La lecci¨®n de tauromaquia de un picador mexicano
La actuaci¨®n del picador mexicano Efr¨¦n Acosta con los victorinos en Madrid -pen¨²ltima corrida de la Feria de Oto?o- fue de las que hacen ¨¦poca. Los tres puyazos que tir¨®, tendiendo la vara en el momento del embroque, aguantando de frente la acometida seg¨²n establece la tauromaquia, causaron un inusual alboroto. El p¨²blico en pie correspond¨ªa con sus ovaciones a una lecci¨®n de toreo puro que para muchos era desconocido. Y, sin embargo, as¨ª se pica. Los picadores actuales (a los espa?oles nos hemos de referir) que han convertido en norma picar trasero y perpetrar con desvergonzado abuso la carnicera carioca, destruyen el verdadero sentido y hasta la justificaci¨®n de la suerte de varas, que es la m¨¢s cruenta de la lidia.
Si se picara siempre como hizo Efr¨¦n Acosta recobrar¨ªa su entidad y belleza el repulsivo tercio de varas que practican los actuales picadores. Lo demostr¨® Acosta no s¨®lo en la referida actuaci¨®n de Las Ventas sino con a¨²n mayor acierto en la pasada Feria de Julio, de Valencia, precisamente con otro victorino que le acababa de derribar y al que dio un segundo puyazo sensacional a la manera de Madrid, que fue lo mejor de todo el abono.
El precedente de Acosta es otro picador mexicano, Sixto V¨¢zquez, y se vio en Espa?a hace cerca de tres d¨¦cadas. Ven¨ªa con el diestro Jaime Bravo y sus actuaciones en Las Ventas causaron tambi¨¦n sensaci¨®n. Picaba con otro estilo m¨¢s hondo. Citando de frente, vara en alto, cuando el toro se arrancaba Sixto V¨¢zquez sacaba medio cuerpo paralelo al cuello del caballo para recibirlo, y tiraba la vara al morrillo en acci¨®n de detener, que es regla de la suerte. Efectivamente deten¨ªa; y con destreza de caballista consumado vaciaba la suerte por delante del caballo dejando al toro pr¨¢cticamente en los vuelos del capote del espada, que entraba por la izquierda al quite. Sixto V¨¢zquez dio una clamorosa vuelta al ruedo la tarde de su presentaci¨®n en Madrid y semanas m¨¢s tarde la daba en la Maestranza de Sevilla.
La novedad de Sixto V¨¢zquez no fue tan sorprendente pues entonces se picaba y se montaba mejor. De todos modos merece la pena meditar sobre estas lecciones que nos vienen de M¨¦xico y no s¨®lo en cuanto a picar sino sobre el repertorio de torear, que naci¨® en Espa?a pero aqu¨ª lo dejaron perder y M¨¦xico conserva. Es el caso del variado toreo de capa que trajeron de novilleros Miguel Abell¨¢n y El Juli, aunque no tuvo la repercusi¨®n que merec¨ªa pues se ha degradado tanto la lidia que, para muchos, todo lo que se salga del derechazo y quiz¨¢ el natural no es torear. Y as¨ª est¨¢ la fiesta, de vac¨ªa y mon¨®tona, con un futuro oscuro y problem¨¢tico como el reinado de Witiza.
Babelia
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