Falacias pseudodemocr¨¢ticas
Sostiene el autor que es una falacia defender el derecho de autodeterminaci¨®n sin fijar antes el sujeto y el ¨¢mbito del mismo.
Todos los sectores del nacionalismo vasco, tanto el moderado como el radical, apelan desde hace algunos a?os a la aplicaci¨®n de la regla democr¨¢tica de la mayor¨ªa como m¨¦todo ¨²ltimo de resoluci¨®n del "contencioso". En efecto, en cualquiera de las versiones que puede adoptar esta invocaci¨®n (desde el puro y simple refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n hasta el respeto que se exige para el "¨¢mbito vasco de decisi¨®n") se parte de un principio b¨¢sico que se presenta como dogma indiscutible: la regla de la mayor¨ªa es, en democracia, la ¨²nica regla decisional aplicable, al final, para resolver un conflicto. Por tanto, se dice, la decisi¨®n ¨²ltima acerca de la integraci¨®n o secesi¨®n del Pa¨ªs Vasco del conjunto de Espa?a corresponde adoptarla a la mayor¨ªa de los vascos y a nadie m¨¢s.Apelar a un principio tan obvio como el de que la regla decisional del proceso democr¨¢tico es la norma mayoritaria tiene muchas ventajas t¨¢cticas para el nacionalismo. Entre ellas, la de acopiar para su discurso el t¨¦rmino democr¨¢tico (como puede comprobarse en la actual reivindicaci¨®n de una "democracia vasca" por los radicales), mientras que los no nacionalistas quedan atenazados en una postura defensiva con un cierto tufillo antidemocr¨¢tico: la de negarse a encarar una decisi¨®n por la regla mayor¨ªa-minor¨ªa.
Y, sin embargo, a pesar de que el argumento esgrimido por los nacionalistas parece intuitivamente convincente, es plenamente falso para cualquier m¨ªnimo conocedor de la teor¨ªa democr¨¢tica. Se asombrar¨¢ el lector: ?C¨®mo, pretende usted decirnos que un grupo social determinado (l¨¦ase Vascongadas, el Pa¨ªs Vasco, Euskalherria, etc.) no puede decidir su inclusi¨®n o secesi¨®n futura en o de otro m¨¢s amplio (l¨¦ase Espa?a) mediante el empleo de la regla de la mayor¨ªa en una votaci¨®n democr¨¢tica? Pues eso es exactamente lo que afirmo. Y no es que lo diga yo, que de poco valdr¨ªa, es que lo afirma desde siempre la teor¨ªa democr¨¢tica, por razones que, a poco que se reflexione, son incontestables.
Una autoridad en teor¨ªa democr¨¢tica como Robert A. Dahl lo expone tajantemente: la regla de la mayor¨ªa es la regla decisional del proceso democr¨¢tico en un demos ya constituido, pero es totalmente inoperativa a efectos de definir la amplitud del demos. "La justificaci¨®n de la unidad pol¨ªtica sobrepasa a la norma de la mayor¨ªa en s¨ª, y a¨²n a la propia teor¨ªa democr¨¢tica". La raz¨®n es clara: el juego de mayor¨ªa-minor¨ªa s¨®lo pueden computarse en un ¨¢mbito definido previamente, y esta definici¨®n no puede ser efectuada mediante mayor¨ªas-m¨ªnor¨ªas, so pena de dar por resuelta la cuesti¨®n antes de plantearla. La definici¨®n del ¨¢mbito se har¨¢, inevitablemente, por razones pol¨ªticas contingentes y a trav¨¦s de una decisi¨®n que escapa a la regla decisional mayoritaria.
En concreto: ?c¨®mo se fijar¨ªa el ¨¢mbito para decidir por mayor¨ªa si la poblaci¨®n actual del Pa¨ªs Vasco forma o no parte de la comunidad pol¨ªtica espa?ola?. Evidentemente, no por mayor¨ªa (?de qui¨¦nes?), sino por una decisi¨®n pol¨ªtica que ninguna regla num¨¦rica puede controlar. Pues igual de defendible es fijar ese ¨¢mbito en toda la poblaci¨®n espa?ola, como en la vasca amplia -con Navarra y el Pays Basque-, la vascongada, la vizca¨ªna, la bilba¨ªna, o los vecinos de mi calle. Pero, atenci¨®n, la decisi¨®n previa acerca del ¨¢mbito de consulta (que no se puede adoptar mediante la regla mayoritaria) no es que afecte, es que determina inexorablemente el resultado.
Desenga?¨¦monos: el mismo padre fundador de la teor¨ªa del gobierno por consentimiento, John Locke, advirti¨® hace ya m¨¢s de tres siglos en su Segundo Ensayo sobre el Gobierno Civil que la regla de la mayor¨ªa vale a partir del momento en que se ha constitu¨ªdo una sociedad pol¨ªtica, pero no sirve para constituir ¨¦sta (para ello requer¨ªa la unanimidad). Es lo mismo que, desde otro enfoque, se advierte por los polit¨®logos cuando se plantea el tan cacareado derecho de autodeterminaci¨®n de las naciones y pueblos: suponiendo que tal derecho exista, ?qui¨¦n y c¨®mo establece su sujeto de ejercicio?.
El estimado lector nacionalista es libre de opinar que ese sujeto se ha autodefinido a trav¨¦s de la historia (Hegel opinar¨ªa lo mismo), y que la existencia actual de un pueblo vasco como sujeto de autodeterminaci¨®n y como ¨¢mbito territorial de la regla mayor¨ªa-m¨ªnor¨ªa se impone como una self-evidence. Pero reconocer¨¢ que esa opini¨®n suya es tan defendible como la que reclama un sujeto y ¨¢mbito espa?ol, o uno vizca¨ªno, etc. Y, sobre todo, estar¨¢ de acuerdo en que la opci¨®n por una u otra opini¨®n, uno u otro ¨¢mbito, no puede decidirse por mayor¨ªa democr¨¢tica, sino con car¨¢cter previo a que ¨¦sta se pronuncie. Con lo que estar¨¢ reconociendo, si no me equivoco, que no es la regla democr¨¢tica de la mayor¨ªa la que resuelve el "contencioso", sino una opci¨®n pol¨ªtica anterior, prudencial, contingente y opinable, como todas las opciones de esta clase.
Y, si esto es as¨ª, habr¨ªa que pedir que cesara la murga de la "decisi¨®n democr¨¢tica del contencioso", sobre todo por parte de aquellos que han conseguido la asombrosa proeza dial¨¦ctica de reclamar la regla de la mayor¨ªa donde no puede aplicarse por definici¨®n (para decidir la inclusi¨®n o secesi¨®n) y, al mismo tiempo, rechazarla all¨ª donde s¨ª puede y debe aplicarse: en el cotidiano proceso democr¨¢tico que tiene lugar en las comunidades pol¨ªticas hoy existentes, sea en Navarra o en la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es doctor en Derecho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.