Dos orillas
La actividad de los políticos absorbe una gran cantidad de las noticias. Sus declaraciones ante auditorios fieles suelen ser la base de los informativos y el componente fundamental de las páginas de actualidad política. Es el sino de una sociedad democrática regida por la constitución de los partidos y el protagonismo de éstos. Otra cosa es si las cosas que leemos interesan o no a la gran mayoría de los ciudadanos. Este último fin de semana ha sido ejemplo de ese protagonismo y, creo, del posible desapego de la política respecto de lo real. Dos congresos de partidos andaluces han dominado el panel informativo, a la espera de lo que ocurra con el PA y el PSOE en las próximas semanas. El PP en Sevilla ha marcado su congreso provincial con una inesperada división interna que ha hecho que Javier Arenas reprenda a su minoría crítica como un maestro a sus pupilos. IU ha revalidado su cultura cainita y su afán inquisidor en la batalla de Torremolinos, ?habrá ganadores?, a través del renacido mensaje de las dos orillas expuesto por su líder, "que se va pero no se va", Julio Anguita. Frente a cualquier veleidad de compromiso y acuerdo futuro con el socialismo de Zapatero o Chaves, Anguita ha pontificado desde la tribuna acerca de la importancia de ir solos, de ser únicos. Dos orillas. No sé si la ciudadanía le entenderá.
Al mismo tiempo, un peque?o grupo de ciudadanos ha estado reunido este fin de semana en Cádiz en torno a una Convención de Derechos Humanos. Su tema de reflexión y debate ha sido la inmigración que nos está viniendo desde el otro lado del mar y la han analizado desde la mejor perspectiva, la positiva, la creadora de nuevos desafíos para el desarrollo humano. Este peque?o pero fundamental grupo de andaluces nos habla de cosas tan reales y cercanas a nosotros como pueden ser las mezclas y las contaminaciones entre personas.
Desde donde escribo estas líneas se ven perfectamente las luces de Tánger al anochecer y en los días claros la línea de la costa africana. Cada día decenas de personas del otro lado arriesgan su vida y ponen en marcha su sue?o de atravesar la franja del mar en busca de aquello que les podrá sacar de la miseria. Salen de una playa, la de la pobreza, para recalar en otra ribera, la de la esperanza y las oportunidades. Las auténticas dos orillas de la vida.
JAVIER ARISTU
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