El futuro de la pesca de litoral
La rebeli¨®n del sector de la pesca de bajura ante el aumento del precio de los combustibles, m¨¢s all¨¢ de las formas violentas en que se ha manifestado (v¨¦ase el editorial de EL PA?S del pasado d¨ªa 2), requiere algunas reflexiones que nos permitan comprender las ra¨ªces de la protesta y, sobre todo, el futuro que es posible otear tras la tempestad de las ¨²ltimas semanas.La preocupaci¨®n por la dependencia energ¨¦tica del petr¨®leo, presente en la econom¨ªa europea desde 1973, apenas cal¨® en el sector pesquero. La generosa subvenci¨®n, a trav¨¦s de la exenci¨®n de impuestos, que recib¨ªa y recibe el gas¨®leo para pesca hac¨ªa innecesario molestarse por su consumo desaforado. Hace ya muchos a?os que los expertos en econom¨ªa y biolog¨ªa pesquera advert¨ªan de los efectos perversos que ten¨ªa esta subvenci¨®n al combustible, que no s¨®lo inhib¨ªa la investigaci¨®n de m¨¢quinas m¨¢s limpias y econ¨®micas, sino que adem¨¢s contribu¨ªa a un incremento de la potencia instalada de los motores, que hac¨ªa in¨²tiles todas las medidas de ajuste pesquero y todas las propuestas para frenar el descenso dram¨¢tico de la biomasa de algunas especies, en particular de las capturadas con artes de arrastre.
La subvenci¨®n al gas¨®leo para pesca carece de razones t¨¦cnicas y sus consecuencias han sido y son negativas para el propio sector, primer interesado en controlar el esfuerzo pesquero a fin de no esquilmar el objeto de su actividad. Disfrazado de ayuda a la peque?a empresa pesquera, el regalo de un combustible a precio de saldo constituye en ¨²ltimo t¨¦rmino una subvenci¨®n del precio a que compramos los frutos de la pesca, es decir, subvencionamos al consumidor de gambas frescas.
Sostengo que las numerosas subvenciones y ayudas que recibe el sector constituyen una pol¨ªtica de parches que contribuye al estancamiento de las empresas de pesca de litoral, las cuales, lejos de adaptarse a las exigencias de un mercado abierto a base de aumentar su competitividad, se mantienen con estructuras organizativas y comerciales obsoletas.
En primer lugar, los armadores, los due?os de los barcos, que pueden permitirse el lujo de despreciar los mecanismos de una econom¨ªa abierta, haciendo dejaci¨®n de su papel de empresarios. Toda la actividad patronal de la pesca de litoral est¨¢ contaminada de esa irresponsabilidad. Si disminuyen los beneficios o algun factor altera el precario equilibrio en que se mantiene la actividad, se recurre al victimismo, por un lado, y a la amenaza, por otro. Las voces que claman desde hace tiempo por introducir mecanismos de mejora en la comercializaci¨®n de las capturas de pesca fresca, basados en la identificaci¨®n y normalizaci¨®n del producto, no son escuchadas, como tampoco lo son quienes advierten de la necesidad del sector de modernizar su organizaci¨®n, esto es, las cofrad¨ªas, para que ¨¦stas tengan un papel activo como holding asociativo de las peque?as empresas. A todos ellos se les despacha con una sonrisa conmiserativa: ?qu¨¦ sabran ¨¦stos de pesca!
Pero como la realidad es tozuda, los problemas cr¨®nicos de la pesca de litoral afloran al menor contratiempo: demanda localmente monopolizada por determinados asentadores que imponen los precios de compra en las subastas, exceso de intermediarios que encarecen el precio final, picaresca tolerada de quienes venden como fresco lo que no es sino descongelado de mala calidad, barcos viejos, con exceso de tecnolog¨ªa depredadora y deficiencias graves en seguridad laboral y mar¨ªtima, etc¨¦tera.
Las ayudas provocan tambi¨¦n que el sector est¨¦ sobredimensionado, lo que se traduce en una presi¨®n insostenible sobre el medio y una escasa rentabilidad del trabajo. Cuando hay problemas, como los ha habido ahora, se trata simplemente de apretar un poco m¨¢s al Gobierno de turno para coser el roto con dinero p¨²blico. Por lo visto, resulta m¨¢s f¨¢cil lanzarse a la calle, bloquear los puertos comerciales, impedir la distribuci¨®n de gasolina en las ciudades, que hacer un esfuerzo de modernizaci¨®n, por otra parte imprescindible.
La huelga del sector pesquero ha sido una huelga patronal, no una huelga de los pescadores. La decisi¨®n de no salir a faenar la han tomado los armadores; los trabajadores, que se quedan sin cobrar por el sistema salarial a la parteimperante en la pesca de bajura (sistema que liga el salario a lo obtenido por las capturas), resultan tambi¨¦n afectados por este cierre patronal. Adem¨¢s la huelga ha sido liderada por la flota de arrastreros -la que m¨¢s combustible consume por la desmesurada potencia de sus barcos-; las flotas de cerco y artes menores se ha sumado a una movilizaci¨®n que a la postre les ha perjudicado. Las contradicciones internas de las cofrad¨ªas de pescadores, donde nadan juntos empresarios y trabajadores, explican en parte esos acuerdos y desacuerdos entre puertos y federaciones que han dejado prepleja a la opini¨®n p¨²blica. A corto plazo, el conflicto ha rendido dividendos: m¨¢s ayudas p¨²blicas que permitan a la pesca de bajura seguir postergando las reformas necesarias, al tiempo que se subvenciona el precio de la gamba roja. ?Qu¨¦ futuro le espera al sector, colgado como est¨¢ de ese entramado de subvenciones? Un futuro negro, desde luego.
Muchos observadores sostienen que los cuantiosos fondos europeos y nacionales que se otorgan al sector de bajura suponen una reestructuraci¨®n encubierta y descoordinada. A la claridad de la pol¨ªtica de la Comisi¨®n Europea (dejar que le mar se recupere reduciendo el n¨²mero de barcos y capturas) se ha opuesto en nuestro pa¨ªs una pol¨ªtica incoherente, achacable a la Administraci¨®n central.
Pero es posible otra pol¨ªtica. Una pol¨ªtica que prevea una reconversi¨®n planificada de las flotas sobredimensionadas, que diferencie el mercado de la pesca fresca mediante la identificaci¨®n y normalizaci¨®n del producto, que replantee el papel de las cofrad¨ªas, que haga cumplir con mayor rigor la normativa sobre limitaci¨®n de potencias, medidas de las artes y aparejos, y fondos de pesca permitidos propiciando una viabilidad sostenible. Si seguimos con la pol¨ªtica de parches, los pr¨®ximos a?os pueden depararnos una catarata de conflictos.
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