritmo, m¨¢s canastas (esto no es muy dif¨ªcil) y m¨¢s igualdad. ?Significa todo esto la llegada de mejores tiempos? En mayo lo sabremos.
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